Capítulo 8

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       Perdí la cabeza y tiré varios platos por la cocina. Me dio unos azotes por ello, pero al igual que el hombre que intentó tocarme, tampoco volví a verla. Papi prometió desde el momento en que me vio que solo me quería a mí, y papi no se conforma con menos de lo que quiere. Nunca tocó a esa criada ni a nadie más desde mí. Esperó y conspiró contra mi padre para hacerle caer en una trampa y que no tuviera más remedio que entregarme. 

—Me encanta la corbata. — Es la roja brillante que le había comprado en uno de nuestros viajes de compras. 

—Me va a encantar usarla contigo más tarde. 

 — ¿Por qué no ahora?— resoplo. La polla de papi sigue dura, y tengo tantas ganas de ocuparme de ella que me duele el cuerpo. 

—Tenemos planes. Tus padres nos reciben. — me recuerda mientras sube la cremallera de la espalda de mi vestido baby doll. Es rojo y tiene tul dorado por debajo, lo que hace que se abombe en la parte inferior. Apenas me cubre las nalgas. Papi me ayuda a ponerme unos calcetines blancos y rojos hasta las rodillas antes de rematarme con un lazo verde en el pelo. —Mi pequeña elfo. — Me da otro beso en la nariz que me hace soltar una risita. 

— ¿Has hablado con mi padre?— le pregunto durante el trayecto. No he visto a mis padres desde que Corano me separó de ellos, y no los había echado de menos ni una sola vez. 

—Un poco. 

 — ¿Saben que vamos? 

 —Sí. — Percibo irritación en el tono de Corano. 

— ¿Qué pasa? ¿He...? 

—No has hecho nada malo, pequeña. Eres perfecta. Solo me gusta recordarle a John lo que ya no es suyo y que me perteneces. —Aprieto los muslos y mi clítoris empieza a palpitar.

 Odio a mi padre. Corano está convencido de que tiene algún tipo de obsesión conmigo. Por eso me tiene tan atada. No creo que a mi nuevo papi le importe el hecho de que una vez tuve otro padre, pero no era lo mismo. Corano cree que mi padre se habría pasado de la raya y me habría tenido para él. Corano dice que las acompañantes  que mi padre conseguía cuando salía a jugar a menudo se parecían a mí, y que las llamaba por mi nombre. 

Llegamos a la casa y papi me ayuda a salir del coche. Mi antiguo hogar ya no es tan ominoso, y no siento nada al verlo. 

—Sr. Corano. — John nos saluda en la puerta y me doy cuenta de que parece diez años mayor. Corano solo le hace un gesto con la cabeza. —Lacy. — Mi padre intenta abrazarme, pero Corano le rodea el cuello con la mano y lo pega a la pared antes de que pueda acercarse a mí. 

—No tocamos. Si vuelves a intentarlo, te parto el cuello. 

 —Lo siento. — se atraganta mi padre, y Corano lo suelta. John jadea y habla sin dejar de toser. —Ven al salón. Mi esposa sigue cocinando. 

Corano me pone la mano en la espalda y me guía hacia el salón, donde hay un árbol de Navidad y la chimenea está encendida. El árbol está triste, con pocos adornos. Corano compró uno gigante para el salón y su despacho. Tardé todo el día en decorarlos, pero fue maravilloso. Debajo de ambos ya está cargado de regalos. Cada día he encontrado la manera de que papi me deje abrir uno. Ha sido un juego divertido al que hemos jugado.

 — ¿Cómo van las cosas? — pregunta mi padre, tomando asiento en uno de los sillones de cuero.

 Corano hace lo mismo y me da una palmada en el regazo para que me siente en él, y así lo hago. Luego separa mis muslos, lo que hace que mi vestido se suba y deje mi sexo desnudo a la vista de mi padre. 

—Las cosas no podrían ir mejor. — Corano desliza su mano entre mis piernas y empieza a jugar conmigo. Suelto un pequeño gemido cuando su otra mano llega a la parte superior de mi vestido. —La he criado. — Da un tirón para que asome uno de mis pechos y empieza a manosearlo. —Ya le está saliendo un poco de crema. No sé qué es más dulce, si su coño o su leche.

Daddy's Boss de Ar Taboo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora