02. Recuerdos y promesas

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                       Oliver
Han pasado ya varios años desde que nos fuimos de este lugar, lo extrañaba tanto, me hubiese gustado que mi madre regresara a casa con nosotros pero, ella falleció unos meses atrás y en sus últimos días de vida nos hizo prometerle a mi hermana y a mí que volveríamos, que nosotros no fuimos los culpables de nada y tenemos derecho de regresar a nuestro hogar.

Mi hermana se encuentra en el lado derecho del auto, mirando por la ventana, a pesar de que ella es tres años mayor que yo, siento la necesidad de protegerla, pues ahora solo somos nosotros dos y desde la muerte de mamá su esencia se ha ido, me preocupa este nuevo cambio que tendremos, porque la gente nunca olvida.

-¿Crees que Dante me recuerde?- Miro a Sara antes de aparcar el auto frente a casa.

Dante era mi mejor amigo de la infancia, todas las tardes, bueno, cuando sus padres lo dejaban  salíamos a jugar a la calle con otros niños de ahí, su familia tenía dinero y eran muy estrictos por lo que juntarse conmigo le traía demasiados problemas, pero nunca le importó y seguía siendo fiel a nuestra amistad, hasta que ocurrió el accidente de mi familia y ni siquiera me pude despedir de él.

-Por supuesto que lo hará, esos ojos grises que te caracterizan y tu actitud inmadura que siempre has tenido lo harán recordarte- antes de que pueda salir del auto le saco la lengua indignado.

-Tengo 20 años ya he madurado lo suficiente- me cruzo de brazos en mi asiento.

Sara toca desde fuera del auto la ventana de mi lado.

-Claro, como digas, ahora chico maduro baja de ahí rápido que tenemos muchas cosas que hacer y mañana empezarás tu último año de preparatoria así que irás temprano a la cama.

¿Temprano?, ni que fuera un niño, además tengo que ir a recorrer las calles, quiero ver si todo sigue igual o ha cambiado por aquí.

Perdí un año de estudios después de la  muerte de mi madre, Sara y yo tuvimos que trabajar para poder pagar la renta atrasada de nuestra antigua casa y cuando por fin logramos pagar decidimos mudarnos para acá.

Bajé las maletas de Sara de la cajuela, eran las últimas, mañana vendrá el camión de mudanzas con los muebles y demás pertenencias, cuando puse un pie en la enorme sala vacía recuerdos tristes y uno que otro feliz invadieron mi mente, nunca había notado lo enorme que es nuestra casa, esto será muy silencioso con solo dos personas aquí.

Pongo sobre mi hombro derecho mi mochila y tomo mi maleta para ir a la planta de arriba donde se encuentra mi habitación, me paro frente a esta y no puedo creer que aun sigan esos stickers de los Backyardigans  pegados en la puerta, son geniales, tal vez Sara tenga razón y no he madurado del todo y que lo siga creyendo por que no pienso quitarlas de ahí nunca.

Tomo la manija de la puerta y entro a mi pieza con los ojos cerrados, por que si esos stickers siguen ahí, es muy probable que siga aquel poster gigante de Mulan, abro primero un ojo y efectivamente ahí está, el mejor poster del mundo, y aunque de pequeño me decían que era para niña jamás me importó, quienes eran ellos para catalogar las cosas, son solo cosas, disfrútenlas y dejen vivir.

-Oliver, saldré a comprar comida, mientras revisa si los servicios de la casa están encendidos, sobre todo el del agua, si es que quieres agua caliente, ya vuelvo.

Escucho la puerta principal cerrarse, me dejo caer sobre mi pequeña cama y miro a mi alrededor, todo sigue exactamente igual, miro hacia el mueble de madera justo al lado de mi cama y una pequeña fotografía llama mi atención.

Miro detenidamente y mi corazón empieza a palpitar aceleradamente, es un retrato mío cuando tenía 10 años y puedo reconocer perfectamente el fondo, la casa de Dante, y por la ropa que llevo puesta sé que fue tomada un día antes de irme, mis manos empiezan a sudar al darme cuenta de quién está detrás mío observando el cielo como solía hacerlo, Lia Guerrero, jamás me olvide de ella,  fue mi primer amor y el único hasta ahora, recuerdo que me ponía muy nervioso cuando la saludaba y Dante se reía de mí, o cuando esos niños estúpidos la molestaban y yo los amenazaba con golpearlos, porque si había algo que me desconectara de los problemas con mi padre era su sonrisa y no iba a permitir que  la apagaran. Me pregunto si seguirá viviendo aquí, espero que sí.

Escucho ruidos en la parte de abajo de la casa, ¡ay no!, Sara ha llegado y no he hecho nada de lo que me pidió, dejo la fotografía en la cama y salgo corriendo escaleras abajo, pero me detengo abruptamente al darme cuenta de que no es Sara si no un chico bastante alto, de cabello oscuro y piel demasiado blanca que me mira con una sonrisa, ok eso da miedo.

-Hola Oliver, cuanto tiempo- wow, su voz sí que es grave y si no fuera por aquella cicatriz en el brazo izquierdo diría que es la copia barata de mi amigo.

-¡Vaya!, sí que te llegó bien la pubertad Dante- bromeo un poco con él.

-Y tú, veo que tu sentido del humor sigue ahí.

Nos reímos un poco antes de abrazarnos, sí que extrañé a mi compañero de aventuras.

-Espera- rompo el abrazo para mirarlo. –¿cómo entraste?

Mete la mano al bolsillo de su pantalón y saca una llave.

-¿Cómo es que tienes eso? ¿Acaso tú eres el encargado que dejó mi madre? - estoy realmente confundido en este momento.

-Lo soy desde hace dos meses, resulta que mis vecinos los señores Martínez fueron los que se quedaron a cargo, pero ya son personas grandes y no pueden hacer los trabajos pesados, buscaron a alguien pero ya sabes nadie quería entrar a esta casa, todos son unos idiotas, así que me ofrecí a ayudarles, quería mantener tu hábitat justo como lo dejaste.

-Y así lo hiciste, te agradezco por dejar mis decoraciones de lujo-  muy amable de su parte.

-Sabía que regresarías algún día, así que me encargué de dejar en tu habitación lo más importante para ti- me regala una media sonrisa.

Entendí al instante a lo que se refería y no era precisamente Mulan.

-¿Ella sigue viviendo aquí?- el ambiente se volvió un poco más serio, tenía miedo de su respuesta.

-Claro, sigue siendo mi vecina y asiste a la misma preparatoria que yo, pero ella cambió bastante en los últimos años.

La casa de Lia queda justo enfrente que la de Dante y debo admitir que algunas veces, desde la habitación de mi amigo, la observaba jugar con su hermana en el jardín delantero de su casa.

-¿Cambió? A que te refieres.

-Sí, ella es algo difícil de entender, siempre está sola en las clases, jamás la he visto conversar con nadie y si lo hace es solo con fines académicos, cuando la veo por los pasillos de la escuela o en el jardín de su casa le saludo y me lo devuelve pero se va rápidamente  y lo que me molesta es escuchar los comentarios de burla  de los estudiantes hacia ella y ella lo sabe pero no dice nada.

No hay acto más cobarde que usar el dolor ajeno para dejar de pensar en el tuyo, eso me decía mi madre cuando los problemas con papá se complicaban y escuchar las palabras de Dante hace que mi enojo recorra todo mi cuerpo.

-¿Cómo se llama tu preparatoria?-  mi voz sale más ronca que de costumbre.

- Instituto Montealbán, ¿Por qué?

-Mañana temprano me iré a inscribir ahí y no me importa darme de baja en la que Sara me inscribió- nadie me hará cambiar de opinión.

-Ella es muy importante para ti ¿cierto?- posa su mano sobre mi hombro.

-Prometí que jamás permitiría que su sonrisa se apagara y yo siempre cumplo mis promesas.

A. Hernández 🥀

El adiós, si es para siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora