♡CAPÍTULO 21♡
El resultado de la prueba de embarazo en sangre es positivo.
Embarazo.
Oh, Dios...
–Estoy... estoy...
La hiperventilación no tarda en llegar, así como el inicio de la histeria.
–Sí. Estás... embarazada.
Savannah y yo no nos quitamos los ojos de encima. Los suyos se humedecen y cualquier tranquilidad existente, debido a la fuerte creencia de que había sido un error del test de la farmacia, desaparece y da paso al llanto desconsolado. Cae en mi pecho y se agarra a mí con todas sus fuerzas, envuelta en un mar de lágrimas, sollozos e hipidos.
–No puede ser... No. No puede ser.
Acaricio su cabello, su espalda y la abrazo con todas mis fuerzas, como tantas veces ha hecho ella conmigo, que tampoco doy crédito a lo que está ocurriendo.
–No puede ser –repite mi amiga, hipando. Tengo la camiseta empapada con sus lágrimas y yo, en shock, no puedo ni llorar. Mi mente ahora mismo está demasiado ocupada intentando asimilar que Savannah está... joder. ¡Está embarazada! –. Creí que era un error. Tenía que ser un error...
–No es un error –digo en el momento en que pienso que debo mantener la calma. La aparto de mí y le cojo la cara con ambas manos para mirarla a los ojos –. Estás embarazada, Sav.
Mi amiga cierra los ojos y se abandona al mar de lágrimas que cubre su rostro al desplomarse de nuevo en mi pecho.
–Tomo la píldora. Tomo la píldora, Valerie. ¡Tomo la píldora siempre, sin olvidos! Puntualmente cada noche a las ocho, cada día de cada mes –solloza mientras el llanto la hace convulsionar entre mis brazos –. Esto no me puede estar pasando a mí –se aparta de golpe y me mira con los ojos muy abiertos, aterrada –. ¿Cómo se lo voy a decir a Matthew? Él va a creer... Él va a pensar... Ay, ¡Dios! ¿Y si piensa que yo le he engañado para quedarme preñada o algo así? ¿No es eso lo que suelen pensar los ricos de los que somos pobres?
Tuerzo el gesto.
–Esto no es una telenovela, Savannah. No digas tonterías. Y si piensa eso yo misma te ayudaré a darle una patada en las pelotas –suelto elevando la voz –. Le dijiste que tomabas la píldora y, de hecho, la tomas. Pero la decisión de tener relaciones sexuales valiéndose únicamente de la protección de tus píldoras ha sido de los dos, imagino, no solamente tuya.
–¡Supuesta protección! –se levanta de sopetón y me tambaleo en el sofá por cómo me suelta.
Se echa a correr por el pasillo y se mete en su dormitorio. La sigo rápidamente y la encuentro rebuscando en el neceser que tiene en su pequeño tocador, histérica, con la cara rojísima y los lagrimones cayéndole por los ojos que ahora emanan furia. Está temblando, crispada.
–¡Voy a demandar a la maldita farmacéutica! –grita fuera de sí.
Me armo de paciencia. Su manera de actuar es totalmente normal. Esto es algo totalmente inesperado.
–No puedes demandar a quien que ya te advierte en sus prospectos que hay una posibilidad de un uno por ciento de que...
–¡¿Y tenía que ser yo ese maldito uno por ciento?! –me grita, apretando el blíster de las píldoras con tanta fuerza, cuyos bordes son de plástico fino, que de pronto veo que una gota de sangre cae de su mano.
–¡Sav! Maldita sea, te has hecho daño.
Ella se mira la mano como si no le importase. Como si acaso no estuviese siendo consciente del daño que acaba de provocarse.

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Arrodillada [+18]
RomanceValerie se ve obligada a entrar en la vida de un atractivo y millonario hombre con el que llega a un acuerdo. Será completamente suya a cambio de que mantenga a su hermana con vida. Pero el acuerdo no es lo que Valerie creyó que sería, y pronto se v...