La primera vez que lo vio, Sukuna asumió que ese lugar no era para tipos como Satoru: un leopardo larguirucho. Llamaba la atención en medio de un lugar que apestaba a humedad, sudor, y sustancias de procedencia cuestionable. El color blanco que inundaba su aspecto contrastaba con las paredes grisáceas y el uniforme de tonalidad oscura que portaba.
Luego se recordó a sí mismo, meses atrás. Entró por esa misma reja sin expectativas de por medio, con la mente en blanco y un desinterés que se reflejaba hasta la última fibra de su ser. No recuerda exactamente cómo es que dio con ese lugar; lo último que recuerda son sus manos manchadas, restos de gente que no cree haber conocido con anterioridad, y un agradable sabor inundando sus papilas gustativas.
Ahora no hay nada que adore más que estar ahí. Dado que Sukuna siempre supo de sus habilidades para pelear, nunca dudó en usarlas cada vez que era necesario. Sin embargo, debido a que existen las leyes, y Sukuna decidió no actuar conforme a ellas, se encuentra encerrado.
No ha decidido escapar por voluntad propia, prefiriendo divertirse con los presos. En un lugar donde gran parte de la escoria de la sociedad está acumulada, incluyendo tanto presos como guardias, Sukuna realmente puede hacer lo que le plazca con mayor libertad a comparación de antes.
Por ejemplo: el imbécil que estiró su cola ya ni siquiera existe. Mejor dicho, todos aquellos que lo consideraron carne fresca durante el primer día de su condena terminaron bajo tierra.
"¿Lo han transferido?" pregunta Sukuna por curiosidad, sin despegar su mirada del leopardo que observa desde su posición.
"Escuché rumores días atrás," Uraume mantiene los ojos cerrados, contando con una expresión inmutable. "Un leopardo de las nieves traído de otra prisión: Satoru Gojo. Problemas de comportamiento, parece."
Sukuna hace un ruido de apreciación con la garganta, sintiendo que su curiosidad va creciendo. A primera vista no da la impresión de generar caos, menos al haber entrado en completo silencio y buscar el espacio más solo que pudo encontrar. Satoru está aparentemente tranquilo, como si no fuera consciente de todos los ojos que tiene encima. Se recarga contra la parte afilada de la mesa para usarla de respaldo, separando sus largas piernas.
No hace nada en particular, pero de todas maneras ya es visto como una presa.
Los reclusos no le despegan el ojo de encima. Al principio Sukuna tampoco lo hace, pero pronto comprende que será cuestión de tiempo para que acaben interactuando, especialmente si alguien con tantos rumores sobre su espalda se hace conocido de igual manera dentro de esta prisión, donde, por lo pronto, Sukuna ha mantenido cierto liderazgo.
No le sorprendería recibir alguna que otra sorpresa con el paso de los días.
Satoru se alza de su puesto, por lo visto harto de que todos lo observen. Lo intrigante es que nadie está actuando sin cuidado. Parece que los presos se sienten un tanto inquietos al notar el lenguaje corporal del leopardo: cola meneándose lentamente, y orejas hacia atrás. No parece estar de buen humor.
Antes de dirigirse al pasillo donde debería estar su celda, Satoru apenas gira el rostro. Pronto una mirada azul conecta directamente con la de Sukuna, quien no lo toma como algo preocupante, hasta que reconoce el trayecto que Satoru está tomando.
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Time's up, stay awake | Sukugo
FanfictionSatoru, originalmente asignado como compañero de celda para Sukuna, termina en una situación desfavorable. Bastan unas cuantas semanas para ser visto como un blanco para los demás prisioneros, así que termina siendo víctima de sus planes. Sukuna tom...