Capítulo 8: Un homenaje

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Cuando Luffy regresa a su dormitorio desde el apartamento de Sanji, son casi las once. No se atreve a hacer los deberes, por mucho que lo intenta. La cena que le preparó el rubio le produjo somnolencia, y Dios sabe que necesitaba descansar en ese momento. Barty no estaba por ninguna parte, así que Luffy aprovechó la tranquilidad de la habitación para dormir. Apaga la luz de la habitación y enciende la de su escritorio, cuyo suave resplandor se proyecta por el suelo.

Luffy se pone el pijama y se mete en la cama. Ir al apartamento del rubio con Zoro le permitió olvidarse de todo lo que tenía en su vida en ese momento, y se sintió increíblemente feliz de que hubieran hecho el esfuerzo. Sobre todo después de encontrarse con Kidd en el estudio de danza.

Al pensar en el pelirrojo, Luffy se dio una patada mental. Debería haber sabido que iban a volver a encontrarse, ya que vivía en la misma zona. Pero el regreso del hombre le trajo los recuerdos de todos aquellos meses atrás, en los que sólo estaban él y Kidd y nada más en el mundo.

Se pasa una mano por la cara, mirando al techo. Aún sentía algo por él, pero hacía tiempo que había dejado de ser romántico para convertirse en una especie de... aprecio. Las cosas que Kidd era capaz de hacer por Luffy en aquel entonces no se las podía quitar nadie. El flechazo que surgió y la relación que siguió se basaron en esos sentimientos. Luffy siempre había sido tan abierto, tan dispuesto, tan listo para entregar su corazón en bandeja. Y fue usado en su contra. Ace siempre decía que confiaba y se enamoraba con demasiada facilidad. Tal vez tenía razón.

...Ace.

Sus pensamientos volvieron al mismo lugar del que quería mantenerlos alejados. De repente, los ojos se le llenan de lágrimas y Luffy maldice, secándoselas. Tenía que mantenerse fuerte, joder, lo necesitaba. Para cuando Ace se recuperara y pudiera volver a estar con él. Luffy se incorpora y se dirige a los pies de la cama, cogiendo una carpeta oculta del organizador de su escritorio. Abre con cautela la carpeta, que contiene un recorte de periódico que ya debe de haber leído cientos de veces, y deja que sus ojos recorran la página. Cuando los medios de comunicación se enteraron del accidente en el que se había visto envuelto Ace, se aseguraron de publicarlo en todas las televisiones, periódicos y revistas para que toda la ciudad lo viera. Conseguir una copia fue fácil. Lo difícil fue leerlo.

El artículo coincidía bastante con lo que la policía le había contado aquella fatídica noche de hacía dos años. Luffy recuerda haber recibido la llamada mientras dormía. Recuerda haber corrido, tan fuerte y tan rápido que sus piernas le suplicaban desesperadamente que se detuviera. Recuerda el primer vistazo a la cafetería en la que trabajaba Ace, envuelta en espesas llamas y humo negro que se elevaba hacia el cielo. Recuerda el pavor que sacudió su ser hasta la médula cuando la tienda se derrumbó sobre sí misma. Los brazos que le impidieron entrar corriendo en la cafetería. El humo y el calor que le quemaban los pulmones al inhalar. Las lágrimas de terror que corrían por su rostro. Los gritos tan fuertes y desgarradores que Luffy se tapó los oídos sólo para darse cuenta de que eran suyos. La ambulancia que se llevó a su hermano y a otro herido. El coche de policía que le escoltó hasta el hospital. Lo recordaba todo como si hubiera ocurrido ayer.

De algún modo, por el camino, Luffy se quedó dormido. No sería hasta el día siguiente cuando supo que Ace no despertaba.

Estaba en coma.

Luffy aún recuerda a los médicos y enfermeras que le rodeaban, ninguno de ellos deseoso de compartir la noticia. Pero cuando por fin un alma valiente se lo dijo, estuvo a punto de perder el control. Luffy se convirtió en un caos de llantos y gritos, lanzando objetos indiscriminadamente y dando puñetazos a las paredes. Cuando los de seguridad le rodearon, amenazándole con echarle, se calmó lo suficiente como para acurrucarse en sí mismo, deshaciéndose en sollozos.

Dirty Red Feathers - LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora