Capítulo 6 • Pérdidas (II)

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- ¡Sí! ¡Exacto! -exclamé extasiada.

- Pensé que era posible que se nos hubiera pasado algo, así que volví aquí a comprobarlo, y metiendo mi mano en ese asqueroso agujero, como tampoco noté nada, saqué las pequeñas tijeras de cortarme las uñas que siempre llevo conmigo, pensando que quizás podía encontrar algo escarbando con ellas en esa arenosa pared -me dijo mientras me la lanzaba para que la cogiera al vuelo.

Al introducir las tijeras, Érika se había dado cuenta de que el lado derecho sonaba hueco. De modo que, aunque con dificultad, debido a lo estrecho que era, lo había golpeado con fuerza varias veces hasta conseguir que la arena cediera, dejando tras de sí una obertura.

Dentro de la misma encontró una pequeña caja de cerillas en cuyo interior se había escondido la llave que queríamos.

- ¡¡Eres maravillosa!! -le dije.

- Lo sé -reconoció ella mientras se espolsaba los pocos restos de arena que hubieran podido quedar en sus vaqueros.

- Vale, ¿y ahora qué? -pensé.

Aquél hombre me había dicho que la bomba debía estar junto a la entrada, pero, ¿dónde era eso exactamente? Continué pensativa un poco más, repasando en mi mente las diferentes partes que constituían el instituto, pensando en cuáles podría llegar a esconderse un cofre y descartando las que no.

- En la entrada, en la entrada... Pero, en la entrada, ¿dónde? -continué pensando, poniéndome cada vez más ansiosa, yendo de un lado para otro.

No me parecía una respuesta fácil. Las instrucciones que aquél hombre me había dado eran demasiado escuetas.

- Puede que la llave... Sí, es posible que sea eso -me dije a mí misma tras visualizar bien en mi cabeza todo lo que envolvía a la entrada.

- Rose, ¿todo bien? -me preguntó Érika preocupada por ver que tardaba mucho en marcharme.

- Sí, sí. Creo que ya lo tengo claro -afirmé.

- ¡¡Genial!! -exclamó eufórica, elevando su brazo a modo de victoria.

- ¡Me voy! ¡Gracias! -me despedí esperanzada, creía haber dado con el lugar exacto.

- ¿Marcharte? ¿A dónde? Lo que vas a hacer es venirte conmigo -concluyó una severa voz varonil.

Era el hombre de traje que había visto bajar desde la ventana y que acababa de entrar por la puerta.

- ¡¡Cuidado Rose!! Hay un hombre justo detrás tuya -me advirtió Érika.

El hombre de traje llevaba una cuerda consigo, con la intención de ponérmela. Pero Érika le lanzó una de las rocas que había allí esparcidas a la cabeza, antes de que pudiera llegar a hacer nada.

Le golpeó. Pero no le mató. Y aunque el hombre parecía confundido, no tardó mucho tiempo en recomponerse y ponerse en pie. Se había colocado frente a la puerta, aquejándose un poco por el dolor, pero impidiéndome el paso.

Al no poder pasar, ambos tomamos una distancia prudencial. Así pues, yo, al contrario que él, me había aproximado al espacio de las derruidas escaleras, cerca de Érika.

- ¡¡Déjame pasar!! ¡Muchos inocentes podrían morir hoy! -le grité con convicción.

Hacía mucho tiempo ya que había dejado de tener miedo a que alguien pudiera hacerme daño.

- Me niego -manifestó seca y ásperamente aquel hombre mientras sacaba una pistola de su bolsillo bastante cabreado.

Disparó varias veces, pero no me logró dar en ninguna de ellas. La habitación era lo suficientemente ancha y alguna de las piezas de la escalera lo suficientemente grandes como para poder evitar sus balas esquivándolas o escondiéndome tras las piedras.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora