Moscas en la Casa

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Era la sexta derrota en el día. Felix no había ganado ninguna partida con sus compañeros de videojuego. Tampoco se había bañado y solo tenía papas de paquete alrededor. Jisung no había pasado por el apartamento de su amigo hacía unos días, sin embargo nunca dejó de estar pendiente. Felix siempre contestaba que estaba bien, que no pasaba nada. Pero solo fue cuando Jisung volvió al apartamento y vio el desastre en el que este se encontraba cuando se dio cuenta que, aunque sabía que Felix estaba mintiendo respecto a su estado, era evidente que estaba mucho peor.

El olor a basura que se apoderaba de la cocina y la sala era terrible. No había rastro de mucha ropa por fuera, lo que indicaba que era muy probable que el pecoso tampoco estuviera tan aseado como normalmente lo estaría. Cuando llegó al cuarto solo lo escuchó maldecir frente al computador con sus audífonos puestos. De nuevo apareció el aviso de "derrota" en la pantalla y Felix se quitó los audífonos tirándolos justo en frente de él. Se desconectó y cuando se giró, vio a un Jisung con la cara de sorpresa más diciente que jamás había visto.

Jisung estaba absorto con lo que estaba viendo. Su amigo, quien solía decir que no era capaz de pasar un día sin bañarse, estaba hecho un desastre. Pelo graso, la misma ropa de hace días, los paquetes de papas, las botellas de gaseosa. Todo. Era una imagen que jamás, en tantos años de amistad, había visto. No podía creerlo.

Felix, por otro lado, se quedó mudo y estupefacto al encontrarse con la mirada de su amigo que además recorría con sus ojos todo el cuarto. No faltaron palabras para entender lo que estaba pensando Jisung.

— Ji... Yo... Mmm... No te escuché — No supo qué más decir. Estaba avergonzado.

— Evidentemente... — dijo resaltando la obviedad de la situación. — ¿QUÉ CARAJOS ES TODO ESTO, FELIX? — No pudo contenerse más. Ahora estaba enojado. Si bien entendía que su amigo estaba pasando un mal momento y estaba deprimido, no entendía cómo era posible que Felix se hubiera dejado de esa manera.

— Yo...

— ¿Tú qué? ¿No que estabas bien? ¿Te gusta mentirme? ¿Te gusta vivir en un chiquero y ahogar tus penas en videojuegos? ¿Te parece que está bien todo eso?

— Espera, Ji. Por favor, no te pongas así — dijo mientras se levantaba.

— No te atrevas a acercarte, tu cocina y la sala no son lo único que huele a diablos. — podía sonar fuerte, pero ya era momento de dejar de consentir a su amigo y empezar a ser firme con él. — Mira, Felix... Yo entiendo que todo lo que pasó ha sido muy difícil para ti, pero esto — dijo señalando el cuarto y al pecoso — es suficiente. ¿No sientes el olor a podrido? ¿No te irrita más ver el desorden? ¿Qué pasó con eso de que no eras capaz de pasar un día sin bañarte? ¿Crees que está bien dejarse de esa manera? ¿Crees que eso te hace bien?

Felix no pudo decir nada. No sabía qué decir porque sabía que Jisung estaba en lo cierto. Dejar que el desorden y la basura se acumularan, dejarse de esa manera y solo pasar el tiempo jugando, eran cosas muy poco efectivas para afrontar la situación.

Sí, ya era suficiente. De hecho, no se había dado cuenta realmente de qué tan mal estaba todo, incluyéndose a él mismo. Tomó el cuello del hoodie que tenía puesto, lo llevó cerca a su nariz y lo olió. Ya sabía a qué se refería Jisung. Soltó un suspiro sintiéndose derrotado y se sentó en la cama. No pasó un segundo y se puso a llorar.

— No puedo más... No quiero nada. Odio todo, Ji.— Dijo entre sollozos. Limpió sus lágrimas con una de las mangas del hoodie y siguió. — Me siento muy mal y solo logro distraerme con los juegos, pero... Cuando voy a la cama e intento dormir, todo lo que pasó vuelve a mi cabeza como una película interminable. Lo siento, sé que no debí mentirte, pero no quería que te preocuparas más.

Blue Water Lilies - HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora