8.- A veces tus enemigos pueden convertirse en tus amigos, supongo (2/2)

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Mi cuarta misión fue un poco más especial. Al principio no parecía nada extraño, nada más una silencio me pidió que la acompañara a una bodega a robar información de una mafia; fácil. Me lo pedía a mí porque sabía que soy un ancla y quería protección en caso de que las cosas se pusieran feas, nada malo con eso tampoco.

La silencio se llamaba Uvian, me dijo que la llamara Uvi. Era una sirivi de apenas unos dos metros de alto, baja para los sirivis. Tenía pelo verde y grueso atado en una cola y ojos del mismo color. Era sonriente y muy agradable, algo completamente distinto de los sirivis que he conocido hasta el momento.

"..."

¿No crees, Brontes?

"¿Te refieres a mí?"

Jijiji, no, para nada.

Brontes suspiró.

"Quién te entiende"

Bueno, el caso es que esta misión iba a ser un poquito más grande que a las que estaba acostumbrada, porque como íbamos a robar algo de la mafia, necesitábamos de otra persona que nos abriera el acceso a las puertas. Para eso no bastaba con el equipo de hackers, sino que necesitábamos a alguien que entrara a los controles de esa base específica de la mafia y desactivara las puertas de seguridad. Lo bueno es que Uvi ya tenía una compañera que haría esa tarea, alguien con quien había trabajado varias veces. Si todo salía bien, no íbamos a necesitar verla durante toda la misión, pero cabía la posibilidad de que nos topáramos.

Como todas las veces anteriores, nos preparamos, nos dirigimos al puente y viajamos. Esta vez volvíamos a Nudo, solo que a otro país al que no conocía; se llamaba Banceda y estaba ubicado al sudeste de Atídima. Se trataba de un país horizontalmente largo, conocido por sus mercados, sus montañas y sus cuevas ricas en minerales preciosos. Según me dijo Uvi, solían entrar en conflicto cada doscientos o trescientos años con sus vecinos en Idemali por territorios y recursos.

La mafia en ese lugar vendía principalmente drogas y armas, qué sorpresa. Nuestro trabajo consistía en ir y tomar la información de sus itinerarios de transporte y clientes para que nuestros clientes pudieran emboscarlos.

Fuimos a reconocer el terreno; se trataba de un área grande en la periferia de la ciudad, en un barrio lleno de fábricas y bodegas. Pasaban varios camiones alrededor, no mucha gente, perfecto para hacer negocios.

Durante la noche volvimos, con las máscaras y el equipo listo.

—Muy bien, tu nombre código será Filo— me espetó Uvi— yo seré Nave y mi amiga será Llave ¿Bien?

Asentí con la cabeza. Listas, nos dirigimos a una puerta con candado para ingresar. Uvi no se demoró nada en abrirla, algo bueno, porque yo aún no tenía esa habilidad, lo único que podía hacer era cortar las bisagras y eso podía llamar la atención de cualquier guardia alrededor.

Cerramos detrás de nosotras y continuamos hacia la bodega. Tuvimos que escondernos de un par de cámaras y unos guardias, pero no hubo ningún problema. En apenas unos minutos llegamos a la bodega, solo necesitábamos esperar a que abrieran la puerta reforzada por computador.

Esperamos unos minutos, pero no ocurrió nada.

—¿Dónde está tu amiga?— le pregunté.

—Llave— me recordó Uvi.

—Ay, claro, perdón.

Uvi se llevó una mano a la oreja donde tenía un comunicador. No podía ver su cara gracias a la máscara humeante, pero por su lenguaje corporal noté que comenzaba a preocuparse.

La Helada Garra de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora