Amira y Amir se miraron, ambos estaban serios, ninguno se esperaba esa llamada. Amira estaba harta de esa mujer, estaba cansada de ella. Tenía que respetar que Amir era un hombre casado y que ya no era como antes.—Jade, Amir está conmigo, él mismo me ha dado su teléfono. Así que deja de llamarle, de ir detrás de él como una gata en celo. Amir es de mi propiedad, soy su esposa, soy su dueña. Aunque te reviente, es así. Amir es mío, solo mío. — dijo con orgullo.
—Quiero hablar con él, tú no eres nadie, para negarle hablar conmigo. — exclamó.
—Nena, parece que aún no te has enterado. Soy sus esposa, soy la duquesa de Arabia, soy la que lleva un anillo en el dedo. Él mismo se niega hablar contigo, porque no le interesas. — respondió. —Eso les pasa a las mujeres como tú, a las que anda con dos a la vez. Qué al final, te quedas sola. Adiós. — colgó.
Amir la miraba con una sonrisa, por fin la dejó en su lugar, la dijo que él era suyo.
Estaba claro que esa mujer ya estaba siendo muy cansina, no paraba de ir detras de él. Amira tenía que pararla los pies de una vez y dejarle claro que Amir, era suyo.—¿Esta mujer no se cansa? — le dio el teléfono. —¿Qué hay que hacer? ¿Ahorcarla?
—Echarla del país. Aquí no está bien visto que una mujer divorciada, vaya detrás de un hombre casado. — dijo el tumbándose. —Ella misma se está echando la soga al cuello.
—Oye, ¿Eso lo puedo ver yo? — Amir la miró con una sonrisa burlona. —A mi me encantaría ver cómo la echan del país.
—No seas mala, que ella misma siga jugando. — la acercó a él. —Centrémonos en nosotros, que nadie nos fastidie esto, Amira. Ni ella ni nadie. Somos tú y yo, solo nosotros.
—Solo nosotros. — repitió, Amir la besó y abrazados se quedaron dormidos.
Al día siguiente, Amir despertó. Su mujer dormía tranquilamente sobre su pecho, su respiración era calmada. Señal de que estaba agusto y tranquila. La dejó sobre la cama y se levantó con cuidado, no quería despertarla. Fue hacia el Closer y cogió un pantalón chándal, color negro. Salió de la habitación con su torso desnudo, dejando libre esos abdominales. La sed le estaba matando, literalmente. Cuando llegó al salón, aquella puerta fue abierta de golpe. Él se sobresaltó del susto, miró y se encontró con el rostro menos deseaba ver.
Jade estaba frente a él, con un vestido rosa muy provocativo, se podía ver hasta su alma si se agachaba. Amir la miraba con esa mirada que él ponía cuando algo no le gustaba, esa mirada sería y te mataba con ella.
Ella por el contrario, sonreía al verle así, con tan poca ropa. Aunque ella ya lo había visto, pero odiaba que otra fuera su dueña, que otra le tocara. Amir era el hombre perfecto, en todo para ella. Tenía poder, estatus y mucho dinero.
—¿Qué cojones haces aquí? ¿Por qué esos imbéciles no me han avisado? — exclamó con enojo. —Jade, no sé qué cojones haces aquí y no me interesa, pero ya te puedes ir marchando. Mi mujer está arriba y no deseo que discutan.
—¿Crees que la tengo miedo? No, Amir. Ella no me importa, solo vine a reconquistarte. No voy a parar hasta conseguirlo. — él empezó a reírse..
—¿Enserio has venido solo para eso? Estás muy mal, Jade. — siseó. —Sal de mi casa, o te tendrás que enfrentar al genio de mi mujer.
—No entiendo como has podido olvidarme, me decías que me amabas, que yo era tu vida. — lloró, Amira estaba escuchando escondida sobre la esquina y la escalera. —Sé que ella te ha sacado de la oscuridad, que ha sido tu luz. Pero yo puedo ser mucho más, mi vida. — ella se acercó a él para poder tocarle, pero se apartó. —Sé que fui una tonta, una estúpida por dejarte ir. Pero siempre estuviste presente, Amir.
—Jade, ya no sé en qué idioma decirte que ya no me interesas, que ya no eres importante en mi vida. Sigue detrás de mí, provocando a mi esposa. — dijo cansado. —Acepto tu arrepentimiento, pero yo no siento nada por ti. Amira es y será mi luz, la única dueña de mi. Es la que lleva mi apellido, la que lleva el título de duquesa y lo más importante, la que está clavada aquí. — señaló su corazón. —Por favor te pido, deja de buscarme, deja de ir detrás de mí.
—Dime, ¿Qué tiene ella que no tenga yo? — Preguntó cruzándose de brazos.
—Me faltarían dedos para numerarlos. — respondió.
Escucharon unos pasos y Amir cerró sus ojos con temor, no queria que ella se llevará una imagen errónea. No quería volver a discutir con ella por culpa de Jade. Rezaba en silencio, para pedirle ayuda Allah.
Pero la miró cuando ella se acercaba a él con una sonrisa, para después dejarle un beso en los labios. Para dejarle claro a esa mujer, que Amir Assim, era de ella. Que le pertenecía a Amira Assim, su mujer.
—Buenos días, amor. — le saludo con una sonrisa, con la mirada furiosa de Jade.
—Buenos días, cielo. — la respondió. —Jade ha venido hacernos una visita. — bromeó y ella lo había pillado.
—¡Oh, pero que alegría! ¿Quieres un café? Perdona por la hora, pero ayer Amir y yo, estuvimos toda la noche despiertos, haciendo cosas de matrimonio. — Jade mordía su labio, para no gritar.
—No te preocupes, lo entiendo. — dijo. —Os dejó solos, para que sigan con sus cosas de matrimonio.
—Claro, ahí está la puerta... grande y ancha. — lo señaló. —Por cierto, Jade. — está le miró. —Si vuelves sin avisar a mi casa, te saco a patadas. — advirtió Amira y ella se fue.
Cuando se quedaron solos, Amir miró a su esposa, estaba algún reclamo o algo. Pero no, no hubo nada, solo besos y abrazos de su parte.
—Si quiere saber porque vino...
—No hace falta, sé porque vino, a fastidiar como siempre. — lo interrumpió. —Aparte de que lo escuché, de todas forma te habría preguntado. Hicimos un trato, contarnos todas las dudas. Ahora mismo, no hay dudas, amor.
Amir la sonrió y a besó, estaban juntos, estaban unidos y habían demostrado que Jade no iba a romper su matrimonio, tenía que luchar, porque sabían que no se iba a rendir.
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Hola, bellas.
Aqi otro capítulo antes de irme a dormir, aquí en España es de noche
Así que os lo regalo.Decidme, que pensáis de este capítulo, os leeré con mucho cariño. Aún quedan capítulos, aún no acaba. Besos desde España, nos leemos pronto
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Una dama para el Duque 2° (saga Realeza) EDITANDO
Roman d'amourAmir Assim Abadallah, es un Duque de Arabia Saudí. Un hombre que sufrió un desamor, pero aún el corazón de Amir, le pertenece a esa mujer. Su padre, le obliga a contraer matrimonio con la sobrina del jeque de Dubai. Amira, es una mujer que desde qu...