Capítulo 4:A fuego lento

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El tiempo pasaba como un suspiro y, mientras Iván iba y venía entre aviones por su trabajo, sus mensajes habían empezado a sentirse como una droga.

"Eres preciosa, siempre me lo pareciste."
"Contigo todo es diferente, simplemente me siento más feliz. "
"Estoy orgulloso de ti."

Eran como esa onza de chocolate que te sube el ánimo en un día horrible.
Hablaba con Asher cada vez más a menudo por teléfono, en cualquier hueco.
Mientras paseaba, por el manos libres del coche mientras conducía, mientras cenaba cuando Iván estaba de viaje e incluso antes de dormir esos días.
Él me contaba sobre su agencia, aún pequeña y modesta, pero con potencial, yo le hablaba de mis proyectos de diseño y mis libros en proceso.
Hablábamos de su familia y la mía, de todos esos años que nos habíamos perdido sin hablar y de los anteriores a ellos cuando aún éramos amigos de Sebastian y Carla.
Como aquel sábado mientras esperaba que unas palomitas se hicieran en el microondas.

- ¿Y qué te pasó con Carla? -pregunté ajustando uno de mis auriculares.
- No había química. -respondió él escueto-. ¿Y a ti?
- Carla no era la amiga que yo creía, me la jugó y no volvimos a hablar.
- Preguntaba por lo tuyo con Seb. -puntualizó él, e incluso yo escuché la sonrisa divertida en su voz.
- Oh... Pues...

Me puse roja como un tomate al recordar mi última conversación con Sebastian.
Las cosas con Seb siempre habían sido raras, pero aún así recuerdo un tiempo en el que le quise poner empeño en incluso fui yo la que inició conversaciones más personales, pero no funcionaba y tanto él como yo lo sabíamos.
Asher insistió.

- Vamos, cuéntame, sabes que puedes confiar en mí. Yo tampoco sé mucho de él ya.
- Creo que no le gustó el rumbo que tomó nuestra última conversación y dejó de hablarme, eso es todo. -expliqué sacando las palomitas para verterlas en un bol.
- ¿Qué rumbo?
- Uno sexual. -solté de golpe dejándome caer como un peso muerto en el sofá para no morir de la vergüenza.

La línea se quedó en silencio tanto tiempo que tuve que mirar la pantalla para comprobar que Asher seguía ahí.
La voz de Asher salió ronca y baja, sobresaltándome.

- Ese tío es gilipollas. ¿Me estás diciendo que intentaste calentar las cosas y desapareció?

Lo escuché chasquear la lengua y soltar una risita sin humor antes de volver a hablar.

- Yo habría dado gracias al cielo mismo por ver que tú quieres follar aunque sea por mensajes de texto.

Me atraganté con una palomita al oírlo y comencé a toser intentando respirar de nuevo.
¿Qué había dicho? ¿Lo había entendido bien?
No, seguramente el idioma me estaba jugando una mala pasada.
No podía haber dicho eso, ¿verdad?
Asher volvió a hablar.

- Sandra, ¿estás bien?
- Sí, sí, perdón. -Dije dando un buen sorbo de agua a mi botella-. Es solo que creo que no te he entendido bien.

Asher soltó una risotada ronca que me puso la piel de gallina.

- Me has entendido perfecto y lo sabes. -dijo-. Pero te lo explico si quieres. Siempre me has gustado, Sandra, si me hubieras elegido a mí habría hecho lo que fuera por complacerte incluso desde la distancia.
- ¡Asher! -exclamé sorprendida-. No digas tonterías, tú estabas con Carla.
- Sí, ya, grave error, ni siquiera sé cómo acabamos así si la que me gustaba eras tú.

Me quedé en completo silencio, sin saber si realmente lo decía en serio o se estaba cachondeando de mí.
Mi mente viajó hasta aquellos primeros años de amistad.
Pidiéndole consejo cuando tenía que entregar algo escrito en inglés en mi primer trabajo, contándole sobre España y sus costumbres, presumiendo de mi preciada Málaga y sus alrededores, riendo cuando intentaba cantar en español con su vocecilla aún de adolescente.
Esa era una de las cosas que siempre me habían gustado de hablar con él, esa facilidad que siempre tuvo para hacerme reír.
Un suspiro nostálgico brotó de mí.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2023 ⏰

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