CAPITULO 48 FIN DEL JUEGO

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EVANGELINA

Me remuevo en la cama, siento que algo me aplasta y me corta la respiración. Me muevo un poco, pero no puedo quitarlo, así que, me llevo las manos a los ojos para aclarar un poco la vista y mi corazón se acelera cuando veo al hermoso hombre que me tiene encarcelada entre sus brazos.

Intento moverme, pero él se remueve y aprieta más su agarre, lo siento quejarse un poco una sonrisa invade mi rostro.

Después de tantos días volvimos a dormir juntos, con razón sentí que mi noche tuvo paz, esta vez no me acecharon las pesadillas del hombre de negro, esta vez mi cabeza descansó y ningún demonio vino a visitarme mientras dormía.

-¡Buenos días! - Le digo en casi un susurro.

-¡Buenos días, mi estrella! - Me dice aun con los ojos cerrados - ¿Dormiste bien?

Me acurruco en su cuerpo, siento que estamos moldeados a la perfección.

-¡Muy bien! - Le pongo en culo en la entrepierna y puedo notar que tiene la erección del siglo, lo siento gruñir por lo bajo y sus brazos me aprietan más - Aunque me hubiera gustado que la noche acabara con un buen polvo de esos que me sabes dar tu - Me encojo de hombros - Pero, como el niño anda de orgulloso, que prefiere que le duela la polla, a meterla en mí.

Lo escucho reír por lo bajo, entiendo cuando Travix me dijo que Agust lo más grande que tenía, además de su exquisita polla, no era el ego, era el orgullo, no mentía, este hombre tiene el orgullo más grande del mundo y un autocontrol admirable. Por más que me restregué a su erección, que intenté besarlo, no dio su brazo a torcer, se mantuvo firme en que no me iba a tocar, ni a follar todavía.

Lo bueno de mi noche, es que pude dormir en sus brazos, sentir su cuerpo junto al mío, ya que este es mi lugar favorito y seguro.

-¿Quieres que te haga el desayuno? - Me pregunta, mientras me aparta un mechón de cabello.

-¿Te quieres casar conmigo? - Le suelto.

Lo levantarse de la cama con los ojos abiertos y me mira como si me hubiera salido otra cabeza.

-¿Qué?

Sonrió, y sacudo la cabeza.

-Es broma. Agust - Suelto la risa - Dime ¿Qué mujer no quisiera casarse con un hombre que, aunque esté enojado con ella, no la deje tocarlo le pregunta en la mañana que si quiere que le haga el desayuno?

Lo veo sonreír.

-No lo sé - Se rasca la cabeza - ¿Tú?

-No seas imbécil - Le doy un golpe en el pecho - Yo soy la que te lo está proponiendo y a ti casi te da un infarto. Me miraste como si hubieras visto al diablo encuero.

Suelta la carcajada y es maravilloso verlo así.

-Me falta matar al pelmazo que tienes por prometido para poderme casar contigo.

-¿Qué? - Chillo.

-¿No quieres? - Sus manos viajan a mis piernas, me arrastra por la cama y me deja debajo de él - ¿No puedo matarlo? Ese pelele ha tocado lo que es mío y eso me desagrada.

-¿Tu complejo de hijo único? - Le digo perdida en sus ojos.

Lo veo encogerse de hombros.

-Podríamos decirlo. O solo decir, que soy bastante egoísta, no me gusta compartir y que nadie toque lo que me pertenece.

- A mí tampoco y no he dicho nada de tu compromiso con la estúpida de ojos azules - No puedo negar que me dan celos que esa andrajosa esté cerca de él.

DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora