8- Confesiones

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Ya han pasado unas cuantas horas desde que dejé mi habitación en donde se encuentra el inconsciente Rubén. Me da curiosidad saber si está bien, y eso está mal. No entiendo... ¿Por qué solo pienso en tomarlo nuevamente? Y lo peor es que al mismo tiempo algo dentro de mí me retiene y no me permite realizar lo que debería de haber hecho desde la primera vez que lo vi.

Me dirijo hacia mi habitación escondiendo mis alas y abro la puerta lentamente, ya sin poder aguantar más la curiosidad por saber si sigue inconsciente o si ya ha despertado. La puerta hace un sonido chirriante, lo cual causa que el escondido Rubén bajo las sábanas comience a temblar involuntariamente. Inmediatamente puedo percibir su miedo aunque él intente hacerse el dormido. Es tan intenso que lo siento en todo el ambiente; su nerviosismo y los latidos apresurados de su corazón lo delatan ante mis sentidos agudos.

Sonrío.

Ha despertado más rápido de lo que pensé.

Me acerco a la cama sin quitar mi sonrisa complacida, viendo divertido como el chico sigue temblando bajo los cobertores, pero sin emitir ni un sonido. ¿En verdad piensa que puede engañarme y hacerme creer que sigue inconsciente? Qué tierno.

Me siento a su lado en la cama y me acerco a las sábanas, destapando despacio solo su cabecita cubierta por esa extraña melena castaña. Entonces logro ver su rostro. Sus ojos están fuertemente cerrados, como esperando la inminente muerte. De ellos caen lágrimas llenas de angustia y miedo. Sus labios apretados tratan de callar los quejidos ahogados de su llanto. Está pálido, acostado de lado y encogido sobre sí mismo. Su nariz roja hace ruiditos que solo le hacen ver más lindo. Muy apetecible. 

-Hey... tranquilo no te morderé... tal vez...- me atrevo a hablar, bromeando un poco y acariciando sus mechones marrones con tranquilidad. Al sentir mi contacto suelta un quejido asustado y tiembla, apretando las sábanas entre sus manos huesudas con desesperación. Al parecer en serio le he aterrado anteriormente.

-N-No... no me... toques.- susurra suplicando mientras su cuerpo se estremece al sentir como la yema de mi dedo baja de su cabello y acaricia su delicioso cuello que me llama a gritos. Tengo tantas ganas de morderlo... ¿por qué no lo hago?

-Te ves muy lindo asustado... ¿Te lo han dicho antes?- pregunto de manera burlona sin dejar de rozar esa zona palpitante. Rubén asiente con la cabeza sin abrir sus ojos, haciendo que mi sonrisa desaparezca.- ¿Quién?- pregunto una vez más, frunciendo el ceño con evidente enojo. ¿Quién se atrevió a tocarlo? Rubén es mío, nadie más puede tocar su delicada piel. En verdad no me esperaba una respuesta afirmativa de su parte. En realidad no esperaba respuesta.

Rubén no responde... se oculta y se encoje más, como si con eso pudiera evadir mi pregunta, y ya comienza a fastidiarme. Dejo los toques suaves y aprieto levemente su cuello con toda mi mano, haciendo que él abra los ojos bruscamente, aterrado y sorprendido. Me acerco para mirarlo de forma amenazante cuando sus ojos vidriosos se fijan en los míos.

-¿Quién se atrevió a decirte eso?- exijo saber, apretando aún más su adolorido cuello. Sé que está lastimado por mis mordidas, pero en este momento estoy tan enojado por la nueva información que no me interesa si lo daño más. Rubén intenta gritar, pero al percatarse de que no lo logra, lleva sus manos temblorosas a la mía, tratando de alejarme inútilmente.

-M... m-mi... mi... pa...dr..e...- logra pronunciar con voz rota y entrecortada. Lo suelto inmediatamente, dejándolo respirar y toser con intensidad. ¿Su padre lo ha violado? Pues eso explica muchas cosas. Al menos ya comprendo mejor por qué tal vez quería suicidarse...

Algo extraño se aloja en mi pecho. Una incomodidad molesta. Y ya sé qué es.

Culpa.

Otra vez ese sentimiento que no debería experimentar. No puedo evitar sentirme mal por haberlo tomado, tal vez le recordé a su padre... tal vez por eso se ve tan mal.

El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora