La carta que nunca leíste de mí

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Domingo, 28 de Mayo del 2017.


Últimamente no encontraba forma ni nombre a lo que siente.

Probablemente, se deba al cambio constante que ha dado su vida desde que tiene uso de razón, y nunca tuvo la iniciativa de darle la importancia que debería, pero aquí estaba, reflexionando sobre el porqué su corazón se sentía tan angustiado, otra vez.

Y por más vueltas que le diera al asunto, Takemichi no encontraba respuesta.

Desvió su atención hacia arriba recostándose sobre el mueble en el que estaba, sus orbes cansados simplemente detallaron la textura de madera que había sobre su cabeza hasta que decidió cerrarlos y hacerse uno con la música de fondo.

La melodía energética, a pesar de ser bulliciosa y subida de tono, no le causaba la irritación esperada, asume que se debía a su leve dispersión de la realidad y a la cantidad de alcohol que ahora corre por su sistema. No sabe con exactitud cuando se había acabado su tercer vaso, pero tampoco hubo necesidad de tomar otro muy pronto.

Solo se dejaría ser por ahora, después vería qué haría a continuación.

Se sumergió tanto en sí mismo que poco a poco el sonido a su alrededor iba apaciguándose, como si le hubieran metido algodón a sus oídos, como si ya nada fuera importante y se deja arrastrar por el sentimiento agridulce hasta que desista.

Pero, la verdadera pregunta es... ¿Cuándo?

En primer lugar, ni siquiera debería de estar pasando por esto de nuevo. Takemichi Hanagaki es un adulto independiente y con un hogar que le hace sentir cómodo. Lleva una vida muy buena, a decir verdad, todo ha ido bastante bien hasta ahora, incluso en este momento estaba en un bar ubicado a la frontera del distrito de Shinjuku junto a su grupo de amigos celebrando el ascenso que se ha ganado recientemente en su trabajo.

Hablando de sus amigos, el azabache abrió nuevamente los parpados para buscarlos con la mirada.

Después de un recorrido visual, Takemichi encontró fácilmente la figura inconfundible de Yamagishi quien se encontraba bailando fluidamente en la pista junto a una chica que habrá conocido hace poco. Por otro lado, desviando la mirada hacia la barra pudo ver a Yuzuha bebiendo una botella entera de licor junto a un grupo de personas eufóricas que estaban animándola a acabársela, hasta pudo distinguir a uno de ellos midiendo el tiempo. A su mente estancada le causo gracia y ya veía la resaca que se presentaría en su mejor amiga al día siguiente.

Un peso extra se echó su lado para así sentir como la cabeza ajena se recostaba sobre su hombro izquierdo, el azabache se acomodó mejor en su sitio para darle más espacio al contrario.

—Oi, compañero ¿Por qué estás tan solito, eh? —habló el chico de mirada verdosa con diversión, restregó su frente entre el hombro y cuello de Takemichi.—Esta es tu noche, no pretendas hacerte uno con el mueble.

Takemichi murmuro una afirmación vaga e indiferente, y luego su mano izquierda termino sobre las hebras oscuras del contrario, jugando con ellas sin dejar de mirar de vez en cuando a su alrededor. Chifuyu miro de reojo a Takemichi por unos breves instantes y cuando llego a una conclusión silenciosa se quedaron ahí, uno al lado del otro, haciéndose compañía mutua.

Mientras el azabache continuaba acariciando la cabeza de su mejor amigo, nuevamente se perdió en la neblina confusa de su mente, preguntándose si ya es hora de irse a su casa.

Agradece bastante pasar esto al lado de Chifuyu, otras noches son difíciles cuando lo hace solo.

La presión en su pecho y un dolor de cabeza terrible se fue acentuando de a poco y luego de dar un gran suspiro, cerro los ojos de nueva cuenta en busca de un respiro.

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