Capítulo 42: Cumpleaños.

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A las cinco empiezan a llegar los primeros familiares, todos van entregando sus regalos y sus felicidades a la cumpleañera. Me saludan y se alegran por mi situación. Y entonces llega mi abuela que ha venido andando desde su casa -que no está cerca que digamos-, ¡está más en forma que yo!

—¡Abuela! —Digo y me engancho a ella.

—Ay, Anne, ten cuidado que me vas a tirar —ante sus quejas, yo me separo—. Cariño, que guapa estás.

—Tú también abuela. Ni te imaginas las ganas que tenía de verte.

—Yo más. —Me mira a los ojos.— ¡Estás más delgada! ¿Qué has hecho? ¡No estarás dejando de comer, ¿no?!

—Tranquila, abuela. Todo está bajo control.

—Eso espero. —Dice mientras separa una silla de debajo de la mesa y se sienta.

—Perdona abuela —digo y miro que Bruce está recibiendo a Emily y Andy en la puerta-, voy a ver a los primos.

—¡Por supuesto, cariño, ve!

Le doy un beso en la mejilla y salgo al jardín. Abrazo a mis primos cogiéndolos desprevenidos.

—¡Anne, cuánto te he echado de menos! -Dice Emily.

—Teníamos muchas ganas de verte. —Añade Andy.

—Pues ya sabéis dónde encontrarme, podéis venir a Londres cuando queráis.

—Seguro que dejarás Londres pronto y te irás a vivir a Los Ángeles o Miami.

—Bueno, aún es pronto, Emily.

—¿Y Lauren? —Pregunta Andy.— Hemos traído un regalo.

—Está en salón, id, ahora mismo me uno a vosotros. —Digo y camino por el jardín en busca de mi tío Paul. Emily y Andy siguen su camino hacia el interior de la casa.

Todos mis tíos están en el jardín y Bruce también, me alegra ver que Bruce ha congeniado rápido y desde el principio con la familia de Mamá. Espero que no tenga que conocer a mi padre bajo ninguna circunstancia.

—Tío Paul. —Le llamo la atención.

Él aparta su cigarro para atenderme:

—¡Anne, hace tanto que no te veo! —Dice y me abraza.— ¡La que estás armando!

Sé que las personas que me conocen desde antes de todo esto se alegran por mí y lo expresan de un forma muy peliculiar: "¡Lo estás petando!" o como ha dicho mi tío: "¡La que estás armando!". Me cuesta digerir estas frases, está bien que se alegren por mí y tal, pero vengo a desconectar, no necesito que estén todo el día diciéndome que estoy armando una buena. No obstante, les agradezco su dedicación y sus halagos.

—Por eso venía, quería agradecerte todo lo que hiciste por mí y por mi carrera.

—No fue nada del otro mundo.

—Ya lo sé pero si no me hubieses recomenado a Allan, no estaría donde estoy ahora.

—No hay nada que agradecer. —Le da una calada a su cigarro.— Por cierto, me he enterado de que ya no trabajáis juntos.

—Por desgracia, no —bajo la mirada tristemente—. Él tenía una vida que continuar y no podíamos limitarnos sólo porque él tuviese que dejarnos. —Hago una pausa.— ¿Cómo os conocísteis?

—Bueno, coincidíamos en las clases de matemáticas en el Instituto. A él se le daban genial y a mí de pena, así que se ofreció a ayudarme y poco a poco fuimos forjando una amistad. Es un buen tío. Entonces empecé la carrera de magisterio y él la de música, aún así no perdimos el contacto.

El Susurro de AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora