Capitulo 4

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El jefe corrió, corrió y corrió. Sin darse cuenta había huido hacia la playa, el oleaje estaba agitado por la lluvia, pero ese no era el mayor de sus problemas.

—No hay escape. —Dijo Arthur

—Ha... ¿Así que tú eres el malnacido que mató a mis hombres...? —Gruñó el jefe.

—No fue personal. —Respondió Arthur.

—Oh, créeme que ahora si es personal...

Ambos se miraron entre sí, si uno se movía a la derecha, el otro lo hacía hacia la izquierda. Momentos después cayó un rayo en el mar y ahí fue cuando ambos corrieron hacia el otro.

El jefe bandido bloqueó la espada de Arthur y le fue a dar un golpe en el rostro, pero este solo se movió hacia un lado y le devolvió el golpe en el abdomen, el bandido gruñó y pateó a Arthur para alejarlo.

—Nadie antes me había hecho pasar tan mal rato. Debo reconocer que tienes habilidad.

—No me voy a unir a ti

El jefe bandido sonrió, cayó otro rayo y se lanzó hacia Arthur.

—¡Esta vez voy con todo niño! —Gritó el bandido.

El choque de espadas de vez en cuando resonaba junto a los rayos que caían, el bandido hizo que Arthur rodara por el suelo, pero sin este esperar un truco sucio por parte de Arthur, recibió un gran puñado de arena en la cara.

—¡Ghh! ¡Maldito mocoso te voy a matar!

El bandido medio ciego cortó hacia Arthur, pero le arrancó la mano al inclinarse hacia atrás y cortar hacia arriba.

—Se acabó. —Dijo Arthur

Arthur le dio un corte en cada pierna para finalmente atravesarle el corazón de una estocada.

—¡N-No...! Y-Yo no... morir así... —Murmuró el bandido.

—Mejor morir en batalla, que en la horca por tus crímenes. —Suspiró Arthur.

Dejó que el cadáver del bandido cayera, limpió y guardó su espada para luego regresar a su casa.

Ambos bandidos habían muerto, solo uno quedaba vivo y tenía un palo de escoba en el trasero. Arthur miró a las señoras con el ceño fruncido y estas solo se echaron a reír.

—¿Se terminó? —Preguntó Feyton

Arthur asintió con la cabeza.

—Maldición. Quería matar al jefe con mis propias manos... —Robert apretó los puños.

—Lo siento. —Dijo Arthur.

Robert suspiró y negó con la cabeza.

—Está bien. Era eso o dejar que escapara... —Robert lo miró y sonrió suavemente—. Gracias, joven Arthur. No solo nos has salvado la vida, nos ayudaste a vengar a nuestra aldea.

Robert se arrodilló frente a Arthur, Feyton lo miró e hizo lo mismo, el resto se unió después.

[Misión completada, nuevo hogar, nueva vida]

Arthur abrió los ojos, conocimiento básico sobre agricultura, construcción y minería. Arthur se sintió como un tonto ya que había pensado en construir más casa para completarla pero resulta que solo tenía que ganarse su lealtad.

—Solo hice lo que me parecía correcto, no sé arrodillen.

Todos se levantaron con sonrisas, luego miraron al bandido restante.

—P-Por favor...

—¡Cállate! —Gritó una de las mujeres y empujó el palo de escoba hacia dentro.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora