𝚇𝚅𝙸 𝚃𝚛𝚎𝚜, 𝚎𝚕 𝚗ú𝚖𝚎𝚛𝚘 𝚙𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘.

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𝚇𝚅𝙸 𝚃𝚛𝚎𝚜, 𝚎𝚕 𝚗ú𝚖𝚎𝚛𝚘 𝚙𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘.

𝙀𝙭𝙞𝙨𝙩𝙚 𝙚𝙡 𝙣𝙪𝙢𝙚𝙧𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙨𝙪𝙚𝙧𝙩𝙚, 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙣𝙤𝙨𝙤𝙩𝙧𝙤𝙨 𝙚𝙨 𝙚𝙡 𝙩𝙧𝙚𝙨

𝙀𝙭𝙞𝙨𝙩𝙚 𝙚𝙡 𝙣𝙪𝙢𝙚𝙧𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙨𝙪𝙚𝙧𝙩𝙚, 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙣𝙤𝙨𝙤𝙩𝙧𝙤𝙨 𝙚𝙨 𝙚𝙡 𝙩𝙧𝙚𝙨

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Porchay parpadeó, una, dos y tres veces... sin mover un solo músculo viendo como ambos jóvenes se abrazaban, Kim rodeaba amablemente la cintura de Wolfgang, estaban tan juntos y por su cabeza solo podía pasar: ¿Qué se sentiría estar en medio de ellos?

El primero en reaccionar fue Kim, ambos se giraron hacia él soltándose mientras unas sonrisas aliviadas y emocionadas aparecían en su rostro.

¿Debería quedarse? ¿debería irse? 

– Angel – dijo Kim con una exhalación – Me alegra tanto que vinieras. 

Chay asintió lentamente – Aunque... em, ¿todavía soy parte de... esto? – inquirió temeroso, cuando entró y los vio tan juntos y sonrientes pensó que quizá... ellos habían seguido adelante, se habían cansado de esperar, Kim decidió quedarse solamente con Wolfgang y el ruso simplemente, decidió olvidarlo como si nunca lo hubiese conocido.

El solo pensamiento hacia hueco en su estómago. 

– Por supuesto – dijo Wolfgang dejando los utensilios que tenia  encima de la tabla para picar – Eres el epicentro de esto, Chay.

Kim rodeó la barra lentamente – ¿Cómo estás? – preguntó, deteniendose. Chay sabía que se estaba conteniendo por como se ancló con una mano a la barra como para recordarse que tenía que ir poco a poco. Wolfgang seguía en su lugar, mirándolo sin quitar la suave y cálida sonrisa de su rostro.

– Bien – musitó tanteando el álbum con sus dedos – ¿Y ustedes...?

– Mejor ahora – respondió Wolfgang – ¿Verdad, Kim?

– Mucho mejor ahora – asintió el pelinegro

Porchay miró a su alrededor, había olvidado cómo se veía el apartamento de Kim, lo visitó algún par de veces y se demoraban poco tiempo, él nunca pudo detallarlo bien. Olía a bonito. A limpio. A fresco. Parecía pino. Después los miró, e inhaló con fuerza.

– ¿Podemos hablar? – preguntó –

– Claro que si – respondió Kim – Podemos sentarnos en la sala. Ven, te recibo eso – Chay le dio el maletín y Kim lo dejo en un perchero.

Chay asintió siguiéndolo, Kim tomó asiento en el sofá, Chay en una poltrona individual y Wolfgang en el reposa brazo del sofá, ambos en ropas cómodas... quizá porque ya era de noche. Porchay se quedo viéndolos durante un segundo, había extrañado horrores a Kim, pero resulta que a Wolfgang también, extrañaba hablar con él, reírse... mientras estuvo dos semanas apartado, pensó en las posibilidades y las adoró, pensó en que desde el principio había deseado poder tenerlos a los dos por más raro que fuera para la sociedad, Chay sabía que podía recibir amor sin límites de esos dos hombres, y que él podía darles todo lo bueno que tenía, podía amarlos por igual.

AMOR ES AMOR - KIMCHAYWOLFIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora