Una lágrima

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Maximiliano Corleone.

-No preguntes solo ve- me entrega un pendrive.

Fui a la cocina donde estaba trabajando unos minutos antes y lo conecte a mi MacBook. Cuando ví lo que había, la laptop cayó en el suelo y yo miraba a dónde había caído. Sentía como mil trenes me pasaban por encima, como si el mundo se apagara y solo quedabas tu con tus pensamientos. Las manos me temblaba a ver cómo MacBook aún encendido con la horrorosa foto.
«Mariana y massimo» eso era lo único que mi mente repetía un sin fin de veces, Alfredo sabía cómo era y por eso decidió no acercarse. En cambio Mariana si lo hizo.
«Perdoname» gritaba y lloraba, me agarraba de la camisa y yo aún seguía en la misma posición. Tenía la cabeza gacha viendo aún la foto.

-Perdóname Max, yo no quería que......

No la escuchaba sus súplicas y sus ruegos no me llegaban. Sentía las venas como si se me fueran a reventar y era por qué tenía las manos en puños. Solo reaccione cuando sentí el sabor salado en mi boca, era una lágrima. «puta mierda» nunca en mi vida he llorado, no que recuerde, ni siquiera cuando murió mi padre, y ahora lloro por esta....
No tenía palabras para referirme a ella, así que levante La mirada y me fijé en aquellos ojos que era mi jodida perdición. Aquellos ojos que me hicieron ser el que nunca creí ser.

- ¿Por qué lloras?-pregunté tranquilo, aunque por dentro estaba qué iba a explotar.

-Max, lo siento yo no recuerdo na...- le puse mi dedo en sus labios.

-Shhh-susurré, pude ver cómo tragaba saliva-No llores princesa.

Acerqué mi boca a la suya con un beso cargado de irá, pasión y mucho dolor y odio. Pero ese iba hacer el último beso de amor que le daba y por mas dramático que se viera, con eso sellé el pacto de odiarla toda mi vida.

-Max-ella me empujaba por qué no la dejaba respirar.

-Es que amore te gusta actuar como puta-pude ver qué algo se quebró «Y lo que le faltaba»-Te estoy dando lo que te gusta.

Deje de mirarla y la sostuve del cuello.

-¿Dónde carajos esta massimo?-rugi.

Alfredo se acerca con un cigarro en la boca pero yo sabía que estaba nervioso por si cometía una locura.

-No te lo vuelvo a repetir Alfredo.

-Cálmate- la miro con asco y eso me dió más dolor por qué yo no quería que la mirarán así, ya que ella era mía y lo mío se respeta-Está en el club.

No necesite más ya que salí despavorido hacía el club.
Ese idiota me las iba a pagar y mi madre nunca me perdonaría que lo matara pero hizo méritos para ganarse una lápida.

Mis hombre me llevaron al club y yo aún tomaba de cuello a Mariana, sin hablarle.
Llegamos al club y apenas entre di tres disparo en el techo.

- ¡¡Todo el mundo, largo!! -grite,casi me quede sin aire.

Todos salieron y la única que se quedó fue Natasha.

- Tu también te largas

Salió con tranquilidad moviendo sus caderas como si fuera a modelar.

-MASSIMOOO-rugi. Bajo las escaleras y yo saqué mi arma.

-¿Que demonios te pasa Max?-se quejo.

- ¡¡Sera que demonios te pasa a ti!!- le reprocha Alfredo.

Massimo mira a Mariana y luego a mi, le dice algo a su escolta el cual abandona el local.
Alfredo se acerca a él y lo agarra de la camisa.

-¿Sabes lo que hicistes, idiota?- massimo no contesto, en realidad me retaba con la mirada-No, no lo sabes- añadió Alfredo-Por qué si lo supieras, no fueras cometido tal locura.

-¿Por qué?-empujó a Alfredo y ahora sí tenía su atención -Se acuestan con Miles de mujeres casadas o incluso mujeres de sus socios, amigos o lo que sea y no lo ven mal, pero si lo hago yo ¿Que?.

Alfredo estaba sorprendido como rapcionaba massimo, en cambio yo no, ya que siempre supe que mi hermano tenía o tendría el peor carácter que todos.

- ¡¡PORQUE ES A TÚ HERMANO!!- Alfredo le dió un golpe en el pómulo.

El solo escupió mientras detallaba de reojo a la mujer que lloraba a mi lado. Yo solo lo analizaba y en ese trascurso de tiempo solo pude llegar a una sola conclusión: Se había enamorado.

-Te enamorastes -el fijo su vista a la mía y aunque no era una pregunta su mirada confirmo todo-Pues ahora te la mato.

Lance a Mariana a dónde estaban unas mesas y ella cayó en el suelo cortándose con una botella el brazo, no era mucho pero igual sangro.

-No es su culpa Max-alego con voz desesperada que al igual que yo le había dolido esa caída de Mariana.

Alfredo lo sostuvo para que no viniera a socorrerla.

- ¿Sabes que? primero me quiero divertir ¿No te parece amor?-estaba aún en el suelo y me arrodille a su nivel y le alcé el mentón.

-Lo siento...-la bese mientras mi desiquilibrada cabeza decidía que hacer.

-El juego consiste en la ruleta- saque mi revolver-El primero en disparar va hacer massimo.

-No-forcejea con Alfredo para poderse soltar.

-Si lo haras, por qué si no lo haces, pues tendrás que ver cómo me la cojo en tu cara.

-¡¡No me hagas esto!!-suplicaba Mariana, mientras yo miraba a massimo espectante, quería saber a qué nivel se había enamorado de mi mujer.

-¡¡cállate!! -levanté la mano y ella se cubrió la cara gritando y llorando que no le pegará pero yo la estrelle en la mesa.

- ¿Por qué lo arruinastes?- me volví débil en un momento y podía sentir como mis ojos me picaban.

(Joder quería llorar de nuevo).

-No lo recuerdo-musito.

Me estaba ahogando de dolor y tenía que desquitar ese dolor.

-Pues como massimo se negó, no me queda de otra que hacer que vea a quien le perteneces.

Le di una señal a mis hombres que lo sostuvieran.
La tome y la subí a una de las mesa mientras ella pataleaba y me arañaba para que la soltará. Los cuatro hombres ayudaron a sujetar a massimo qué gritaba que la dejara en paz y que le diera un tiro a el, y claro que se lo quería dar.

-No lo hagas max-jadeaba mi hermano con cara de horror-Ella no tiene la culpa.

-Cállate y ve como me cojo a tu puta.

-Te vas arrepentir-advirtió.

No lo escuché y le quite el vestido. Mis hombres miraron al suelo incluso massimo.
le apunte con el arma a Mariana.

-No sea hipócrita y ve, ya la has visto que más da- el subió la mirada.

-Esto será rápido mi amor ya que tenemos espectadores.

Ella tenía espasmos de tanto llorar.
Puse la pistola en la mesa cerca de ella y me desabroché la bragueta y saque mi miembro, ella no decía nada ni hacía nada. Le alcé la cara y sus ojos conectaron conmigo, le abrí las piernas y con los dedos moví a un lado su tanga. Pude notar que no estaba lubricada así que le dolería. Coloque mi miembro en su entrada y de una sola embestida la penetre sin compasión y ella se quejo de dolor y de reflejo colocó sus manos en mi hombro para agarrarse.

-¡¡Max suéltala!!- gritaba como loco.

En cambio ella se le resbalaban las lágrimas en sus mejillas. La embestía sin compasión mordiendo sus hombros para poder marcarla y ya cuando estaba concentrado ella me apunto con la pistola y pare viendo en sus ojos dolor a la par que los míos....

No me hieras Tanto.   Aprende Conmigo Vol..1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora