Prólogo.

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"La soledad es el mayor antagonista del ser humano; no por la forma en la que nos carcome hasta el hueso, sino por la forma en la que distorsiona nuestra mente".


2 de septiembre de 2123

Las copas de los árboles se movían con desespero, resonando los roces de sus hojas a través de todo el bosque de pinos. El aire que por allí se desplazaba, acariciándoles las ramas altas, se sentía tan puro y limpio que era incomparable con aquel que se hallaba a las afueras de la arboleda, siendo más artificial que otra cosa.

Ese boscaje, tan verdoso y amparado por los ciudadanos, era uno de los últimos que podría hallarse en Busan, o, incluso, uno de los últimos que podría estar emanando vida en toda Corea del Sur. Sus tallos eran naturales, dura madera oscura, a diferencia del resto de falsa vegetación que se extendía por toda la ciudad.

La capa de ozono fracturada y ahora artificial nos protegía de la radiación ultravioleta que amenazaba al planeta, pero, ¿quién nos protegía de los humanos que, como plagas, arrasaban con la belleza que emanaba de la Tierra?

Al menos eso eran los pensamientos de Taehyung, forjados desde que era un pobre crío confundido. Sin embargo, aquí lo teníamos ahora, vagando entre los arbustos de aquel parque protegido por la nación.

A pesar de la frescura que se respiraba allí, fulgurante de la naturaleza, había un muchacho tras él que respiraba como si el oxígeno no lograra filtrarse a sus pulmones, haciendo sonidos ruidosos cada vez que inhalaba y exhalaba.

—Tae, deberíamos volver —chilló el de hebras rosáceas, mirando a su amigo rebuscar entre las malezas.

—¿Volver? No dejaré el balón aquí y me quedaré cruzado de brazos. Debemos ganarle a Minho, Jimin —espetó el rubio, sin parar de remover las plantas, perturbando la paz de insectos que salían volando con terror.

—No es necesario, podemos regresar.

—Es estrictamente necesario. ¿Quieres que él también se burle de nosotros? A mí me basta con Jaehyun.

—No es eso —sus pasos se detuvieron abruptamente—, ¿no te da miedo estar aquí?

—A ti todo te da miedo, Jimin —respondió toscamente, con su ceño fruncido.

De pronto, un suave crujido fue percibido por sus oídos, justo junto al árbol en el que Kim rebuscaba ya dejándose llevar por la exasperación.

De pronto un diminuto animal salió de allí a las carreras: era una simple ardilla inquieta que se había sentido atemorizada ante el montón de ruido que hacían esos jóvenes.

A pesar del escaso tamaño de la criatura, la garganta de Jimin dejó escapar un grito escandalizado y sus manos cubrieron su rostro como defensa.

—¿Lo ves? —soltó Taehyung, mientras se adentraba más a las profundidades de aquel bosque—. La gente suele decir que los animales tienen más miedo a nosotros que nosotros a ellos, pero cuando te miro dudo eso.

—Tae —insistió, siguiendo sus pasos rápidamente, para no quedarse solo—. ¿Acaso no viste las noticias esta mañana?

—No lo hice, me parecen soporíferas. No son más que intérpretes hablando de tragedias para infundir temor y desviarte del verdadero caos.

—Hablaron de una entidad desconocida aproximándose a la tierra. ¿Qué tal si son alienígenas y tratan de comer nuestros cerebros?

—Eso es ridículo, Jimin —reprochó, sin siquiera despegar sus ojos de su tarea.

lost stars | taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora