Los ángeles me dieron la espalda 2/2

425 49 97
                                    

Los pájaros cantaban con alegría, regocijándose por volver a ver el sol.

En la ciudad cientos de personas se preparaban para comenzar un nuevo día de trabajo. Las carretas iban y venían mientras la gente sacaba sus negocios a la calle, el bullicio propio del lugar poco a poco iba resurgiendo, animando la mañana.

Sin embargo, en otra parte, en un pequeño y rural pueblo, ese amanecer fue el último que un par de ojos morados lograron ver.

En algún momento del alba ella solo pudo murmurar un solo nombre, el de la persona que más amó en el mundo. Y como una flama que se apaga demasiado pronto, ella se fue. Dedicó sus últimas horas a pelear por él, todo para poder sacarlo del infierno. Sin embargo, Chiyo es la única que logró ascender.

La luz poco a poco fue alumbrando un solitario cuerpo que colgaba de una rama, meciéndose al ritmo del viento.

Tabito estaba sentado frente al cadáver haciendo los rezos que aprendió; cuando terminó las plegarias, un vacío enorme en el pecho casi lo hizo retractarse, pero decidió seguir adelante con el resto del ritual. Todavía tenía todo el día para terminarlo, solo para esperar la guinda del pastel.

***

Atsushi despertó gracias a unas manos que sacudían su cuerpo con frenetismo. Lo primero que vio al abrir los ojos fue la cara sonriente de Kenji.

—¡Vamos! ¡Es hora de ir a ordenar los corrales! —Atsushi lo vio como si no supiera quien era y le dio la espalda, tapándose hasta la cabeza con la manta—, vamooooos, ¡verás que será divertido!

—Es muy temprano, Kenji, quiero aprovechar que no hay clases —Se lamentó, negándose a salir de la cama, a pesar de que el rubio jaló sus piernas con fuerza.

—No es temprano, hoy me desperté muy tarde porque ayer nos quedamos hablando con tu amigo. Nunca me imaginé que hubiera un fantasma tan bueno en el mundo —La noche anterior Akutagawa pudo ganarse el corazón de Kenji con ayuda del chocolate. Si bien al principio el rubio tuvo recelo del espectro, siempre fue alguien que intentaba ver más allá de la apariencia de las personas—, ¿crees que también puede ser amigo mío?

Atsushi descubrió su cabeza al escuchar la pregunta.

—Yo pienso que también le caíste bien —contestó—, quizás podríamos reunirnos otro día, ¡me encantaría que mis amigos se lleven bien!

Kenji sonrió cuando sus esfuerzos obtuvieron respuesta y al fin el perezoso que dormía en la cama se levantó. Antes de que se arrepintiera, lo hizo sacado del cuarto.

—Por cierto, ¿dónde está? Creí que se quedaría a dormir.

—Akutagawa no puede salir de día —Se encogió de hombros sin molestarse en corregir el hecho de que el monstruo ni siquiera dormía.

—¿Por qué no? —Le pasó al albino una cubeta llena de maíz con el que alimentarían a las gallinas.

—Él me dijo que la luz le hace daño a su piel, y que solo puede estar en la oscuridad.

Kenji frunció el ceño con evidente tristeza.

—La luz solar es tan cálida y linda, es una lástima que no pueda verla —Atsushi solo se limitó a asentir, tenía la esperanza que un día podría ver a Akutagawa estar rodeado de luz.

—De todas formas, todavía podemos salir los tres de noche, ¿no?, ¡nos puede enseñar la ciudad! —exclamó con emoción. Estrellas parecieron brillar en los ojos de ambos mientras imaginaban la clase de aventuras que podían vivir los tres.

¿Ir a la ciudad? ¡Quizás Akutagawa podría llevarlos! El albino nunca le pidió al pelinegro que lo llevara a explorar, pero probablemente aceptaría.

El monstruo que se esconde bajo la cama -Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora