El restaurante era un lugar íntimo, conocía al dueño desde hacía mucho tiempo y le pidió, como favor especial un espacio aislado, donde pudieran hablar con tranquilidad, no se sentía nervioso, nada más lejos, si acaso expectante. Londo por supuesto que no estaría de acuerdo, era lo esperado, pero terminaría accediendo, no había mucho que pudiese hacer al respecto y lo consideraba un hombre inteligente, no por nada había hecho negocios con él.
Al bajar del auto, notó aquel cabello rojizo descender del de atrás, sonrió enseguida con sinceridad. Esa era su pelirroja, pensó con orgullo. Iba enfundando en un vestido sencillo de punto, azul oscuro, que encendía esos ojos índigo, su cabello alaciado y esa sonrisa genuina.
—Eh —lo saludó, acercándose, mientras su padre tomaba, galante, la mano de Madelene, aunque ambos sin perder detalle.
Kylian se acercó, confiado. No tenía nada que temer, su padre, Karan, estaba atrás, observando la interacción.
—Buenas noches, Londo, Madelene —saludó con tono educado. Ambos asintieron.
—Buenas noches, Craig —refunfuñó el padre de Sam, ésta rodó los ojos, disculpándose con él. Kylian le guiñó uno, despreocupado.
—¡Karan! ¡Cuánto tiempo! —habló de pronto Maddy, Londo volteó y no lo reconoció, pero el hombre enseguida se acercó.
—Mi padre, Karan Craig, Madelene, Londo... Samantha —dijo Kylian, extendiendo su mano para que la joven enrollara los dedos entre los suyos, cosa que hizo.
El hombre le sonrió con amabilidad, era alto, como su hijo, bien parecido aunque con gesto cansado y mirada más ingenua.
—Un gusto, señor Craig —respondió ella.
—El gusto es mío —replicó sereno—. Me alegra verte, Maddy —susurró apacible. Ésta sonrió con nostalgia, apretando el brazo de Londo que se sentía perdido.
—Es Karan, el esposo de Julia, ¿te acuerdas? —explicó con su ternura habitual. La verdad es que Londo no lo recordaba, pero le sonrió enseguida estrechando su mano.
—Londo Streoss.
—Un gusto.
—¿Así que se conocen? —murmuró Sam, mirando a Kylian, tensa. Este palmeó su mano, relajado.
—Sí, tu madre conoció a la mía, todo irá bien, pelirroja —aseguró colocando su mano sobre su antebrazo. Los mayores pasaron primero, conversando, enseguida el dueño del restaurante les dio la bienvenida personalmente y la comitiva lo siguió.
Hablaron sobre trivialidades durante un rato, Madelene, sin saberlo, rompió el hielo conversando con soltura, incluyendo a Karan, preguntándole a Kylian tal o cual cosa. Era una mujer prudente, a la que la discreción se le da bien, pero también la charla casual y Julia había sido alguien que siempre admiró por su bravura y pasión. Lo cierto es que Londo no dejaba de ver la mano de su hija, que permanecía sobre la de Kylian, los estudiaba con recelo, pero también con cuidado.
No, no había duda, ese par estaban enamorados, pero había algo que no lo convencía, más por la situación que estaban atravesando laboralmente.
—Bien, pues gracias por la invitación, el lugar es magnífico —comenzó el padre de Samantha. Ésta pasó saliva, tensa. Kylian asintió, dueño de la situación.
—Agradecemos que hayan aceptado acudir.
El hombre mayor le dio un trago a su vino, estudiándolo.
—Mi hija tiene un anillo en su dedo, ¿qué pensabas? —replicó sin rodeos, Madelene apretó su mano, reprendiéndolo, pero Craig solo sonrió, asintiendo, buscando la mirada de Samantha, que lucía, como nunca, aturdida, aun así, le sonrió, trémula.
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Solo para mí. Serie Streoss I •BOSTON•
Любовные романыKylian Craig tiene claras dos cosas: enamorarse debilita y todo se puede negociar, así que cuando se da cuenta de que una de sus más grandes inversiones corre riesgo, furioso, decide hacer algo al respecto. Esa llamada con su padre, aquél cóctel org...