XI

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Jungwon amaba dormir sobre el pecho de Jay, se había vuelto su actividad favorita en las últimas semanas

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Jungwon amaba dormir sobre el pecho de Jay, se había vuelto su actividad favorita en las últimas semanas. Podría pasar horas completas ahí recostado, y aunque el mayor muchas veces terminará con uno que otro brazo dormido, ya que si se movía Jungwon solía pujar en señal, así que permanecía muy quieto, porque él también amaba tener a Jungwon pidiendo mimos y abrazos a cada rato.

Pero bueno, el castaño no era así todo el tiempo, solo cuando estaban solos.

La razón era simple, le daba pena.
Y más pena le daba, porque había jurado y perjurado que Jay jamás le gustaría, y que sus amigos lo escucharan decirle a Jay que le diera un "bechito" no era algo de lo que quería escuchar burlas.

Así que por eso prefería pasar tiempo a solas con él.

A causa del trabajo de la madre del más pequeño solía pasar mucho tiempo a solas en su casa, así que prefería invitar a Jay a su casa, eran muy pocas las veces que este solía visitar la casa del mayor, aunque las pocas veces que había ido, no fue más de una hora.

Esa mañana el mayor lo había invitado a una cita por la tarde, eran muy recurrentes aquellas citas, donde sólo salían, se besaban, paseaban un poco, algunas veces iban a comer, o se volvían a besar. Aún no eran oficialmente pareja, y eso hacía que los nervios de Jungwon lo carcomieran, así que se había decidido a pedirlo el oficialmente.

Le pediría a Jay que fuera su omega, porque claro, él era un alfa.

Tenía todo planeado, Jay solo debía decir que sí, luego, se casarian, lo marcaría y tendrían cachorros juntos.

Porque Jungwon era su alfa.

Cuando el auto de Jay llegó a la casa Yang, él castaño lo recibió con un beso en los labios, como costumbre.

Partieron al lugar de la cita, del cual Jungwon desconocía por completo.

Jay no vestía elegante, así que no iban a un restaurante caro, pero tampoco muy casual para solo ir al cine o a algún parque o cafetería.

A lo lejos pudo divisar el parque de atracciones, cuando Jay estacionó el auto frente a la entrada del lugar, pudo confirmar que efectivamente ahí sería su cita.

Pagaron sus entradas y se dispusieron a disfrutar del resto de la tarde.

— Subamos a la montaña rusa, la que nos pone de cabeza — Jungwon saltaba emocionado por la idea.

— Cielo... ¿realmente quieres que la sangre suba a tu cerebro? — Jungwon asintió con entusiasmo — Bien, pero si vomito tendrás que sobarme la espalda.


— No vas a vomitar... espero —  susurro lo último — anda, vamos.

La fila fue eterna para un Jungwon emocionado por la idea, y cuando por fin subieron, temblaba de miedo, pero el agarre de la mano de Jay lo hizo relajarse. Cuando bajaron, Jay no vomito afortunadamente, pero Jungwon casi lo hace.


¡¡SALGAMOS!! - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora