CAPÍTULO 8

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El sol brillaba intensamente en el horizonte, iluminando el camino que conducía a la venerable escuela de hechicería. Después de unas breves vacaciones en Okinawa, Tn, Suguru, Yaeko y Kuroi regresaban junto a Riko. Aunque la joven no era una hechicera, su compañía de tres de los hechiceros de grado especial aseguraba su seguridad, lo que hacía que pocos se atrevieran a intentar hacerle daño por la recompensa que pesaba sobre ella. Sin embargo, el aire tranquilo que los rodeaba también albergaba un leve sentido de inquietud, una sensación de que la calma podría ser efímera.

Mientras caminaban, la atmósfera era ligera, casi festiva, pero la preocupación de Suguru no se desvanecía. Mirando a Tn, decidió romper el silencio. -Tn, ¿no has estado usando tu Sharingan durante tres días seguidos sin descanso? -preguntó con un tono que mezclaba preocupación y curiosidad. A su lado, Yaeko se veía visiblemente cansada, resultado de su ritual del infinito, y eso solo aumentaba las inquietudes de Suguru.

Tn, con su habitual tranquilidad, sonrió y se volvió hacia Suguru. -No te preocupes, Suguru. Todo está bien -respondió con una voz serena y confiada. Sus ojos, aún reflejando la profundidad de su Sharingan, mostraban una calma que contrastaba con la preocupación de su compañero-. He estado administrando mi energía. La paz de Okinawa fue un buen descanso, y ahora que hemos llegado a la escuela de hechicería, estoy listo para enfrentar lo que venga.

Riko, escuchando atentamente, sintió un alivio al ver la confianza de su guardia. Sabía que su seguridad dependía de la habilidad y determinación de Tn, Suguru y Yaeko, y el regreso a la escuela era una oportunidad para que todos reforzaran sus habilidades y se prepararan para lo que estaba por venir.

-Vamos, no podemos perder tiempo -intervino Yaeko, que había estado observando la conversación con una mirada contemplativa-. Hay mucho que hacer y menos tiempo del que pensamos.

A medida que el grupo se adentraba en la escuela, la atmósfera se tornó más relajada. La tensión del camino se disipó ligeramente, permitiendo que las personalidades de cada uno brillaran. Suguru, con su característico sentido del humor, se volvió hacia Yaeko y, con una sonrisa traviesa, comenzó a bromear.

-¿Te has fijado en cómo Riko parece disfrutar de estar cerca de Tn? -dijo, dejando escapar una risa ligera.

Yaeko, siempre dispuesta a seguirle el juego, asintió con complicidad. -Es cierto, parece que Tn es su caballero de brillante armadura -respondió, con una sonrisa burlona.

Riko, que había estado prestando atención a la conversación, se sonrojó de inmediato. -¡No digas tonterías! -exclamó, tapándose el rostro con las manos en un intento de ocultar su vergüenza.

Kuroi, observando la escena desde un lado, no pudo evitar sonreír al ver a Riko tan sonrojada. La niña que había cuidado durante tanto tiempo, que había enfrentado tantas adversidades, ahora parecía tan inocente y encantadora en su aparente enamoramiento. Era un momento tierno que contrastaba con la gravedad de su entorno, y Kuroi se sintió reconfortada al ver a Riko experimentar algo tan puro.

-Parece que tenemos una romántica en nuestro grupo -bromeó Kuroi, su voz suave y cálida, lo que hizo que Riko se sonrojara aún más.

Mientras la broma continuaba, Suguru se volvió hacia Yaeko y, con un tono más serio, dijo: -Ya puedes desactivar tu ritual, Yaeko. No parece que haya ningún peligro inminente.

The Sorcerer Of The Evil EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora