30. Secretos

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Una vez alguien me llamó la atención diciendo que si alguna vez lo veo dirigirse a un precipicio, no puedo simplemente observarlo. Debo reaccionar, debo hacer algo. Quiero ayudar a alguien, o varias personas más bien.

Seria tan fácil que no me importaran, seria tan sencillo seguir mi vida, preocuparme de mis propios asuntos, porque al final quedo como la mala. Y si se tratasen de otro tipo de personas, no me importaría la opinión que tengan sobre mi. Pero se trata de seres que aprecio mucho.

Ahora, ¿Qué puedo hacer? Conozco muchos secretos, como si fuese una maldición la información llega a mi sin tan solo pedirla. No quiero seguir sintiendo esta presión en el pecho. Estoy cansada de guardar secretos.

La primera vez que me enteré de algo muy grave fue cuando cumplí ocho años. No diré quién, pero supe de un asesinato. Con esa edad, sabia muy bien que estaba mal. Que esta persona debió pagar su crimen. Pero que podía hacer, también me encontraba en peligro.

Es más, ya de adulta recibí amenazas de esta persona. Mi familia estaría en peligro. Que desafortunado evento, no me gusta callar cosas que sé que están mal. Me hacen sentir cómplice. Que injusto es.

Recuerdo que tenía 16 años, cuando revelé un secreto muy fuerte de una compañera. Ella se había realizado un aborto, lastimosamente no me lo dijo antes. Sino hubiese podido hacer algo al respecto. Ella escapó de las consecuencias, le importó más su lugar de buena estudiante. Sé que le había costado mucho llegar hasta allí, pero un bebé. ¿Dios, porqué? Se lo comenté a mi madre y a una amiga cercana. Hasta el día de hoy siento que la traicioné. Me acobardé, no la acompañé en ese momento tan duro. Más bien la juzgué. Lo peor es que en esa misma época alguien cercano a mi, me confesó que también había abortado y sufría las consecuencias.

En la universidad, había una chica que era excelente estudiante. Graciela, no a todo el mundo le caía muy bien. Por alguna razón me eligió a mi y confesó un secreto muy grande. Había descubierto que su padre tenia una familia oculta, de la cual había nacido una bebé. En ese mismo tiempo, ella empezó a tener relaciones sexuales con el novio, pero terminaron. Era su primera vez, así que se sentía destruida. En una ocasión una compañera estaba hablando mal de ella, la verdad es que Graciela era bastante egocéntrica. Pero al yo descubrir su secreto, sabía que era así debido a todo lo que estaba pasando. A veces no vemos lo que hay detrás de las personas.

La situación es que conté el secreto de Graciela, para que esta persona entendiera sus razones para ser así. Hice mal, aunque mis intenciones fueron buenas. Conté algo que ella me había pedido que no cuente. Era la segunda vez que habría mi bocota. Se lo confesé, le pedí disculpas por haber dicho su secreto. No volvió a confiar en mi. Y lo entiendo. Yo actuaría igual en su lugar.

Este tipo de cosas se me quedó tan grabadas en la cabeza que me propuse no decir nada, no contar nada. Guardarme las cosas, no meterme. Pero una vez más, ya adulta me encuentro con otro secreto que ya lo comenté en capítulos anteriores. En una ocasión descubrí conversaciones subidas de tono. Estas personas tenían sus respectivos compromisos. Guardé ese secreto por más de un año, y no por ellos. Sino porque apreciaba mucho a la pequeña hija. Ella se robó mi corazón, no quería ser quien destruyese a su familia. Conocía muy bien lo impulsiva que era la esposa. A mi me daba vergüenza esta situación. Viví amargada todo ese tiempo, me enloquecía del coraje. Eran tan descarados. Tanta fue mi cobardía que simplemente me alejé de ellos, pero no sin antes confrontarle a él nuevamente. Porque al primera vez que le dije, el me prometió que no lo volvería hacer. Pero mintió. No puedo creer que dejé que eso me afectara demasiado, tomé ese problema como mío.

Entonces debes conocer de mi, que odio guardar secretos. Al menos ese tipo de secretos que sé que hacen daño, pero harían más daño si son descubiertos.

No creas que jamás he guardado secretos, claro que sí. Si son expresiones, si son desahogos. Si se trata de algo que no considere que sea un daño colateral. Los he guardado, he respetado.

Pero últimamente, no se que me pasa. Tengo tantos secretos, siento que podría evitar que dos personas se hagan daño. Podría evitar un desastre. Pero y si meterme provocara un daño peor. Quien soy yo para saber si las cosas van a terminar mal. Y si solo es un rumor, no tengo pruebas de nada. No tengo forma de saberlo, solo una corazonada. Pero, ¿Y si me equivoco? Lo peor es que de por si ya me ven como alguien mal intencionada, tengo tanto miedo. Siento tanta angustia, ojalá no me importaran tanto. Ojalá pudiese no ver nada, ojalá me olvidara de este asunto.

Afortunadamente, encontré a alguien digna de confianza a quien le pude expresar todo lo que llevaba dentro. Espero pueda ser más sabia que yo, y pueda hacer algo que yo no puedo. Estoy emocionalmente involucrada, eso hace que se nuble mi juicio. Como quisiera hablarlo con toda libertad, así se terminaría esta angustia.

Antes yo medía la bondad de una persona con su capacidad de ser leal. Pero solo en el sentido de guardar secretos, pero ya no lo veo así. Ciertamente hay dos tipos de personas, y se diferencian en la intención en su corazón. La razón y motivación para contar un secreto. Ahora puedo tratar de entender, que resultados esperaban. Realmente hablar porque desean ayudar, o para hacer quedar mal.

Difícil situación, difícil de evaluar.

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ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora