Muchas veces vemos personas que simplemente cumplen las funciones de una vida ordinaria y coloquial. Cumpliendo con el estandarte de vida promedio del Siglo XXI.
Sin embargo, la vida es de colores por fuera y gris por dentro, carga en su alma, las palabras que nunca dijo, las penas que no soltó, los traumas no curados, las personas que la engañaron. Cree que su vida se apagará pronto como una vela a punto de acabarse y en un nivel de conformismo atroz, acepta la desdicha. Comienza a creer que paga el karma de una vida pasada, se siente merecedor de la miseria.
Hasta que un día. hace el click, no sabe si su cerebro lo está alertando o alguna fuerza exterior lo incita a seguir adelante. Agarra un cuaderno en el cual escribió por mucho tiempo y lee:
"Antes pensaba que el suicidio era de gente valiente y que errada estaba, porque las ganas de hacerlo me han enseñado, que hacerlo o pensarlo implica una tristeza tan desmedida que te sientes exhausto de vivir, la mente está nublada, pérdida, lo que sí tiene claro que vivir implica coraje y ganas y ella ya no tenían ninguna de las dos."
Sigue leyendo pero se los cuento en la próxima.
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La paradoja de un suicida
RandomEscribir en forma de diario lo que siente quien quiere autoeliminarse pero no lo hace. Nace desde la profundidad de mi existencia, en el lugar mas recondito, frio e infeliz de mi ser.