CAPÍTULO 7
EL SECRETO EN EL SUSURRO.
Ceres había recibido las águilas mensajeras en la torre del palacio aquella mañana. El contenido de los pergaminos le hizo estremecerse. Se quedó caminando mientras sopesaba sus opciones basada en la información que le llegaba.
Supo que si su amor por el príncipe era verdadero debía correr el riesgo, así que tragó saliva y fue a su encuentro con los pergaminos en la mano. Los guardias reales la saludaron cada vez que se encontraban con ella en su camino hacia la habitación del trono.
-Tal vez no le guste lo que vea ahí adentro- Le advirtió uno de los guardias que vigilaban las puertas de la nueva sala del reino de Sora. Las pesadas puertas gigantescas se abrieron para dejarla pasar.
Y efectivamente, lo que Ceres vio dentro no le gustó.
Sora estaba retozando junto a Hakos en la alfombra persa repleta de cojines con bordados dorados. El chico le daba de comer uvas a la pelirroja directamente en la boca. Ceres, observó aquello con incredulidad y celos. Tal como la consejera real veía la escena era muy difícil distinguir quién era realmente el esclavo y quien el amo.
-Príncipe, es muy importante poder hablar con usted... A SOLAS- Levantó la voz viendo a la pelirroja la cual le regalo a Ceres una sonrisa peligrosa.
-Amo, dile a Ceres que se vaya...- Hakos abrazó a Sora con su pierna para motivarlo a obedecerla. Sora enajenado por lo que la pelirroja le hacía sentir le señaló la puerta a Ceres indicando que se fuera.
Ceres decidió desobedecer. Alzó la voz aún más para gritarle.
-¡¡ES IMPORTANTE QUE HABLE CON USTED PRÍNCIPE SORA!!!!- Insistió ella. Fue hacia donde el príncipe para tomarlo de la mano y jalarlo fuera del alcance de Hakos. La peliroja se puso furiosa al ver como le separaban de su amor por lo que gritó a Ceres.
-¡Los guardias ya dan por hecho que seré la reina! Voy a decirles que te arresten y que te lleven al nuevo calabozo de cosquillas que será la prisión de chicas lindas como tu. ¿No lo entiendes? Sora y yo planeamos un reino donde las cosquillas estén presentes en la vida del gobierno. Todos los crímenes menores serán castigados con horas de incesantes cosquillas con las que ambos nos divertiremos.- Le dijo abrazando a Sora que no estaba seguro de que hacer o cómo actuar. Parecía estar drogado de tanto placer que la pelirroja le hacía sentir. Lo que decía, lo que prometía, lo que se dejaba hacer y le hacía. Todo aquello doblegaba su mente al punto de prácticamente entregarle el reino.
-¿Si? quieres llevarme al calabozo.... llama a los guardias si te atreves- Le reto Ceres a lo que la chica se retiró aceptando el desafío. Cuando ambos estuvieron solos Ceres se atrevió a abofetear al chico hasta dejarle marcada la mano en la cara a ver si lograba traerlo de nuevo a la realidad.
-Sora, ¿qué demonios estás haciendo? No fui tu tutora para presenciar este comportamiento completamente estúpido. ¡Esta misma mañana mis espías me trajeron información! Suisei, la esclava que asumió el rol de nuestra consejera de guerra, tenía graves problemas mentales en su aldea cuando tu padre conquistó el reino! ¡Sufrió estados psicopatas inexplicables! - Ceres le espetó con furia, su rostro demudado por el enojo mientras Sora la miraba con sorpresa.
-¿Qué diablos estás diciendo? - Preguntó el chico, visiblemente aterrado.
-¡Y sobre Hakos! ¡A Hakos nunca le han gustado las cosquillas! ¡Te está engañando! Mis espías hablaron con sus parejas y conocidos. Jamás les mencionó nada sobre fantasias de cosquillas, ¡nunca les propuso lo que te propuso a ti! - La revelación dejó a Sora en un estado de incredulidad, negando con la cabeza.
-No, estas mintiendo. !Quieres que te escoja como esposa y estás mintiendo!- Le contestó el chico, pero las lágrimas auténticas que brotaban de los ojos dorados de ceres le hicieron dudar.
-Sora, yo te amo. Pero no te engañaría para ganar tu corazón... No lo haría- Ceres le abrazó haciendo sentir las lágrimas que caían de sus ojos dorados hasta el hombro del chico.
-Es fácil darse cuenta de tus fetiches. Yo lo sabía. Cualquiera con espías decentes lo sabría. Yo misma me enteré sin esforzarme demasiado. Solo que no sabía cómo actuar acerca de eso. Estaba confundida y no quería incomodarte preguntando. Lo siento Sora, pero debes de creerme aquí pasa algo raro...-Los soldados llegaron dirigidos por Hakos que señaló a Ceres para que se la lleven al calabozo. Los guardias odiaban hacer eso a la consejera real, casi tanto como odiaban a Hakos, pero sabían que ella sería la nueva reina así que obedecieron.
La consejera real, con el corazon desecho, supo que Sora no se opondría a Hakos por ella. No por ella. Se mordió los labios sintiendo otra lágrima cruzar su mejilla.
Tenía unos segundos, se acercó al oído de Sora y le susurró algo en secreto. Sora se quedó con los ojos abiertos como platos al entender lo que implicaba aquello. Observó a Ceres siendo llevada fuera de los aposentos reales sintiendo un profundo dolor.
-¿Qué te dijo al oído? ¿Qué te susurró mi príncipe?- Preguntó Hakos preocupada, pero Sora no respondió. Parecía que cambió de tema cuando le dijo
-Quisiera hacerle cosquillas a la esclava Gura Gawr. ¿Podrías traerla hasta aquí?- Preguntó el chico a lo que Hakos negó con la cabeza.
-Gura Gawr escapó del castillo mi señor. Fue vista hace tres días escabulléndose en la noche con algunas de sus pertenencias. En su habitación no están sus cosas de valor. Gura Gawr escapó- Hakos parecía triste, como si le preocupara la reacción de Sora ante la noticia.
El chico se derrumbó en el piso. Estrellando las rodillas contra la alfombra. Se cubrió el rostro para romper en llanto. Si aquello era cierto jamás tendría la oportunidad de disculparse con ella por la locura de aquella noche desenfrenada y cruel que le hizo pasar.
pero si aquello era mentira....
ESTÁS LEYENDO
El Harem de las cosquillas (+18)
Lãng mạnEl joven príncipe Sora oculta una extraña pasión por las cosquillas que desea confesar a alguien, pronto tendrá a su disposición 4 bellas esclavas de entre las cuales deberá escoger a una esposa a quien poder compartir sus aficiones, pero... ¿su dec...