Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras me siento en la cama de Namjoon, mi pijama más conservador cubre cada centímetro de mí. Elegí a propósito el pijama más feo, andrajoso y anticuado que tengo. Es una pijama de dos piezas a cuadros en blanco afelpado que parece lana, y me hace ver como un maldito cordero. Creo que nunca me había visto tan poco atractivo.
Ni siquiera puedo entender por qué estoy actuando de esta manera. No soy de los que se asustan o se dejan intimidar, pero la idea de pasar la noche con Namjoon me llena de un extraño tipo de ansiedad. Todo sucedió tan rápido que no he tenido la oportunidad de asimilarlo de verdad.
¿Cómo se supone que vamos a pasar de semanas de discusiones y distanciamiento a... lo que sea que sea esto? No podemos.
El sonido distintivo de la ducha corriendo llena mis oídos, manteniendo mis nervios por las nubes. He estado en la casa de Namjoon innumerables veces, pero todo se siente nuevo y desconocido. Todavía recuerdo cuando hizo renovar este lugar, dos años después de que empezáramos a trabajar juntos. En ese entonces, todavía no se había dado por vencido en hacerme renunciar, y me hizo decorar toda su casa para él.
Fui yo quien eligió esta cama, e incluso seleccioné personalmente estas almohadas para él. Nunca pensé que algún día terminaría compartiendo su cama, nunca podría haber imaginado que algún día sería su esposo.
Mis mandíbulas se aprietan involuntariamente mientras pienso en la forma en que rechazó veinte almohadas diferentes, solo para molestarme.
Fue en ese momento que se dio cuenta de que nada de lo que pudiera pedirme sería demasiado. Lo hice todo con una agradable sonrisa en mi rostro, incluso cuando sentía que no estaba aprendiendo nada, o cuando las cosas que me pedía claramente estaban fuera de mi rol laboral.
¿Fue entonces cuando las cosas empezaron a cambiar entre nosotros? Poco después, comenzó a confiarme trabajos más importantes. El cambio fue gradual, pero ese fue un punto de inflexión definitivo.
―¿En qué estás pensando tanto?
Mis ojos se abren cuando lo veo parado en la entrada con nada más que un par de calzoncillos negros. Mis ojos recorren su cuerpo y mi rostro se sonroja al instante.
Siempre pensé que se veía increíble con un traje, pero se ve mucho mejor sin él. Mis ojos se posan en la cintura de sus calzoncillos, donde una V profunda es claramente visible debajo de sus abdominales. Sé que hace ejercicio todos los días, pero nunca había visto cuál era el resultado.
―¿Seokjin? ―dice, con tono divertido.
Aparto la mirada, mi cara está sin duda rojo.
―Simplemente estoy feliz de saber que las almohadas que elegí son tan cómodas como las recuerdo.
Namjoon se ríe, y veo hacia arriba para encontrarlo luciendo algo arrepentido, se ahueca la nuca y mira hacia otro lado.
―Acaban de ser reemplazadas ―murmura―. Gracias por eso, por cierto. No estoy seguro de haberte dicho esto alguna vez, pero cuando haces algo, lo haces bien.
Mis labios se estiran en una sonrisa genuina y niego con la cabeza. Cuando compré estas almohadas, también solicité que la tienda las reemplazara cada dos años. No pensé que se hubiera dado cuenta de eso. Siempre supuse que eso es algo que su ama de llaves manejaría.
Namjoon tiene un equipo completo que llega mientras él está en el trabajo y se encargan de todas sus necesidades.
Se acerca a la cama y yo trago saliva.
―¿Vas a... vas a dormir así?
Se mete en la cama y se gira hacia mí, con la espalda contra la cabecera. ¿Está mostrando su torso a propósito para mí?
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Secretario Kim.
FanfictionCuando él secretario de Jeon Namjoon deja su trabajo poco despué de que su familia lo obligue a tener un compromiso no deseado, él se propone resolver ambos problemas...