El taxi se detuvo frente a las enormes puertas de hierro y de aquel pequeño taxi bajo una joven veinteañera de cabello castaño y dulce sonrisa.
Después de que el taxi se alejará, la chica finalmente entro en la imponente finca de los Chase, ese lugar que se convertirá en su fuente de empleo y hogar durante los próximos meses.
─Hola, buenos días —saludo la joven a un hombre de avanzada edad que caminaba por el jardín y que a simple vista se notaba que era el jardinero—. Estoy buscando a los señores Chase.
─¿Vienes por el trabajo? ─pregunto aquel hombre mayor.
─SÍ ─respondió sonriente─, acaban de confirmar mi contratación, así que pues... aquí estoy, por cierto, soy Lizeth.
─Un gusto Lizeth ─dijo estrechando su mano─, yo soy Gustavo y estoy para lo que me necesites.
─Muchas gracias, Gustavo ─dijo para luego revisar el reloj en su muñeca─. Bueno, tengo que irme, no quiero llegar tarde y que me despidan en mi primer día ─rio con nerviosismo.
─Ve niña, a la señora Beatriz no le gusta que la hagan esperar.
Después de eso la joven camino con paso apresurado hasta la enorme casona y después de saludar a una de las empleadas de servicio, finalmente llego a su encuentro con los señores Chase.
─Justo a tiempo ─comentó la refinada mujer de rasgos asiáticos mientras revisaba fugazmente su reloj.
─Tengo que irme ─le dijo el señor Chase a su esposa sin prestarle mucha atención a Lizeth.
─Sí, está bien cariño, yo me encargo.
─Con permiso.
Lizeth observó en silencio la salida del señor Chase hasta que la voz de la señora Chase reclamo su atención.
─Asumo que ya tienes entendido cuál será tu trabajo en esta casa.
─Por supuesto señora, solo tengo una pregunta ─dijo mientras Beatriz asentía animándola a continuar─. ¿Me gustaría saber más sobre el bebé que debo cuidar?
─Ven es mejor que la conozcas por ti misma.
Lizeth siguió en silencio a la mujer mientras esta subía por las amplias escaleras hasta llegar a una habitación. Al entrar claramente identifico que el bebé en realidad era una niña, una linda criatura que se encontraba sentada dentro de su cuna.
─¿Cuántos meses tiene? ─pregunto observando a la regordeta bebé rubia que no parecía tener más de un año.
─Tiene 10 meses.
─Su hija es realmente adorable ─comento la joven acercándose a la niña y siendo cautivada por los tormentosos ojos de la pequeña.
─En realidad ella no es mi hija ─dijo algo incómoda, la señora Chase.
─Ah em bueno... entonces ─murmuro sin atreverse a preguntar más.
─Perla es la nieta de mi esposo ─explico─, nosotros nos hacemos cargo de ella, ya que mi hijastra no está en condiciones de cuidar a su hija... Lizeth quiero pedirle discreción referente a este tema.
─¿Discreción? ─pregunto sin entender.
─Em sí ─Beatriz se detuvo─. Annabeth, mi hijastra, tiene algún par de problemas psiquiátricos, ella no está bien, así que si te la encuentras es mejor que la evites y sobre todo no la dejes sola con la bebé.
─Está bien, haré lo que me pide ─afirmó la joven algo preocupada por lo que le acaba de decir la señora Chase.