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La probó con voraz deseo, uno que no podía ocultar. La joven enredó sus dedos en su cabello ondulado y se levantó atraída a su cuerpo, ansiando sentir su cercanía adherida a su pecho.

Kylian rodeó su cintura con una mano, necesitando más de esa mujer que estaba debilitando sus barreras sin siquiera darse cuenta. Sus labios eran suaves, tiernos pero cargados de exigencia. Le quitó la goma que sujetaba su melena rojiza e introdujo una mano en su nuca, profundizando aquel roce.

Ella, en respuesta jadeó sobre sus labios abandonada al placer insólito que estaba experimentando. Entonces él la alzó. Samantha se encontró enredando las piernas en torno a su cadera. Éste la sujeto con fuerza importándole una mierda dónde estaban y la llevó a uno de los sofás de terraza que ahí se encontraban. Era tan ligera, sus labios carnosos se derretían en su boca, su aroma lo embriagaba y cualquier atisbo de razón se fue al infierno al tenerla de aquel modo.

Recargó una rodilla en el sillón y la fue recostando pasando una mano por su talle delgado, luego acarició su mejilla, lamió sus labios, entonces abandonó su boca y descendió por su quijada, alentado por las reacciones cargadas de abandono que Samantha mostrada.

Repasó una de sus delgadas piernas, aferrándola con fuerza, siguió el camino de la malla por dentro de la blusa y encontró su piel suave. Esa mujer era una delicia por si misma. Besó su lóbulo succionándolo, ella se arqueó y aprovechó para apresar uno de sus senos sobre el top.

Samantha soltó el aire, intentando encontrar un rayo de cordura, pero no daba con él porque cuando parecía que lo conseguía Kylian hacía algo que la sumergía de nuevo en esa nube voraz de deseo, de placer, uno que en su vida había experimentado.

La tocaba con posesividad, con destreza. Pronto sintió su palma bajo el top y sus dedos manipulando su seno, torturándolo. Dejó salir un sonido ahogado. No entendía por qué los sentía tan sensibles, pero jamás le había ocurrido algo así.

Kylian recorría su cuello como si fuese un dulce delicioso, dejando su aliento ahí, por donde pasaba. Aferró sus bíceps fuertes, tensos, sin desenredar sus piernas. Su vientre se contraía, se sentía húmeda, ansiosa de más.

Le costaba respirar, pero él atacaba su boca de vez en vez regalándole la posibilidad de llenar sus pulmones y arremetía de nuevo. Su lengua era ambiciosa, decidida y se enredaba en la suya con hambre.

Notó cuando le subió la blusa, luego el top y su boca experimentada devoró su seno. Soltó un grito perdida en las sensaciones tan potentes, tan llenas de fiereza y primitivo anhelo. Sus dientes mordisquearon su carne sensible, succionando, repasándola enseguida con la lengua para darle alivio.

—Dios —se escuchó decir y eso la alertó, su propia vez proyectada en un momento cargado de lujuria donde los pensamientos sensatos parecían no tener la menor intención de irrumpir. Entonces lo detuvo por los hombros, asustada, con los ojos azules bien abiertos. Kylian de inmediato la observó. Estaba despeinado, con las pupilas dilatadas, era notoria la necesidad que tenía de continuar, pero no se movió, lo cierto es que en ese momento fue consciente de la enrome excitación de él que rugía entre sus piernas, tan cercana a esa humedad desbordada que nunca había conseguido.

Se obligó a no frotarse contra él, como su cuerpo le exigía.

El hombre comprendió su impulso, la soltó despacio, con mucho esfuerzo porque no recordaba la última vez que había ansiado hundirse en un cuerpo de esa forma casi desesperada, penetrar tan profundo que no existiera separación entre ambos, olvidando todo lo que le rodeaba.

Acomodó su top con movimientos cuidadosos, luego bajó su blusa, mientras esa hermosa pelirroja lo observaba, conmocionada, con su pecho subiendo y bajando. Se alejó de ella y se puso de pie dándole la espalda, dándole espacio.

Solo para mí.  Serie Streoss I •BOSTON•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora