Cap 004: Tanteando terreno

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Claire abrió los ojos cuando un pitido molesto rebotó por todas las paredes del cuarto, su mano buscando por el costado de la cama el aparato que sonaba incesantemente. Era el primer día y apenas había logrado conciliar el sueño, despertando en varias ocasiones y forzandose a cerrar los ojos nuevamente para obtener al menos unas 4 o 5 horas de descanso, los sucesos del día anterior se repetían en su mente, imaginarios desagradables que probablemente la perseguirán por días o meses y sensaciones desagradables que le recorrían de pies a cabeza cada vez que la imagen de alguien siendo golpeado por una flecha disparada de su propio arco brotaba al cerrar los ojos, su mente tan inquieta y creativa como siempre parecía creer que era buen momento para torturarla. Admiró el techo blanco e impoluto por un momento, respirando hondo y sintiendo el aroma a suavizante y aromatizante llenarle los pulmones, aroma a flores silvestres, su mente divagando en la idea de quedarse ahí encerrada otro rato, en el silencioso y fresco cuarto.

-¡Hora de despertar!- Golpes en la puerta y la voz de Hisirdoux terminaron de despertarla, sentándose en la cama de golpe y llevándose las manos a la cabeza cuando el mundo le dio vueltas por un segundo, maldijo bajito.

-¡Salgo en un momento!- Respondió cuando Hisirdoux golpeó nuevamente la puerta, el hombre la dejó en paz y pudo escuchar sus pasos alejándose por el pasillo a la sala del penthouse. Claire rodó los ojos, moviéndose para sentarse al borde de la cama y poner sus pies sobre la alfombra.

Debía ducharse, vestirse, arreglarse el cabello y desayunar, hoy era el día que comenzaba el entrenamiento y sin importar si estaba bien o mal descansada, debía ir y ver a que se enfrentaba, prepararse para lo peor y entrenar para lo mejor. Se lavó el cabello y comenzó a recogerlo con algunos broches y ligas, admirando su trabajo una vez terminó, no eran de colores y definitivamente eran más resistentes de los que tenía en casa pero se sentía reconfortante, como si saliera a cazar una mañana cualquiera, tenía ojeras notorias pero esas si venían con ella desde casa. Cuando salió del baño se topó con un uniforme sobre la cama, un traje de entrenamiento supuso, vistiéndose rápidamente y saliendo al pasillo, debía quedarle poco tiempo para desayunar y luego irse a entrenar.

Cuando llegó al comedor se encontró que los otros dos ya estaban desayunando, Hisirdoux leyendo algo mientras se mostraba completamente absorto o solo ignorando a Jim y Jim daba bocados a su plato mostrando signos de cansancio y agotamiento, vestido exactamente igual a ella. Sus ojos se encontraron momentáneamente y un pensamiento rondó la mente de Claire alguien más también se le ocurrió la misma idea nuestra. La imagen de Blinky apareció en su mente y una media sonrisa se dibujó en sus labios, dirigiéndose al asiento al lado de Jim y comenzando a servirse de los diferentes alimentos frente a ella.

-Muy bien, ya que finalmente estamos todos, hay que hablar de lo principal, su entrenamiento.- Hisirdoux levantó su vaso. -¿Prefieren entrenar por separado o juntos?- Los miró analítico mientras sostenía el vaso justo sobre su boca.

-Juntos.- Respondió Claire, y Jim asintió. -¿Por qué motivo entrenaremos por separado?
Hisirdoux levantó los hombros. -¿Te gustaría que tu enemigo más cercano supiera de alguna habilidad secreta que tienes?- Les cuestionó.

-Bueno, nos conocemos desde hace mucho, básicamente sabemos todo el uno del otro.- Jim le recordó.

-No es tan bueno como lo quieres hacer sonar, James.- Comentó el hombre, a lo que Jim frunció el ceño en reproche. -¿En que son buenos entonces? Ya que se conocen hace tanto.- Dijo Hisirdoux expectante, metiéndose un pedazo de panqueques a la boca.

Claire y Jim se miraron entre ellos antes de realmente decir algo. -Se cocinar y tratar heridas.- Dijo Jim finalmente, jugando sutilmente con el tenedor en su mano. Claire le golpeó la pierna por debajo de la mesa y cuando este volteó a mirar con sorpresa ella le hizo un gesto esperando que hablara más. -Am... Puedo manejar cuchillos, más o menos.- Agregó incómodo, Hisirdoux asintió al escuchar esto.

Los trágicos amantes del distrito 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora