El ruido en la habitación de al lado era cada vez más tenebroso. Encerrado, no se me ocurría nada para evitar prestarle atención. Cualquiera podría decir: “Hey! Ya estas grandecito como para tener miedo de un pequeño ruido”. Pero estoy seguro de que éste… no era un pequeño ruido cualquiera.
Hacía días que me había pasado a cuidar esta casa; y desde que llegué han pasado cosas muy extrañas. Demasiadas diría yo. Desde el primer día… no, en realidad desde el primer paso que di dentro de los límites de la propiedad, comencé a sentir una extraña sensación de que acá sucedían cosas inexplicables, pero aun así no me eché para atrás y decidí quedarme. Andaba en busca de algo diferente y ese temorcito que comencé a sentir me dio la idea que aquí encontraría eso.
La casa es muy grande, tiene doce enormes habitaciones, acomodadas en las tres plantas del edificio. En la primera planta se encuentran una sala muy espaciosa, con todos los muebles que cualquiera quisiera tener en su sala y más. Una cocina con electrodomésticos de cualquier tipo que hasta hoy todavía encuentro alguno que no sé qué se hace con él. El comedor, como todo lo demás, es también muy grande, además de estar decorado de una forma muy elegante y diseñado para sentirse bien a la hora de las comidas. Además, un baño equipado hasta lo último, para el uso de los visitantes más que todo. Asimismo, esta planta cuenta con dos de las doce habitaciones mencionadas. Dichas habitaciones están colocadas una a la par de la otra junto a la sala. Dos habitaciones que abarcan el mismo espacio que todo lo demás en el nivel, al entrar en ellas te sientes como si has dejado una casa y entrado a otra muy diferente, y para nada se siente que sean solo unas simples habitaciones...
