capitulo 30

29 2 4
                                    

No se dónde estamos pero bajamos y el frío me ataca haciendo que me pegue a Massimo, se me acercan por detrás y me pego más a mi hijo viendo a la señora de detenga con un abrigo.

Me detengo y dejo que me ayude a ponerme el abrigo, me trenza el cabello y me coloca unos lentes, ni me molesto en ver mi alrededor solo vuelvo al lado de Massimo que me ayuda a subir.

Mi pierna roza con la Antonio y por instinto me pego a el, no se que me pasa pero el sentimiento de miedo y culpa, el desánimo y la creciente depresión no me deja tranquila, sin contar que la ansiedad no me da tregua.

- ¿No quieres saber que hacemos aquí? - me pregunta como si le hablara a una bebé.

- No. - le respondo igual. - solo quiero dormir.

- Después, los vamos a quemar. - Lo veo de golpe. - Todos lo que se atrevan, si quiera a verte mal van a sufrir un solo destino. - Me besa la frente y me pego más a él como si fuera posible, el que me mime me revive un poco pero las lagrimas igual bajan por mis mejillas.

- Me dañaron mucho. - vuelvo a comenzar a llorar. - Me tocaron y.. - Los recuerdos me dan asco y el me toma sentándome en sus piernas para acto seguido abrazarme.

- Saldremos de esto. - Asiento y es que le creo, se que voy a salir.

A lo único que me estoy aferrando es a nuestra familia de cuatro, quiero salir y ser lo mejor para ellos pero no se como si estoy tan dañada, pensé que no podía estarlo más pero me equivoqué y de la peor forma.

Escondo mi cara en su cuello mientras el me da caricias en la cintura, aprieto los ojos con fuerza cuando recuerdo como me abrieron de piernas y me mostraron a lo que tal vez iba a ser mi otro granito de felicidad.

- Llegamos. - me baja primero y me doy cuenta que estamos en Roma.

Detallo el lugar y juro que estamos en el centro, las personas caminan y la diferencia de población es muy notoria, fue lo más afectado porque de resto está todo está igual. La bomba fue lanzada en Sicilia la parte más afecta fue esa y no aquí.

Antonio me lleva hacia un banco y cuando nos sentamos veo como pasan tablas de madera, las personas ven con rareza lo que mis hombres hacen.

Son tres cruz y me siento en intriga a lo que sucederá, bañan todo de gasolina y a este punto varios están parados viendo lo que sucederá.

Un padre sale de la capilla y noto como lo encañonan sin mucho disimulo mientras lo llevan adentro. Una camioneta se estaciona y de ellos bajan los hombres que me desgraciaron la vida.

Me pego más a el mafioso que no le quita la vista a lo que está pasando y solo me abraza.

- Alex, dile a la morena que esto se sepa en todo el mundo, - Manda y me tenso cuando veo al último integrante que al parecer es el tercero. - así medio me pagan el dolor que sufrió mi mujer. - Me toma la cara. - ¿Te calma un poco?

- No lo sé. - Chasquea la lengua y me suelta.

Llevo la vista al llanto del niño, lo están clavando como si Jesús fuera y está pagando justo por pecador, a mi se me remueve algo adentro pero al hombre a mi lado no se le ve afectado en lo más mínimo, creo que más bien le gusta y de alguna forma le llena el llanto demostrando que si es el malo de la historia.

Tanta atrocidades que hay en el mundo no son comparadas a dañar y hacer pagar un niño inocente que su única culpa es ser hijo de la sangre enemiga que es la misma sangre que lleva mi hija.

- ¿Cómo puedes estar tranquilo? Es solo un niño y..

- Es lo que tiene que hacerse y dime para taparte los ojos. - Me corta y lo veo. - Esto tiene que hacerse..

- Es un niño, con una bala lo podías hacer para que no sufriera. - Lo corto yo y se quita los lentes para después hacerlo con lo míos.

- Mira allá. - Me toma la cara y me señala al hombre deteriorado que se mueve con agresividad en los brazos de unos de los hombres. - Esa es la paga, con eso me tranquilizo, con eso me sacio, - Me habla al oído y no puedo creer que me esté excitando. - Con su dolor porque ese dolor que el siente no es nada comparado con el que sintió nuestros hijos cuando no volviste. - lo veo y su boca queda a centímetros de la mía. - No es comparado con la rabia y frustración que sentí al saber lo que te estaban haciendo, - me acaricia la mejilla. - cada que te escuche llorando o cada vez que te veo sabiendo que yo tuve culpa..

- No la tienes..- Trato de hablar pero niega.

- Tenía que protegerte y no lo hice, ahora tengo que lidiar y reparar tu dolor y el de mis hijos. - me da un casto beso antes de colocarse los lentes.

Su seriedad hace que no vea lo que siente, sus palabras me mueven y lo demuestro cuando las lagrimas caen pero el no demuestra nada.

- No te sientas culpable y si lo haces échame la culpa a mí porque yo te traje a este mundo.

- Yo decidí quedarme y volverme así.

- ¡Ellos no valen nada! - me regaña y bajo la cara.- ¿Por qué mierda no te metes en la cabeza que todos tienen que pagar por hacerte sufrir?

- Porque yo también tengo culpa. - me acerco a el a pesar de la rabia que siente. - No puedo tapar el sol con un dedo o pretender que no voy a pagar lo que he hecho pero está bien. - baja la vista hacía mi. - Tienen que pagar.

- No son inocentes Isabella. - Vuelvo a ver el niño. - Lo dejo vivo pero cuando crezca ¿Crees que no va arremeter contra nosotros?

- Tal vez no.

- Lleva mi sangre y claro que lo iba hacer, los Bernocchi somos malos desde que mi tatarabuelo nos maldijo. - Explica. - Y nadie a roto esa maldición así que eso seguirá así hasta que el apellido se extermine cosa que no pienso permitir.

- Ya. - llega Massimo y baja a darme un beso en la mejilla. - ¿Vas a decirle algo?

- No, encárgate tu. - arruga las cejas. - Te dije que era hora de que entraras a este mundo así que ya tienes que ir teniendo más respeto del que tienes.

- Comprendo. - Vuelve a darme un beso y se va seguido de hombres.

Las personas lo ven con horror pero no lo conocen, nadie sabe quién es o quienes somos por qué nuestra ropa no lo permite y tampoco tenemos un accesorio a la vista con el cual puedan investigarnos.

Massimo les prende fuego y se queda a una distancia prudente viendo a los tres hombres quemarse y quejarse. Se coloca las manos en la espalda y Antonio me ayuda a levantarme.

Caminamos hacia donde su hijo y el hombre gordo me detalla.

- Nos vemos en el infierno zorra de mierda. - Me sonríe y el impulso de echarme hacia atrás lo retengo.

- Nos veremos pero tú en las llamas y yo en el trono. - Le sonrío a pesar de que tengo miedo porque lo tengo pero no voy a dejar que eso sea lo último que vean de mi. - Al lado del diablo voy a gobernar y el dolor que estás sufriendo ahora no es nada comparado con lo que vas a sufrir abajo.

- ¡Mi hijo no tenía nada que ver! - veo al niño que se ha callado, murió y no hay sentimiento de culpa que al principio hubo.

¿Qué me está pasando?

- ¿Sientes culpa? - Niego extrañada. - ¿Me amas?

- Lo hago. - Me quita los lentes.

- No me gusta esa repuesta.

- Te amo mucho mi amor, - digo de forma inmediata y asiente no muy convencido. - Ahora y después de le muerte.

- Más te vale. - Toma mi labios como el sabe y cuando nos separamos veo a Massimo que se acerca a mi con una sonrisa por la escena y a mi me da cierta vergüenza.

Mete su cabeza en mi cuello y dejo que los dos me abracen, ambos me aprietan como para rectificar que me tienen aquí, como si les pertenezco, como si fuera suya y la verdad... la verdad es que lo soy.

- Falta la princesa. - Susurra Massimo y Antonio me aprieta más.

- Nuestra. - Habla su padre volviéndome a jalar.

- Nuestra. - Le rectifica de alguna forma su hijo y respiro hondo dejando que se peguen más a mi cuerpo como si ya no lo estuvieran lo suficiente.

- Calma. - Susurro y ambos gruñen sacándome una sonrisa.

Fingiendo Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora