"¿Cómo te amo? Déjame contarte las maneras. Te amo con la profundidad, la anchura y la altura que mi alma puede alcanzar."
Elizabeth Barrett Browning
El parque fuera de la iglesia se volvió un sitio de descanso recurrente. Gabriel encontró un parche de tierra espacialmente fresco debajo de un árbol marchito, antes tan frondoso que su cadáver seco se mantenía en pie sin inmutarse pese a todo. Les gustaba pasar tiempo aquí. V1 observó al arcángel con atención. Estaba descansando, pero sus alas se batían a un ritmo lento, llenando su alrededor de luz y polvo de estrellas. Su armadura escarchada por la tierra seca le daba un aspecto de humildad curioso que chocaba con el hecho de que era un ser divino, vestido en oro, con la luz del propio universo en su interior.
Puso a trabajar todos sus sistemas solo para obtener una buena foto, dónde los píxeles crudos desaparecieran para permitirle captar las plumas, sus halos, su pequeña y hermosa cintura, los detalles de su armadura, todo, quería plasmarlo todo, porque Gabriel era una criatura hermosa. Después de todo lo que habían pasado juntos, su carácter se volvió mucho más dócil. Aún era orgulloso, insolente y hablador, pero había aprendido a controlarse y usar esas cualidades para bien. Sin embargo, ahora era más demandante en otros aspectos.
—¿Vas a venir a hacerme compañía?
Ahí estaba de nuevo. No se estaba quejando, pero desde lo sucedido en la iglesia, Gabriel realmente se volvió un niño mimado. Lo llamaba a su lado cada que tenía la oportunidad, solo para acurrucarse. V1 disfrutaba descansar en sus brazos, desactivar sus rutinas mientras escuchaba el ritmo de su corazón bombeando sangre en sus venas y sus pulmones tomando aire de manera ruidosa.
Se acercó más hacía su costado, a la sombra del árbol y se acostó sobre él. La risa vibrante del ángel le trajo paz, una paz que no creyó posible por algo tan simple como una risa. Sus sistemas de recompensa tal vez estaban rotos, aunque algo le decía que en realidad estaban funcionando mejor que nunca y que esta sensación de gusto era lo más puro que sus circuitos y programas eran capaces de interpretar.
Gabriel delineó con sus dedos el metal de su cuerpo. No sentía como tal, pero sus sensores detectaban e interpretaban el toque como amistoso. Puntos de presión, una señal eléctrica hecha para percibir el mundo que ahora le permitía sentir a Gabriel. La emoción se disparó por unos segundos y sus ventiladores zumbaron con fuerza, satisfecho y complacido por su suavidad.
—¿Quieres escuchar algo que estuve redactando?
Oh sí, claro que quería. Su óptica se cerró poco a poco y se acomodó lo mejor que pudo encima de Gabriel. Su cuerpo metálico contra la armadura producía chirridos desagradables cada que se movía, así que se quedó lo más quieto que le fue posible. Sus dedos le acariciaron la parte descubierta del cuello en un gesto de cariño, como los ajenos lo eran para él.
—Sí.
—El cielo era un paraíso frío. El Padre, en sus inicios, le dio libre albedrío a un grupo de ángeles, pero cada uno de ellos, con sus mentes inquietas, se condenaron después de cuestionarlo, hasta que solo quedamos nosotros, ángeles menores, que servimos sin razón, sin voluntad aparente. Sentíamos, sufríamos, pero estábamos doblegados, más por terror que por falta de albedrío. Ese era el verdadero secreto, aunque pensábamos, nosotros teníamos un miedo que era inconcebible para los ángeles libres. El libre albedrío no funciona cuando estás aterrado, cuando temes tanto a la deshonra que solo pensarlo te deja temblando hasta los huesos.
»No conocía nada más que ese miedo. Ese Dios misericordioso, de amor, no tenía otra cosa que ofrecernos más que el puro terror. Los ángeles no podíamos estar cerca de otros, porque incluso en la divinidad, la carne es débil. Las interacciones más simples se podían malinterpretar y serías señalado, reprendido sin argumento y humillado hasta que la vergüenza no te permitiera levantar la cara. Y te sentirías culpable, como si fueras un pecador, aunque ni siquiera hubieras rozado con la yema de los dedos a otro.
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Unveiled Divinity |Gabriel/V1| | Ultrakill
FanfictionLa humanidad esta muerta. La sangre es combustible. El Infierno ha caído. Gabriel no muere a las 24 horas de que la Luz del Padre le fue retirada. Ahora, con el Infierno en decadencia, desterrado del Cielo, y sabiendo cosas que nunca debió conocer...