I - Vengadores en el Monovolúmen

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Steve cogió su maleta, bastante emocionado. Salió de casa cuando Tony, Natasha y Clint llamaron al timbre, y se sorprendió al ver un monovolúmen destartalado y viejo aparcado en doble fila, en lugar del Porsche habitual de Stark.

–¿Vamos a ir en eso?– preguntó nada más atisbar el vehículo.

–No pensarás que voy a dejar que todos vosotros pongáis vuestros traseros en alguno de mis geniales coches, ¿no, Capi?– dijo Tony sonriendo y dirigiéndose al monovolúmen para abrir el maletero.– Un Mercedes Vito de lo más molón. Un poco viejecillo, pero es lo que lleva "la gente normal".

Clint le dió un par de palmadas a Steve en la espalda a modo de saludo, y Natasha le sonrió de medio lado, como hacía siempre. Steve dejó la maleta en el maletero y se subió detrás de Natasha, que iba en el asiento del copiloto. Clint se sentó en el asiento de detrás de Stark, que se separaba del asiento de Steve por un espacio bastante grande, pero lleno de diferentes cacharros y papeles.

Es verdad que la única condición de Rogers para ir de vacaciones a Italia era que nadie los reconociera, que todo fuese normal y discreto al menos esas dos semanas pero aún así se le hacía raro ver a sus compañeros comportarse de forma tan... Normal y discreta .

Stark arrancó el coche (que hasta Steve vio que era una antigualla) y le preguntó a Natasha a dónde iban ahora.

–Hm...– musitó ella, poniendo los pies descalzos en el salpicadero y mirando un mapa en la tablet que tenía encima de las piernas.– Ahora vamos a por Bruce. Sigue recto dos calles más.

–¿No habíais pasado la noche juntos?– preguntó Clint desde detrás de Tony.

–Sí, pero ha querido pasar por su apartamento para coger un par de cosas.– respondió Natasha, sacando de su bolso una bolsa de patatas fritas.

–¿Tenéis planes de iros a vivir los dos juntos dentro de poco?– preguntó Rogers, mirando como los dedos de los pies de Natasha se movían delante del parabrisas.

–Puede.– Natasha abrió de un tirón la bolsa y le ofreció una patata a Stark, mientras le señalaba una calle con la misma. – Aún tenemos muchas cosas de las que hablar antes de dar ese paso.– Pasó la bolsa por delante de las caras de Clint y de Steve, quienes cogieron una patata cada uno.– Ahora a la derecha.

Al poco rato llegaron a enfrente del edificio donde vivía Bruce, quien les esperaba en el portal.

Stark bajó a abrir el maletero y a saludar a Banner, que abrió la puerta corredera del monovolúmen y se sentó en la segunda hilera de asientos, no sin antes estrecharles la mano a Steve y a Clint y darle un beso en el pelo a Natasha.

Volvieron a ponerse en marcha.

–¿Habéis estado ya en Italia?– dijo Tony, mirando por el retrovisor a los pasajeros de detrás.

–Yo sí.– dijo Clint.– Pero sólo en Roma, y de misión para S.H.I.E.L.D. Con Natasha, creo.

–Cierto.– dijo ella, volviendo a fijar la vista en el mapa.

–Yo no.– dijo Rogers.

–Yo tampoco, aunque siempre he querido.– admitió Bruce.– Pero me he estado informando un poco sobre las ciudades importantes, la historia, y demás. ¿A dónde vamos a ir exactamente?

–A todos los sitios que podamos.– dijo Tony cuando giraban a la derecha un poco rápido para lo que el coche podía dar de sí.– Iremos haciendo planes allí, sobre la marcha. La buona vita, como dicen allí.

–Ahora a la izquierda, y al final de la calle.– dijo Natasha.

Cuando llegaron allí, era difícil perder de vista al objetivo que tenían que interceptar: Thor esperaba en la acera con una camisa azul con piñas, unas bermudas de un color parduzco, una mochila cutre de la que salía el mango del Mjolnir, unas sandalias y unos calcetines subidos hasta media pantorrilla.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2015 ⏰

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Los Vengadores, de incógnitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora