No se dónde estamos pero bajamos y el frío me ataca haciendo que me pegue a Massimo, se me acercan por detrás y me pego más a mi hijo viendo a la señora de detenga con un abrigo.
Me detengo y dejo que me ayude a ponerme el abrigo, me trenza el cabello y me coloca unos lentes, ni me molesto en ver mi alrededor solo vuelvo al lado de Massimo que me ayuda a subir.
Mi pierna roza con la Antonio y por instinto me pego a el, no se que me pasa pero el sentimiento de miedo y culpa, el desánimo y la creciente depresión no me deja tranquila, sin contar que la ansiedad no me da tregua.
- ¿No quieres saber que hacemos aquí? - me pregunta como si le hablara a una bebé.
- No. - le respondo igual. - solo quiero dormir.
- Después, los vamos a quemar. - Lo veo de golpe. - Todos lo que se atrevan, si quiera a verte mal van a sufrir un solo destino. - Me besa la frente y me pego más a él como si fuera posible, el que me mime me revive un poco pero las lagrimas igual bajan por mis mejillas.
- Me dañaron mucho. - vuelvo a comenzar a llorar. - Me tocaron y.. - Los recuerdos me dan asco y el me toma sentándome en sus piernas para acto seguido abrazarme.
- Saldremos de esto. - Asiento y es que le creo, se que voy a salir.
A lo único que me estoy aferrando es a nuestra familia de cuatro, quiero salir y ser lo mejor para ellos pero no se como si estoy tan dañada, pensé que no podía estarlo más pero me equivoqué y de la peor forma.
Escondo mi cara en su cuello mientras el me da caricias en la cintura, aprieto los ojos con fuerza cuando recuerdo como me abrieron de piernas y me mostraron a lo que tal vez iba a ser mi otro granito de felicidad.
- Llegamos. - me baja primero y me doy cuenta que estamos en Roma.
Detallo el lugar y juro que estamos en el centro, las personas caminan y la diferencia de población es muy notoria, fue lo más afectado porque de resto está todo está igual. La bomba fue lanzada en Sicilia la parte más afecta fue esa y no aquí.
Antonio me lleva hacia un banco y cuando nos sentamos veo como pasan tablas de madera, las personas ven con rareza lo que mis hombres hacen.
Son tres cruz y me siento en intriga a lo que sucederá, bañan todo de gasolina y a este punto varios están parados viendo lo que sucederá.
Un padre sale de la capilla y noto como lo encañonan sin mucho disimulo mientras lo llevan adentro. Una camioneta se estaciona y de ellos bajan los hombres que me desgraciaron la vida.
Me pego más a el mafioso que no le quita la vista a lo que está pasando y solo me abraza.
- Alex, dile a la morena que esto se sepa en todo el mundo, - Manda y me tenso cuando veo al último integrante que al parecer es el tercero. - así medio me pagan el dolor que sufrió mi mujer. - Me toma la cara. - ¿Te calma un poco?
- No lo sé. - Chasquea la lengua y me suelta.
Llevo la vista al llanto del niño, lo están clavando como si Jesús fuera y está pagando justo por pecador, a mi se me remueve algo adentro pero al hombre a mi lado no se le ve afectado en lo más mínimo, creo que más bien le gusta y de alguna forma le llena el llanto demostrando que si es el malo de la historia.
Tanta atrocidades que hay en el mundo no son comparadas a dañar y hacer pagar un niño inocente que su única culpa es ser hijo de la sangre enemiga que es la misma sangre que lleva mi hija.
- ¿Cómo puedes estar tranquilo? Es solo un niño y..
- Es lo que tiene que hacerse y dime para taparte los ojos. - Me corta y lo veo. - Esto tiene que hacerse..
- Es un niño, con una bala lo podías hacer para que no sufriera. - Lo corto yo y se quita los lentes para después hacerlo con lo míos.
- Mira allá. - Me toma la cara y me señala al hombre deteriorado que se mueve con agresividad en los brazos de unos de los hombres. - Esa es la paga, con eso me tranquilizo, con eso me sacio, - Me habla al oído y no puedo creer que me esté excitando. - Con su dolor porque ese dolor que el siente no es nada comparado con el que sintió nuestros hijos cuando no volviste. - lo veo y su boca queda a centímetros de la mía. - No es comparado con la rabia y frustración que sentí al saber lo que te estaban haciendo, - me acaricia la mejilla. - cada que te escuche llorando o cada vez que te veo sabiendo que yo tuve culpa..
- No la tienes..- Trato de hablar pero niega.
- Tenía que protegerte y no lo hice, ahora tengo que lidiar y reparar tu dolor y el de mis hijos. - me da un casto beso antes de colocarse los lentes.
Su seriedad hace que no vea lo que siente, sus palabras me mueven y lo demuestro cuando las lagrimas caen pero el no demuestra nada.
- No te sientas culpable y si lo haces échame la culpa a mí porque yo te traje a este mundo.
- Yo decidí quedarme y volverme así.
- ¡Ellos no valen nada! - me regaña y bajo la cara.- ¿Por qué mierda no te metes en la cabeza que todos tienen que pagar por hacerte sufrir?
- Porque yo también tengo culpa. - me acerco a el a pesar de la rabia que siente. - No puedo tapar el sol con un dedo o pretender que no voy a pagar lo que he hecho pero está bien. - baja la vista hacía mi. - Tienen que pagar.
- No son inocentes Isabella. - Vuelvo a ver el niño. - Lo dejo vivo pero cuando crezca ¿Crees que no va arremeter contra nosotros?
- Tal vez no.
- Lleva mi sangre y claro que lo iba hacer, los Bernocchi somos malos desde que mi tatarabuelo nos maldijo. - Explica. - Y nadie a roto esa maldición así que eso seguirá así hasta que el apellido se extermine cosa que no pienso permitir.
- Ya. - llega Massimo y baja a darme un beso en la mejilla. - ¿Vas a decirle algo?
- No, encárgate tu. - arruga las cejas. - Te dije que era hora de que entraras a este mundo así que ya tienes que ir teniendo más respeto del que tienes.
- Comprendo. - Vuelve a darme un beso y se va seguido de hombres.
Las personas lo ven con horror pero no lo conocen, nadie sabe quién es o quienes somos por qué nuestra ropa no lo permite y tampoco tenemos un accesorio a la vista con el cual puedan investigarnos.
Massimo les prende fuego y se queda a una distancia prudente viendo a los tres hombres quemarse y quejarse. Se coloca las manos en la espalda y Antonio me ayuda a levantarme.
Caminamos hacia donde su hijo y el hombre gordo me detalla.
- Nos vemos en el infierno zorra de mierda. - Me sonríe y el impulso de echarme hacia atrás lo retengo.
- Nos veremos pero tú en las llamas y yo en el trono. - Le sonrío a pesar de que tengo miedo porque lo tengo pero no voy a dejar que eso sea lo último que vean de mi. - Al lado del diablo voy a gobernar y el dolor que estás sufriendo ahora no es nada comparado con lo que vas a sufrir abajo.
- ¡Mi hijo no tenía nada que ver! - veo al niño que se ha callado, murió y no hay sentimiento de culpa que al principio hubo.
¿Qué me está pasando?
- ¿Sientes culpa? - Niego extrañada. - ¿Me amas?
- Lo hago. - Me quita los lentes.
- No me gusta esa repuesta.
- Te amo mucho mi amor, - digo de forma inmediata y asiente no muy convencido. - Ahora y después de le muerte.
- Más te vale. - Toma mi labios como el sabe y cuando nos separamos veo a Massimo que se acerca a mi con una sonrisa por la escena y a mi me da cierta vergüenza.
Mete su cabeza en mi cuello y dejo que los dos me abracen, ambos me aprietan como para rectificar que me tienen aquí, como si les pertenezco, como si fuera suya y la verdad... la verdad es que lo soy.
- Falta la princesa. - Susurra Massimo y Antonio me aprieta más.
- Nuestra. - Habla su padre volviéndome a jalar.
- Nuestra. - Le rectifica de alguna forma su hijo y respiro hondo dejando que se peguen más a mi cuerpo como si ya no lo estuvieran lo suficiente.
- Calma. - Susurro y ambos gruñen sacándome una sonrisa.
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Fingiendo Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]
AdventureCuatro años han pasado desde que el se fue, cuatros años mintiendo, cuatros años desde que mi bebé nació, cuatro años desde que Massimo cambió, cuatro años en la que la familia Smirnov se ha vuelto más sádica y violenta, cuatro años jugando al ratón...