2. Tres meses y medio

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SilverEye

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SilverEye

Te llevo escribiendo toda la mañana.

Oye.

Necesito hablar con alguien.

Flor.


Jones

¿Qué se supone que debo hacer?

Ahora toda la maldita escuela sabe que con Taylor nos besamos en la fiesta, yo... yo no quería que ocurriese eso, ni siquiera me gusta. Eso no significó nada para mí, me dejé llevar por los tragos que me ofreció.

Que ella me ofreció.

Fue muy estúpido de mi parte caer por eso, obviamente ella iba a querer besuquearse conmigo y luego andar esparciéndolo por toda la escuela como un chisme, si al final no soy más que eso para ellos, un cuento más en la boca de alguien.

Entro a la escuela femenina, perdiéndome en esos oscuros pasillos con aspecto de un Hogwarts en escala pequeña, no sé dónde podría estar, pero tenía que encontrarla.

Paso de largo frente al salón de música, pero freno de inmediato, llegando a casi tropezarme con mis propios pasos. La cabellera rubia fue evidente a través de la ventana, sosteniendo una guitarra en sus manos, entrecierro los ojos y entro al cuarto cerrado, ella me sonríe de oreja a oreja, como si estuviera esperando que yo la fuese a buscar.

Jonesy, no pensé que dejaran entrar con toda libertad a los varones, apenas los dejan cruzar la cafetería―su tono coqueto me hirvió la sangre.

― ¿Por qué carajos hiciste eso?

― ¿Hacer qué?

Me mantuve en el marco de la puerta, intentando conservar distancia, tenerla cerca crearía problemas. No le respondí, me sentía en una cuerda floja; caer al vacío significaba tragarme sus palabras venenosas, mantenerme quieto me aseguraba consciencia.

―Dime, Jones. ¿Qué hice para recibir esta visita?

Inclino mi cabeza, perdiendo mi mirada en las paredes anti acústicas y escondiendo mis manos en los bolsillos de mi blazer. Habla, mierda.

― ¿Cuál fue la necesidad de decirle a todos... lo que tuvimos en la fiesta? ―con solo recordarlo pude enfocarme en el remolino de mi estómago, en cómo las palabras se me estancaban en la garganta y pedían a súplicas que me detuviera.

― ¿De qué hablas? ―preguntó, algo en su postura me indicó todo lo opuesto a la inocencia que pretendía mostrar―, yo no dije nada, o al menos no a todos, como supuestamente dices tú.

¿Entonces cómo Lara se enteró? Era más que obvio que ella y Taylor no eran amigas, pero no iba a delatarla. Podríamos no ser amigos, pero imaginarme la expresión de decepción en su cara fue el detonante de su protección.

Desde otros ojos, a short storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora