Missa:
La última semana, anduvimos como locos por todos lados terminando de arreglar el viaje a Japón. A pesar de que yo tenía organizado un par de cosas, había que llevar todo a cabo. Reservar habitaciones, buscar vuelos convenientes y a horas correctas y, lo más difícil, averiguar quien quería ir.
Cuando conversé con Phillip del tema, él propuso sin duda ir con Amber, la cual no se negó en lo absoluto, estaba igual de feliz que Felipe del viaje que haríamos. Pero cuando la misma sugirió la idea de ir con Mafer, mi corazón se estrujó. Ella, al igual que todos, tenía el sueño de ir a conocer Japón. Su cultura, la comida, comprar muchas figuritas y recorrer el país. Además, Amber no quería dejar a su amiga sola, lo que me pareció muy lógico. Aunque yo no sabía si ambos estaríamos listos para dar un paso así.
¿Estábamos preparados para comenzar a tener una relación amistosa y dejar todo lo demás de lado? Yo me sentía ligeramente preparado, pero no tenía ni idea de como estaría ella. Ya había pasado algo más de un mes desde que había acabado nuestra relación y, aunque sabía que era poco, tarde o temprano debíamos seguir adelante.
— Bueno, puedo preguntarle, pero no estoy seguro de si acepte —dije, dubitativo, rascándome la nuca y bajando la mirada. Tendría que volver a hablarle, y estaríamos al menos dos semanas en Japón conviviendo a diario.
— Si, pregúntale, por favor —pidió Amber, asomada en la cámara del castaño, que había ido a hacer no sé qué en algún momento (se excusó con que llegaba tarde y salió corriendo), y me había dejado conversando con la muchacha. No me quejaba, habíamos afianzado nuestra relación los últimos días, más después de la conversación de aeropuerto—. No quiero andar de tercera rueda todo el viaje.
— Ay, no será así... —sentí el calor en las mejillas al oírla. Ella se rio a carcajadas—. Está bien, la invitaré.
Al colgar la llamada, tomé mi celular para marcarle a Mafer. Dudé bastante, agobiándome por que pudiera contestarme o que no me contestase. No sabía que era peor. Me di vuelta varias veces en la silla, haciendo tiempo para lo inevitable hasta que en un momento en que ya no podía esperar más, dije en mi mente "uno, dos... tres" y le marqué.
— ¿Buenas? —preguntó la voz tranquila y dulce de Mafer, que sonó a través el teléfono. La sensación de inseguridad me comió completo y, carraspeando, hice la voz más tranquila que pude.
— Hola Mafer, ¿Cómo estás? —tembloroso, traté de que no se notase mi nerviosismo. Hace muchísimo que no hablaba con ella, sentía que habían pasado años.
— ¡Missael! Cuánto tiempo, ¿Cómo estás? —exclamó tan animada como siempre, de forma casual.
— Bien, sorprendentemente bien —respondí, de forma honesta, al darme cuenta que había logrado continuar. No estaba mintiendo, sí estaba bien. Hasta yo aluciné con mi respuesta—. Te hablaba porque estamos preparando un viaje a Japón y queremos que vengas.
— ¿Queremos? —respondió al instante, con un dejo de ironía en su voz.
— Sí. Phillip, Amber y yo estaríamos muy felices de que nos acompañes.
Ella se quedó callada, quizá analizando los pros y contras que tenía la situación. Ella es muy así, siempre piensa de forma correcta las cosas para tomar las mejores decisiones. Quizá yo debería aprender a hacer eso un poco más. Comencé a ponerme nervioso al no recibir respuesta.
— Creo que es una gran idea —dijo al fin, podía percibir su sonrisa a través de su voz—, ¿Cuándo será?
— El próximo viernes —me sorprendía su respuesta. Creí, de verdad, que no estaría dispuesta a tener un viaje conmigo después de cortar, pero por lo que veo, somos muchos más maduros de lo que alguna vez pensé—. Ya tenemos casi todo listo, así que no te preocupes por nada.
— Perfecto, entonces envíame la información y estamos hablando.
Asentí, aunque no pudiese verme y colgamos luego de despedirnos. Me quedé contento, todo saldría de maravilla. Iríamos a Japón, Amber y Mafer estarían muy amigas como siempre, pasearíamos, comeríamos rico, le confesaría mis sentimientos a Phillip, le pediría que fuera mi novio junto a la torre de Tokio, me diría que sí y todo saldría estupendo.
Con eso en mente, comencé a organizar la proposición. Ay dicho así sonaba como si le fuese a pedir matrimonio. A cada segundo que intentaba hacer algo cursi, me sentía empalagado y borraba todo. Cuando trataba de hacerlo casual, pensaba que era demasiado de amigos y no estaba seguro si Phillip querría algo así. ¿Llevarlo a una cena romántica? No era para nada mi estilo. ¿Parque juegos? Quedaríamos destrozados antes de poder pedírselo como correspondía.
— ¡AGH! —iba a explotar, estaba seguro. Había perdido por completo la práctica cuando se trataba de relaciones—. ¿Qué chingados debería hacer?
Estuve con mi primera novia toda la vida, me había acostumbrado a que todo ocurriese de forma habitual, nada de tener que andar enamorando a alguien desde cero y nada de estar detrás de una persona. Además, había sido ella la que me pidió ser novios, por lo que no había tenido que ser yo quien tomase la iniciativa. Y ahora, aquí estaba, tonto perdido por un hombre, mi mejor amigo, a quien quiero pedirle que sea mi pareja de forma oficial.
Me revolví el cabello, avergonzado. Aún no podía imaginarme del todo llamando a Phillip por apodos cariñosos, diciéndole cursilerías constantemente, presentándolo como mi pareja y otras cosas, pero, definitivamente tenía muchas ganas de besarlo todo el tiempo, de tenerlo en mis brazos, de decirle a quien se le acercase que era mío y de recordarle lo mucho que me gusta.
— Creo que ya sé que podemos hacer... —dije, mirando la pantalla que llevaba frente a mí demasiado tiempo.
De pronto, la ansiedad comenzó a recorrerme las venas a la vez que as ganas de que el día llegara me mantenían en constante tensión. El momento de volver a verlo y tomarle la mano. ¿Le agarraría la mano en el aeropuerto? En Japón, la cosa cambiaba. Nadie nos podría reconocer del otro lado del mundo y no importaba en absoluto que MissaSinfonía estuviese actuando demasiado meloso con Míster Phillip. Allá seríamos simplemente Misael y Felipe, dos chicos aprendiendo a quererse.
Sonreí al imaginarlo, caminando juntos bajo los cerezos. Disfrutando de una buena comida asiática, yendo a los videojuegos y a comprar cosas. De la mano o del brazo. Poder besarlo en público sin complicaciones, sin pensar que alguien podría sacar una foto y subirla a Twitter para que anduviese circulando.
Estaba muy ansioso.
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Wow, ¿dos capítulos en un mismo día? Así es, porque les quiero y estoy más feliz que nunca escribiendo lo que viene. ¡Ya quiero que lean lo que tengo preparado!
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Quédate un momento más y ya | Mr. Phissa
FanfictionLa distancia puede ser el protagonista de tantas historias de amor como personas hay en este mundo. Si la distancia fuera un impedimento, las cosas jamás habrían funcionado. Y si la distancia no existiera jamás me habría enamorado de ti de la forma...