uno

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Mi vida era relativamente pacífica; vivía junto a mi madre en una tranquila comarca que lindaba con el bosque. Había miles de leyendas sobre aquellos bosques frondosos, historias terroríficas sobre monstruos, fantasmas, y hombres lobo que devoraban a los niños.

A lo largo de mi vida tuve miles de pesadillas con respecto a esas criaturas. Pero yo ya no era un niño, era un joven adulto, y poco a poco fui perdiendo el miedo aquellas historias ridículas.

En su lugar, ocupaba mi mente en mis rutinas diarias; ayudar a mi madre a ordeñar las cabras, limpiar la casa y entrenar mi arco y flecha. Era bastante bueno en eso y más de una vez conseguía alguna presa buena para cenar. Mi madre y yo no éramos ricos, especialmente luego de que mi papá falleció. De hecho, mi arco y carcaj le habían pertenecido a él. Me hubiera gustado también aprender esgrima, y convertirme en el escudero de algún caballero rico y guapo, pero yo era bastante débil en comparación con otros hombres. Nunca tuve una estatura muy alta y mi contextura delgada la compensaba con mi flexibilidad.

Por ese mismo motivo, la ayuda de Jungkook fue como oro cayendo del cielo.

Tenía unos años más que yo, y una barba oscura a tono con sus pobladas cejas. Pero en contraste con sus ojos claros. Lo primero que me llamó la atención de él fueron sus ojos, y sus brazos tan fuertes y poderosos. No por nada tenía el oficio de leñador, y muy generosamente se ofreció a cortar leña para mí y mi madre. Creo que mi despertar sexual ocurrió cuando vi blandir el hacha por primera vez, tan fuerte y masculino.

Ya desde muy corta edad supe que me atraían los hombres, pero con Jungkook tuve la confirmación. Y mi primera experiencia.

Encontramos un recoveco en el bosque y lo hicimos a las apuradas, con los pantalones sobre los tobillos y las camisas puestas. Todavía recuerdo ese miedo tan excitante a que alguien nos descubra. A pesar de su aspecto tosco y bruto, Jungkook fue bastante cuidadoso conmigo. Sabía que era mi primera vez y se tomó su tiempo en relajarme y dilatarme con sus dedos y lengua.

Recuerdo como su barba hacía cosquillas contra mi entrada. Y tenía un tamaño considerable, cuando me penetro dolió bastante, pero también lo disfruté muchísimo. Y con el paso de los años, disfruté muchas veces más de la polla enorme de Jungkook en mi culo y mi boca. Nunca hubo una relación romántica entre nosotros, si bien yo me apegué bastante a él luego de nuestros primeros encuentros, y él desarrolló un sentido protector hacia mi persona.

Aquella mañana, durante una pausa de mis tareas diurnas nos dimos una escapada al granero de mi madre. No nos garantizaba la misma privacidad que el bosque pero era mucho más seguro. Y yo necesitaba una buena follada.

Esperé a Jungkook unos minutos, y cuando entro por el portón se me puso dura casi al instante. Atravesó el seguro de madera en la entrada para evitar visitas sorpresa y se abalanzó sobre mí. Le arranqué su camisa y le mordí los pezones. Amaba sus pectorales firmes y fuertes, cubiertos por ese vello oscuro tan masculino. Yo apenas tenía vello en el cuerpo, y mi barba, cuando se dignaba a crecer, era débil y clara.

Él también me arrancó la ropa entre gruñidos; su polla ya estaba dura bajo sus pantalones. Palpé su dureza una vez que estuvo libre. Me arrodillé y me la llevé a la boca sin que tuviera que pedírmelo; me encantaba chupársela. Era tan larga que en cuestión de segundos yo ya estaba ahogándome con ella; pero no me detuve. Por el contrario, insistí con mi cabeza, tomándola cada vez más profundo mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. Los gruñidos de aprobación del leñador me obligaron a empezar a masturbarme mientras permanecía de rodillas. Hasta que él me jaló de los brazos con facilidad y me empujó contra la pared.

— Oh, parece que mi leñador está ansioso por follarme...—bromee y arquee mi espalda, ofreciéndole mi trasero desnudo.

— Y a ti parece que te hace falta una polla— Jungkook me propinó una fuerte nalgada que hizo arder mi piel; me encantaba eso. Se inclinó detrás de mí y hundió su rostro entre mis nalgas, comenzó a lamerme como solo él sabía hacerlo, curvando su lengua en mi interior hasta volverme loco.

— ¡Mierda! ¡Fóllame ahora!— le supliqué mientras permanecía con mi rostro y manos contra la pared.

— Que necesitado estás hoy, pequeño Hoseok....— Jungkook bromeó. Por algún motivo, él siempre quería brindarme más juego previo del que yo realmente necesitaba. Y aquella tarde yo estaba muy caliente.

Lo oí escupir y sentí su saliva cálida en mi entrada. Gemí con anticipación y él me penetro. Gemí de nuevo, que increíble se sentía aquella polla enorme en mi interior. Jungkook me tomó de las caderas y comenzó a embestir, yo me sujeté contra la pared y mis rodillas comenzaron a temblar. Cada empujón venía acompañado de un gemido mío, y un gruñido de él. Me folló rápido y fuerte, como a mí me gustaba. Su polla entraba y salía de mi interior cada vez más duro, haciéndome arder de placer.

Envolví mi mano en mi propia polla y empecé a masturbarme mientras Jungkook enterraba su miembro en mí. Me corrí en cuestión de segundos, manchando la pared del granero con una espesa mancha de semen. Estaba jadeando, con mi polla aun vibrando por mi eyaculación, cuando Jungkook se corrió dentro de mí. Grité mientras su semilla me desbordaba, chorreando por mis testículos y muslos.

— Mierda, Jungkook, realmente te voy a extrañar los próximos días— suspiré mientras ambos recuperamos nuestro aliento, tumbados en el heno.

— ¿De qué estás hablando? — Jungkook preguntó, arqueando una de sus pobladas cejas masculinas.

— Me iré del pueblo algunos días. Mi abuela está enferma, nada grave pero le llevaré algunas provisiones.— respondí mientras me incorporaba y me ponía los pantalones una vez más.

— Bueno, tan solo ten cuidado. Hay muchos peligros en el bosque...

Solté una carcajada.

— ¿En serio? ¿Un leñador tan macho y viril cree en esas leyendas ridículas?

— No son leyendas— Jungkook insistió. Luego me jaló de la cintura de mi pantalón y me atrajo hacia él. — Solo prométeme que tendrás cuidado...

Abracé sus hombros y lo besé.

— No te preocupes, tendré cuidado.

El chico de la capa rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora