Un amor sin sentido

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Cuando los tres cazadores se recuperaron, el cuerpo de cazadores de demonios comenzó a mandarlos en misiones por separado, algunas juntos, algunas por separado, por lo que las jóvenes enfermeras de la finca mariposa siempre tenían, por lo menos a uno de los muchachos a quien entrenar y con quien ponerse al corriente, era una rutina agradable que las mantenía activas y con una sensación de novedad, mientras que al trío de muchachos, los hacía sentir una curiosa cotidianidad, como si esas camas de enfermería se fuera volviendo su segundo hogar.

En ese día en particular, Inosuke había salido de madrugada con la primera luz del sol, por el medio día, un segundo cuervo vino para pedir la presencia de Tanjiro en un poblado cercano a la finca para investigar unas desapariciones. Dejando solamente al rubio, el cual, a pesar de su increíble oído, se encontraba roncando plácidamente en su cama.

Aoi, cuando fue a la recamara para hacer el cambio de sabanas, y vio al muchacho inflando su pecho de forma descarada, ignorando por completo las finas técnicas de respiración que pasaron tanto tiempo en enseñarle, entre más tiempo lo veía, más sentía como le palpitaba una vena en la sien, caminando sigilosamente hacia su cama; pateando su colchón para arrojarlo fuera de la cama.

- ¡AHHHHHH! -Sólo pudo escuchar su grito antes de azotar su cuerpo contra el suelo de madera, levantándose en pánico, mirando en todas direcciones.- ¡¿Qué?! ¡¿Donde?! ¡¿D-demonios?!

- ¡Hmph! ¡Despierta de una vez, burro! Si no tienes misiones, entonces ve al jardín y ponte a entrenar como debe de ser, Tanjiro e Inosuke ya salieron y tu estás aquí de vago -Exclamó con una expresión de reproche en su rostro, con los puños en su cintura. Sin importar cuanto se esforzaba en corregirle su actitud, y cuanto parecía progresar, al día siguiente aparecía haciendo alguna ridiculez como ésta.

Zenitsu pestañeo, frotándose los ojos con el índice para limpiarse los lagrimones, ignorando lo que ya era un regaño habitual por parte de la chica de las coletas.

- ¿Eh...? Si, si, lo siento -Exclamó en automático mientras se iba levantándose, estirando los brazos hacia el techo, levantando un poco de su camisa de la pijama, mostrando un poco de su ombligo, pero de repente, detuvo su plácido quejido al estirarse, abriendo los ojos de par en par.- ¿Tanjiro se fue?

Aoi frunció el ceño, mirándolo con sospecha, esa expresión no le daba buena espina.

- Si, salió... -Respondió con precaución, y al mismo tiempo, intriga.

- ¡¿Y se llevó a Nezuko con él?! -Gritó con emoción, corriendo hacia Aoi, al punto de que sus narices casi se rozaron.- ¡¿Nezuko está aquí?! ¡¿Sola?!

Nezuko... Es verdad, era la hermana de Tanjiro Kamado, la niña que se convirtió en demonio; su sola existencia logró poner de cabeza a todo el cuerpo de cazadores de demonios, por lo extraño que resultaba la idea de un demonio siendo un aliado, así como, lo bizarro que era verla viajar a espaldas de su hermano dentro de una caja donde estar a salvo del sol. No había llegado a verla más que un par de veces, caminando por las noches por la finca, saludándola con una gentil reverencia cuando sus sombras se cruzaban en las noches oscuras, emitiendo un suave quejido mientras que mordía un pedazo de bambú para cubrir su boca.

Esa chica era un enigma, y al parecer, uno que interesaba demasiado al escandaloso rubio.

- Uhm... no lo sé... -Se limitó a responder mientras retrocedía para imponer distancia entre ellos, el tenerlo tan cerca no la dejaba pensar con claridad, tardó demasiado en darse cuenta de lo que Zenitsu quería hacer.- ¡Espera, n-!

Sólo pudo sentir como una brisa de viento y el sonido de un pequeño estallido pasaba a través suyo, volteando por encima de su hombro para ver que el joven alumno de la respiración del relámpago, ya estaba corriendo fuera del cuarto. Nunca podría alcanzarlo, así que simplemente le gritó desde la distancia.

Diamante en brutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora