◆◇єℓ мєѕ мάѕ ℓαяgσ◇◆

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Los siguientes días Emilio trató de pasar el mayor tiempo posible con su familia. Practicó las jugadas con Eduardo, fue a pescar con Axel y se acurrucó con Joaquín el resto de las tardes. Pasaban tiempo en familia haciendo pequeñas comidas y divertidas tardes de peliculas con el cine en casa improvisado que hicieron Alberto y Octavio.

En esos maravillosos momentos el tiempo parecía no existir, así que ni se molestaban en mirar el reloj. Fue una gran ventaja en su momento, hasta que finalmente llega el día en que Emilio y su abuelo tienen que irse a Bolivia.

—Te vamos a extrañar mucho, papi— menciona Eduardo con su mirada triste y bajando la cabeza.

—Yo también los voy a extrañar muchísimo, campeón— confiesa terminando de guardar sus cosas en la maleta —. Me van a hacer mucha falta.

—Promete que nos llamarás todas las noches, queremos platicarte de lo que hacemos durante el día— menciona Axel.

—Te lo prometo, cachorro— sonríe y envuelve a sus dos hermosos hijos en un cálido abrazo —cuiden a papá mientras no estoy y obedezcan en todo lo que él les dice.

Está bien— responden al unísono a la vez que corresponden el abrazo.

—¿Me dejan despedirme de papá?— pregunta con una sonrisa, viendo a Joaquín a los ojos los cuales se notan un poco tristes.

—¿Aún podemos acompañarte al avión?— cuestiona Eduardo.

—Nada me haría más feliz que verlos ahí— responde Emilio con una sonrisa en su rostro.

Los niños asienten felices y salen de la habitación en busca de alguna cosa que quieren que Emilio se lleve para que no los olvide.

—¿Qué pasa, mi amor?— pregunta Emilio una vez la puerta se cierra —no haz dicho nada en toda la mañana.

—No quiero que te vayas— admite acercandose al rizado —. No quiero que te preocupes, pero... Ni siquiera sé como decirlo sin que suene tonto.

—Nada de lo que tú me digas me parece tonto— sonríe y toma de la cintura a Joaquin —. Dime, ¿qué es lo que tienes?

—Ya asimilé que te irás y creo poder con eso durante el día, pero... — suspira y se acurruca en el pecho de Emilio —, ya me acostumbré a dormir contigo, ahora me es imposible dormir sin ti. Además, son tres niños los tengo que cuidar, no será nada fácil. Te voy a demandar por abandono de hogar.

Emilio puede sentir como Joaquin forma un puchero. Le es inevitable soltar una carcajada llena de ternura.

—Sé que podrás, están aquí tus padres y los abuelos— menciona manteniendo su mirada fija en Joaquín —. Los niños siempre te hacen caso, eso no es problema y... Sobre lo de dormir juntos, bueno, podemos hacer una llamada todas las noches, hablaremos de como nos fue en nuestros días hasta quedarnos dormidos.

Joaquín permanece en silenicio analizando las palabras del rizado. Tal vez no sea lo que espera, pero al menos podría escuchar la voz de Emilio antes de dormir.
Emilio parece ver el debate mental que el menor está teniendo así que simplemente jala a Joaquín hacia él y lo abraza fuerte, pero sin llegar a lastimarlo.

»Todo estará bien, bebé— habla en un tono sueve y bajito —te lo prometo.

El castaño asiente acurrucandose más hacia el más alto. Cierra sus ojitos y disfruta del aroma de Emilio, quien, minutos después, se separa del abrazo para poder mirar fijamente al ojimiel. Ambos se miran por largos segundos a los ojos, con sus miradas expresan todo el amor que sienten el uno por el otro, Emilio ya no espera más e inclina su cabeza un poco hacia la derecha para luego plantar un gran beso en los labios de Joaquín.

◆FAMILIA AL INSTANTE◆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora