uno, dos y.....

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Maximiliano Corleone.

Mi corazón se detuvo con esa revelación “embarazo” se repetía en mi cabeza.
Mariana se desmayo y gracias a aurora que la agarro para que no se fuera al suelo otra vez. Mi hermano Angelo junto con massimo la cargaron y la llevaron a la cama, yo no me movía pero mi cerebro estaba al cien, buscaban alcohol para despertarla. Despertó pero no decía nada solo abrazo a Angelo.

— Espero que no me estes mintiendo massimo por qué si no ....—  fue al baño y regreso con una jodida prueba de embarazo.

Joder tenía dos rayas, llame a uno de mis hombre a qué me trajeran tres malditas pruebas para descartar que no se haya equivocado.

Tenías días sin dormir, mi cama olía a ella y cada rincón de mi habitación me hablaba y susurraba su nombre. Ya llegué al límite de mi demencia
Me la pasaba tomando y con putas o bueno una puta en específico....
Pero no deja de buscarla a la única que me daba calma a mi alma y a la que apagaba y encendia el fuego en mi interior cuántas veces quisiera.

Todo el mundo estaba en silencio, Aurora con Mariana y Angelo, sus sollozos era como puñaladas en mi pecho y más cuando le decía a Aurora que le dijera que no era cierto. Alfredo en el sillón con una copa de whisky sin mirar a nadie y massimo miraba a un punto de la pared que no fuera a ningunos de los presentes.
En pocos minutos llego lo que pedí.

— Andando—ordene a Mariana sin mirarla.

— No voy hacer nada—me sacaba de mis casillas.

—¡¡Joder, no te lo estoy preguntando, así que mueve el culo!!— me lanzo una mirada que si fueran dagas, me mataba.

Entro en el baño y iba a cerrar y entre con ella.

— Fuera —me saque un cigarro como que si no fuera conmigo. No tenía más remedio que orinar en mi presencia.

Se bajó el shorts de mala gana y tuve que respirar para no mirar a aquel hermoso tesoro que tenía entre sus piernas

Tuve que disimuladamente arreglarme el miembro por qué estaba que reventaba, pero lo que me hizo no tenía perdón por más que el estúpido corazón que había matado más de cien personas, latíera y me decía que la perdonará, que sin ella no viviríamos. La amaba y la seguiría amando, pero mi orgullo era más grande que eso.

Orino en todas las pruebas y esperamos el tiempo estipulado, en silencio ninguno de los dos se decía nada. Pero nuestras miradas se encontraba y se decían todo, la de ella pedía perdón y la mía pedía el por qué de haberme hecho eso.
Pasaron los minutos y fui a dónde las pruebas....

Las parti todas. Ella corrió fuera del baño a ver mi estado, volví pedazos el lavado, la puerta y todo lo desbarate. Mis hermanos fueron a socorrerme por qué ya no aguantaba el jodido dolor que sentía en el pecho. Podía ser mío, pero también podía ser de mi hermano y primero lo mataba a que...

«No quería ni pensar en eso»

Me desprendía de mi ropa mientras dejaba salir una jodida lágrima por qué ni para llorar servía. Después de destrozar todo lo que se me atravesaba, me peine el cabello con las manos.
Respire hondo y no inmute palabras con nadie, solo la cogí a volada y salí de la casa con los demás pegado a mi espalda. Sentía como temblaba encima de mi y bien que no supe demostrarle amor para que pensará que le haría daño, por qué sí,  la empuje, pero lo hice  sin querer. Jamás  la mataría, ya que primero me mataba antes que a ella.

La monte en el carro con dificulta ya que pataleaba como loca de que la soltará.

— ¡¡Maximiliano déjala en paz!!— massimo ya me tenía de los cojones.

No me hieras Tanto.   Aprende Conmigo Vol..1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora