I. Hombre misterioso

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Hubo un hombre siniestro, temible, cuyos crímenes quedaron marcados en la historia debido a la brutalidad de los mismos.

Este hombre fue bendecido por los dioses. Se le otorgó prestigio, y poder inimaginable. Sus dominios se extendieron de norte a sur y en las cuatro direcciones. En dos décadas consiguió hacerse con un tercio del territorio de cultivo. Como una bestia absorbió pequeñas sectas para alimentar sus filas. Su nombre se grabó en sangre en la memoria de la población.

Este hombre soez se llamó Wen RuoHan.

Se encontró en camino hacía la inmortalidad, y se atribuyó el oscuro título de emperador del mundo.

En el duodécimo tercer año de yugo desde que tomó el poder de su secta natal, las cuatro grande sectas, aún en pie, formaron una alianza y pelearon codo a codo para derribar al sol del Búyèxiān Dū, la Capital Inmortal Sin Noche.

Se reunió un ejército de varios cientos de millares, pero no fue suficiente. Wen RuoHan era una entidad temible, con un poder militar abismal. Los más temerosos lo posicionaron a la altura de un dios, y temieron su nombre como si se tratase de un maleficio antiguo.

Cuando la secta Hong de Linfen cayó, la realeza del cultivo se estremeció. Habían derribado a una de las sectas hermanas cuya especialidad era la estrategia militar. Temerosos por el destino incierto, LanLing Jin convocó una conferencia de cultivo, y se plantearon opciones.

El primer y segundo día de sesión fueron lagrimeos y quejas. Empero, en el tercer día, alguien sacó a colación el nombre de un mundano ninguneado que podría ser la esperanza para cambiar su posición desfavorecedora en la guerra contra los Wen.

—¿Quién es este Wei WuXian del que se habla?— inquirió un general de la secta Mang.

Alguien dentro del comité Xuan, con túnicas de colores burdeos, se quejó: —Pff, nadie que sea importante, algún pobre diablo.

Los presentes lanzaron comentarios de interés y menosprecio, esto hizo que la persona mencionada destacase en el gran salón de la guerra.

Cheng YangMing, del clan Chang, se puso en pie. Su rostro no era ni joven ni viejo pero tenía cierta madurez sabia en sus facciones. —Es un hombre cualquiera. No tiene nexos a ninguna secta, ni siquiera parece cultivador. Lo encuentras en el mercado del Yiling vendiendo rábanos.

—Entonces ¿por qué habría de importarnos?— preguntó un anciano del clan Jin.

𝐑𝐞𝐠𝐥𝐚 𝟐𝟒𝟑. 𝐍𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐲 𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐯𝐚𝐥𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫.

Cheng YangMing, como primer discípulo, forzó una mueca solemne, y corrigió su discurso. —A pesar de mostrarse como un campesino de orígenes humildes, posee una afinidad a lo sobrenatural que le destaca del resto de personas.

El discípulo de Chang se hizo con algunas herramientas y artefactos cuyos grabados siniestros provocaron escalofríos a los presentes. Debido a que los instrumentos rebosaban de resentimiento.

El anciano Lan Mian, antiguo maestro del xiao, observó el banderín escrito en sangre, el cual contenía caracteres indescifrables en caligrafía horrorosa, y contuvo la bilis. Se limpio el hilo de sangre de los labios, y tragó una maldición.

—¡Un cultivador demoníaco! ¿Es esto cultivo siniestro?

𝐑𝐞𝐠𝐥𝐚 𝟔𝟖. 𝐄𝐯𝐢𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨 𝐝𝐢𝐬𝐨𝐥𝐮𝐭𝐨.

¿Alguna vez pensaron en morir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora