El boleto

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Lo miro una y otra vez, lo aprieto fuerte contra mi pecho y bailo de emoción, ¡es todo mío!, el sueño de toda BOICE está en mis manos, si, un hermoso boleto para el único concierto que dará CNBLUE en la CDMX. Lo vuelvo a ver, lo huelo, lo rozo con la punta de mis dedos. Valió la pena todo el trabajo, cada peso invertido en él. Sé que no es un boleto de primer fila, pero no importa ahí voy a estar, voy a cantar y a gritar todas sus canciones. ¡Es lo mejor que me ha pasado en la vida!.


Por fin ha llegado el día, estoy más que lista, con mi playera de CNBLUE que por el frente tiene una foto de ellos estampada y en la espalda dice BOICE, quiero que todo mundo sepa que voy al concierto y que ellos son lo máximo. El viaje en metro me ha dejado acalorada, ¿acaso ya no hay un momento del día donde no se suba tanta gente?. Bajo del metro y entro a un Oxxo por un refresco, sino no voy a aguantar la sed y hay que estar listas para cantar a todo pulmón. Llego a la sección de bebidas, no decido qué voy a comprar, pero pienso que será mejor tomar algo de los refrigeradores, así que giró rápidamente y me detengo en seco al chocar contra algo. En ese momento siento que un líquido frío escurre por mi playera... ¡me han regado café helado!... ¡no por favor!; de la impresión dejo caer las cosas que tengo en las manos... ¡Quiero llorar!


죄송합니다 (lo siento) -- oigo que un hombre me dice.


매우 죄송합니다 (lo siento mucho) vuelve a decir, mientras hace un par de reverencias. Estoy sin habla, mi hermosa playera se ha arruinado. Él se agacha y recoge mis cosas, me las da atropelladamente, toma las suyas y corre rumbo a las cajas, mientras alguien le grita a los lejos "Hurry, we're late" (Apura, que llegamos tarde).


No hay nada más que hacer, tendré que ir con mi playera toda manchada, invertí todo mi dinero para comprar el boleto así que no tengo para comprar otra. Suspiro. Por lo menos todavía tengo mi boleto que es lo importante... mi boleto... mi boleto... ¡¡¿dónde está mi boleto?!!. Entro en pánico, lo tenía en mis manos hace un momento, me busco aquí, allá... ¡¡no está mi boleto!!... 


¡Es el fin de mundo!. Ahora si lloro. Salgo de la tienda y lloro desconsoladamente por un par de minutos, no creo que esto pueda estarme pasando. Pero algo se ilumina en mi cabeza, recibí un correo con el boleto digital, si, esa es la solución, tengo ese correo todavía. Rápidamente abro mi email y ahí está, ahí está el código QR que indica mi asiento. Me he salvado por un pelo.


El sueño de toda BOICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora