Exhaló lentamente, asegurándose de no provocar movimientos bruscos con su propio cuerpo; observó detenidamente la torre de cartas que le tomó horas terminar.
Tan solo quedaba por colocar dos de las cartas que formarían la punta y el final de la pirámide.
Con ambas manos, tomó aquellas tarjetas de cartón. Respiró una última vez antes de estirarse sobre su escritorio, manteniendo la respiración mientras mordía su labio inferior.
Soltó las cartas cuando estuvieron en la posición indicada. Con ambos pies, se empujó hacia atrás, haciendo girar las ruedas de su silla.
5, 4, 3, 2, 1...
—Nem fodendo! O pai amassa pra caralho!— celebró, alzando ambos brazos como señal de victoria.
La puerta de su oficina se abrió de golpe, haciendo caer en un instante todas las cartas de la pirámide. Abrió los ojos con horror, sujetando su cabeza mientras observaba como todo su esfuerzo se había ido al carajo.
—¡No! —Cuando levantó la vista hacia el marco de la puerta, se encontró con la persona que había irrumpido de repente.
—¡Forever! —el castaño caminó hacia él, y tal vez hubiera notado como el rubio se apresuraba a guardar las cartas en su gabinete si no hubiese estado tan enojado. —¿Qué mierda es eso de allá?
—Oh, buen día Cellbit. Toma asiento—Dibujó una sonrisa en su rostro, cerrando lentamente el cajón donde escondió el juego de cartas. Por un momento creyó que Cellbit lo había atrapado distrayéndose con aquella ridícula torre. Por lo que se dispuso a fingir demencia. —¿Eso de allá? ¿De qué hablas? ¿Qué cosa?
—Todos deberían de parar eso con lo de buen día. —Estrelló sus manos en el escritorio, provocándole un pequeño sobresalto a Forever, que rápidamente se dió cuenta que el otro se encontraba de mal humor.
—¿Qué sucede? —cuestiona un poco más serio después de percatarse que el asunto de Cellbit era uno distinto al suyo.
Cellbit parecía explotar de furia, su pecho subía y bajaba con rapidez, quería obtener respuestas, quería que le dijeran que todo aquello era una mala broma.
—¿Por qué el pedazo de metal que está parado allá está diciendo que es mi nuevo compañero? Que merda é essa?
A diferencia de la reacción que esperaba, Forever sonrió, al parecer aliviado. Relajó su postura e incluso recargó su codo en el escritorio frente a él, colocando la palma de su mano en su mejilla.
—Oh, veo que conociste a Roier.
—O que? ¿A que te refieres con eso? Forever te juro que si no me explicas...
Un quejido del rubio hizo que Cellbit dejara de hablar, escuchando con atención, observando con algo de temor que Forever se tallaba los ojos con algo de cansancio. Eso solo podía significar una cosa: habían malas noticias.
—Cellbit, escucha.
—Eso he estado haciendo.
Forever se relamió los labios y continuó hablando.
—Nos conocemos desde hace mucho, y te considero de mi círculo más cercano de amigos. —Cellbit rodó los ojos y se cruzó de brazos, aquello era la introducción a algo que no le gustaría escuchar, y Forever intentaba suavizar la situación con un discurso de amistad que ya había usado antes. —Fuimos juntos a la academia. Y eres el mejor detective de la estación...
Se tomó una pausa, una pausa que perduró más de lo que a Cellbit le habría gustado, se había instalado una extraña incomodidad en el ambiente de la que no le agradaba formar parte.
—¿...pero?— intentó adivinar la palabra que Forever estaba obligado a decir a continuación.
El rubio cerró los ojos por algunos segundos, suspirando mientras parecía pensar en las palabras adecuadas que tenía que decir.
—Pero, —abrió los ojos, sonriendo apenado —las órdenes vienen de arriba.
La expresión de Cellbit cambió en su totalidad, tornándose a una de alguien aterrorizado. Eso solo podía significar una cosa. Giró su cabeza hasta que tuvo visión a través del cristal que los rodeaba; notó como aquel androide hablaba tranquilamente con Foolish y Jaiden, que parecían impresionados con éste.
—Oh no, no, no, no, no, no Forever, no. —Se volvió hasta el susodicho, negando con la cabeza.
—Lo siento Cellbo, pero a los superiores no les gustó tu desempeño en la última misión.
—¡Odio esas cosas! Lo sabes muy bien. —Cayó rendido en una de las sillas frente a Forever. Peinó con frustración su cabello, justo donde tenía un mechón tintado de blanco.
—Después de eso... —el otro continuó hablando, ignorando con algo de tristeza los quejidos del otro. —nadie más quiso ser tu compañero. Cellbit, lo que sucedió fue algo serio. No quieren que otra persona salga herida.
—¡Joder, no fue mi culpa! tú sabes que no lo fue. Además puedo trabajar yo solo, estoy a punto de resolver el caso de los divergentes. Dame una oportunidad, por favor, Forever, tienes que convencerlos.
El de cabello rubio trenzado se levantó y caminó tomándose de las manos por detrás de la espalda. Negó con la cabeza. Cellbit se levantó tras él. Pero aquello estaba decidido, y no había nada que Cellbit pudiera hacer.
—Cellbit, te sustituyeron del caso de los divergentes.
Aquello cayó como un balde de agua fría sobre la cabeza de Cellbit. Toda su investigación, todo su trabajo, los sacrificios que hizo para resolver aquello. Todo se había ido a la basura.
—Quackity se encargará de la investigación a partir de ahora. Tú regresas a homicidios.
Ya ni siquiera estaba molesto por el dicho androide que reemplazaría a su antiguo compañero, sino que ahora le habían hecho darse cuenta de las consecuencias de sus acciones. E incluso le iban a entregar su trabajo y esfuerzo previo a uno de sus compañeros de trabajo que más odiaba. Lo habían reemplazado en aquello que más le apasionaba.
—¿Quackity? —murmuró, casi sin poder creer que aquello era verdad. —No, no le pueden dejar todo mi trabajo a Quackity, soy el mejor haciendo mi trabajo. —Forever no le miraba, y en vez de eso su cuerpo se encontraba en dirección a la ventana, justo donde el androide castaño estaba parado.
—Créeme que estoy consciente de ello, Cellbit. Pero no tengo poder alguno en esto. No puedo ayudarte. —Cellbit suspiró, cerrando los ojos mientras apretaba sus puños con fuerza. —Y ya que no tienes compañero, le permitieron a CyberLife poner a prueba su prototipo que formara parte del cuerpo de policía.
—Oh, ahora hasta una máquina puede ser policia. ¿Sabes lo ridículo que suena eso? —Forever giró su cabeza a su lado. Donde ahora estaba parado Cellbit, quien se volvió al frente, conectando su mirada casi de inmediato con el androide de fuera, quien notablemente ahora los miraba de regreso.
"Roier" si es que se le podía llamar de una forma, ahora le sonreía tras el cristal.
—Y yo tengo que ser el conejillo de indias con el que prueben su nuevo juguete. ¿No es cierto? —Su voz se impregnaba de molestia a cada palabra que salía de su garganta. No quería formar parte de aquello, y sobre todo si lo habían sacado de la investigación.
—Me temo que no tienes opción.
Forever noto como en hombre a su lado explotaba en cólera. Saliendo de la oficina.
—Arrombados. —Pudo escuchar decir antes de irse.
Desde aquel despacho, observó como Cellbit volvía a su lugar de trabajo, donde Roier ya lo esperaba.
Solo esperaba que aquel androide se mantuviera en una pieza estando al cuidado de Cellbit, o CyberLife los culparía por daños a su propiedad.
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Androide RO13R [ES]
Hayran KurguEl detective Cellbit es puesto en vigilancia después de un accidente con su último compañero. Al parecer nadie más quiere trabajar con él, así que tendrá que conformarse con el androide que CyberLife le proporcionó. Sus prioridades se pondrán a pru...