9.- La Chica que no Merezco (3/5)

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En eso noté junto a nosotras un grupo de chicos haciendo ejercicio, y entre ellos a Veraz. Este practicaba barras con un peso extra en las piernas, porque se le hacía muy fácil solo con su cuerpo. Nunca dejará de impresionarme.

-Buenos días, Liliana- me saludó, luego de bajarse de las barras- ¿Te nos unes? A ti te haría bien fortalecer tu cuerpo.

Miré al resto de los chicos haciendo barras, abdominales, flexiones de brazo y levantando pesas, sudorosos a pesar del frío a la intemperie.

-No, gracias, Veraz.

Me giré a él, solo para notarlo fijo en Érica. La miraba con sospecha, como si oliera que no era una de nosotros. Esta, por su parte, mantenía su pose estoica de "aún estás bien conmigo, pero en cuanto hagas algo feo te mando un combo en el pico".

-¿Te he visto en algún lado?- preguntó Veraz- no te recuerdo de nuestras clases.

-¡Ah, ella es una amiga!- exclamé- es de... de la ciudad. No es de la academia. Érica, él es Veraz, un pico muy fuerte y un buen amigo.

Ambos se dieron la mano. Érica le sonrió.

-Gusto conocer a un buen amigo de Lili- le espetó Érica- ¿Cómo se conocieron?

-En la prueba de ingreso- indicó este- Liliana se volvió nuestra líder gracias a su fuerza, después de derrotarme en duelo.

-¡No fue por eso!- alegué- Un líder es más que el más fuerte.

-Hablando de duelos ¿Cuándo tienes tiempo para nuestro próximo combate, Liliana?- inquirió Veraz, como si no me hubiera escuchado.

-No sé ¿La próxima semana, quizás?

-Sábado a las 06:00 de la mañana, entonces- indicó Veraz.

-¿Por qué tan temprano?

-No tardes.

-¡Oye, no decidas la hora por ti solo!- alegué.

Érica rio entre dientes. En eso, y para mi sorpresa, Veraz le agarró una pechuga.

-¡Oye!- exclamé.

Pero ni Érica ni Veraz parecieron inmutarse.

-Una forteme- musitó- ¿Todo esto es timitio?

-Ah, así que conoces sobre el timitio- comentó Érica, con la garra de Veraz aún sobre su pechuga- tengo un poco más, pero no tanto como para cubrir todo mi cuerpo.

-¿Te gustaría pelear conmigo?

-No.

-¡Oye, saca la mano de ahí!- exclamé.

Pero Veraz no me hizo caso, así que le mandé un piquete con mis garras espectrales. Veraz saltó del dolor.

-¡Argh!- exclamó, cubriéndose la muñeca.

Érica me miró confundida. Entonces recordé que ella aún no había visto mis nuevas habilidades. Pensé que sería bueno que al menos las supiera, pero en ese momento no tenía muchas ganas de hablar sobre tecnicismos y combate ¡Teníamos ropa que comprar!

-¿Qué tal un par de combos?- sugirió Veraz.

-Te mataría, y entonces Lili se pondría triste- le hizo ver Érica- así que no.

-¿Y un concurso de cachetadas?

-No.

-¿Y si nos empujamos?

Érica lo pensó.

-Está bien ¿Hasta dónde?

Veraz miró atrás y le indicó la última de las barras. Por detrás de Érica, más o menos a la misma distancia, se encontraba el fin de un caminito de tierra y el inicio del pasto. Ambos contrincantes se tomaron de los hombros y se prepararon.

La Helada Garra de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora