Capítulo Único

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Federico Barreto

Es invierno, una noche negra, fría y tempestuosa. En la lúgubre capilla de un asilo monacal yace el cuerpo inanimado de un joven religioso que, agobiado por la pena, murió como una rosa arrancada de su tallo por el fiero vendaval.

Blanco traje realza su magnífica belleza que simboliza su inocencia, su virtud y su candor, rosas blancas en capullo le circundan la cabeza y parece aquel virgen que murióse de tristeza, un novio desmayado en su tálamo de amor.

El silencio que allí reina es tan sólo interrumpido por el viento y otras veces, por el tétrico graznido de los búhos que allí moran, que han formado allí su nido y que atisban lo que pasa por las de un altar.

Cuatro cirios iluminan con fulgores inseguros el cadáver de aquel ángel de belleza y de virtud, y las sombras que proyectan esos cirios en los muros van y vienen en silencio, por los ámbitos oscuros, como un coro de fantasmas circundando un ataúd.

Mil rumores misteriosos, mil incógnitos sonidos, llegan vagos y confusos a la casa del Señor. Es un lugubre concierto de sollozos y gemidos, de susurros y plegarias..., De mil ecos doloridos que acongojan y estremecen, que dan pena y dan horror.

Dan las doce en el viejo campanario, y al vibrar en la capilla la hora tétrica y fatal, sale un monje de albo traje por la puerta del sagrario, atraviesa a pasos lentos el recinto solitario y se postra de rodillas ante el lecho funeral.

Se diría que le agobia todo un mundo de tristeza, que le mata el desconsuelo, que se muere de aflicción, ¿Por qué junta sus dos manos? ¿Por qué inclina la cabeza? ¿Por qué reza? Hay misterios que estremecen hasta el fondo del corazón.

De repente se alza el monje del helado y duro suelo.

A el muerto se aproxima y le llama a media voz y al ver que el sigue mudo, sigue frío como el hielo, le acaricia con ternura, la mirada eleva a el cielo y murmura entre dientes:

"¡Que injusto eres Santo Dios!"

Luego clava su pupila en el pálido doncel, le contempla largo rato con recóndita piedad, y cogiendo entre sus manos una mano de las del contrario la aproxima hasta sus labios, con un osculo la sella, y habla y gime y llora como un niño en la orfandad.

- ¡Izuku! -exclama- ¡Muerto tú! ¿Será eso posible? ¡No mil veces! ¡No estás muerto! Duermes, sueñas... ¡Estás vivo! Por piedad, mi amor despierta! ¡No te mueras! ¡No me dejes! ¡Vive..., vive para mí!... Yo era huérfano; yo estaba solo en este mundo, más Dios quiso que te hallará y no tuve penas ya. ¿Lo oyes Izuku? ¡Dios lo quiso!

Piedad tuvo de mi duelo y para Ángel de mi guarda te envío a ti desde el cielo... ¡Tu no puedes pues morirte, Dios no quita lo que da!

Así envuelto en blancos tules, coronado así de flores, te ofrecí llevarte al templo y jurarte esclavitud... ¡Sueño efímero! Tus padres por matar nuestros amores, te encerraron en este claustro de recónditos dolores..., Y hoy que vengo a buscarte te hallo aquí en un ataúd. ¡Pobre novio de mis sueños! ¡Podré tórtola sin nido! Virgen martir que viviste con el alma rota en dos.

¿Por qué callas si te llamo? ¿Por qué no oyes mis gemidos? ¿Te cansaste de esperarme y a los cielos has partido? ¡Vuelve..., Vuelve..., Yo te quiero más que Dios!.. -

Calla el monje, más de pronto como un loco que se excita, coge en brazos a aquel ángel que en la vida tanto amó, y besándole en la boca, "Vuelve en ti, por Dios!" -le grito- ¡Toma mi alma en ese beso! ¡Resucita... Resucita! ¡Toma mi alma!:

"¡Toma mi alma! Vive tu, aunque muera yo!"

Un prodigio se ve entonces: El agita sus despojos, como herido de repente por el dardo del dolor. En sus pálidas mejillas aparecen tintes rojos, quiere hablar.., mueve los labios.. Ya despierto.., abre los ojos.

Todo alienta, hasta la muerte, a los besos del amor. Una aurora clara y bella a la noche ha sucedido.

En el templo que el sol baña y comienza a iluminar, yace el monje de albo traje junto al féretro tendido. Y los búhos que allí moran, que han formado allí sus nidos, le contemplan con asombro por las grietas de un altar. Esta muerto, le mataron el dolor y el desconsuelo, no halló aquí a su prometido y a buscarlo se fue al cielo...

¡Ya están juntos! ¡Una tumba es la tumba de los dos!



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Fin

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Después de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora