"Ross:
Sé que es difícil para ti todo esto, sin embargo, es necesario que escuches razones. No puedes agarrarla contra nosotros por habernos seguido relacionando con Laura sin conocer los motivos.
Espero que ahora que vuelvas a vivir en Nueva York, estés listo para afrontar la realidad. Tu realidad.
Tambien sé que estos años fueron duros, y sé que por eso ahora eres un obsesivo con el trabajo. Sé que te perdiste mis últimos cuatro cumpleaños, las últimas cuatro navidades y los últimos cuatro años nuevos por el miedo que te causaba esta ciudad, por todos los recuerdos que podían traerte. Quiero felicitarte, porque haber venido a la boda de Rocky fue un gran gesto; si tan sólo me hubieras dicho a mí, o a cualquiera de nosotros, todos estos malentendidos habrían podido evitarse.
Pero en fin, ya hablaremos cuando regreses. ¿A qué hora llega tu vuelo? Todos estamos muy emocionados por irte a recoger al aeropuerto.
Te amo hermano,
Rydel".
Era lunes al medio día y yo apenas estaba revisando mi correo electrónico; tuve que leer dos veces el mensaje que mi hermana me había enviado. Desde que volví de Nueva York, se me hacía un poco más difícil concentrarme.
Me dirigí hacia el ventanal de mi oficina, y observé la imponente San Francisco al medio día.
Mientras observaba, repasé en mi mente los hechos ocurridos este fin de semana en la boda de Rocky y Maia.
"—Ha pasado mucho tiempo—dijo a mis espaldas.
Me di la vuelta para encontrarme con esos ojos que yo bien conocía y que, para mi sorpresa, estaban fríos. Pero yo sabía que sólo era una fachada.
—Demasiado tiempo—contesté.
Sus fríos ojos se llenaron de lágrimas, y extendió los brazos, invitándome a abrazarla. Sonreí, y nos fundimos en un largo abrazo.
Finalmente, ella se separó. Había logrado contener las lágrimas, ni una sola se había derramado por sus mejillas.
—¿Cómo has estado? —preguntó ella sonriendo.
—Bien—"de la mierda" pensé—con mucho trabajo y eso, pero hice un buen trabajo en San Francisco.
—Lo sé, mi padre está muy contento contigo—contestó—. ¿Aceptarás la dirección general de DamelDesign?
—Tu padre me la acaba de ofrecer hace apenas una semana. Debo decir que estoy complacido pero, no sé si sea lo correcto.
Hace una semana Damiano me había ofrecido relevarlo como director de DamelDesign. Dijo que ya se sentía viejo para tanto trabajo, y que quería retirarse feliz sabiendo que dejaba al frente de la empresa a alguien como yo.
Aún así, sentía que era demasiado para mí y no sabía si podría con un puesto de esa magnitud.
—Ross, Laura, iremos a Central Park para la toma de fotografías. ¡Nos vemos ahí todos! —gritó Rydel desde la limosina, donde estaba ayudando a Maia a subir su enorme vestido.
—Bueno, fue un gusto saludarte, pero tengo que cumplir mi deber como parte del cortejo nupcial—dijo Laura sonriendo, y caminando en dirección a la limosina—¿vienes?
—Sí, sí, pero iré caminando.
—Como quieras.
La limosina se fue y yo comencé a caminar a Central Park —que estaba justo en frente del Ritz-Carlton—. Como la recepción sería en el mismo hotel, no tenía caso pedir el auto al valet.
Las fotografías fueron excelentes, me alegraba muchísimo ver a Maia y a Rocky tan felices.
Después de las fotos nos dirigimos todos de nuevo al hotel, donde los invitados habían comenzado a llegar. La fiesta se dio sin contratiempos, todos dimos pequeños discursos para los novios, y ellos abrieron la pista con su primer baile como casados.
Cuando todos comenzaron a bailar, busqué a Laura para ponernos al corriente y eso, como los viejos amigos que éramos, pero no la encontré por ningún lado. Finalmente Rydel me dijo que se había ido.
—Se le da muy bien eso de irse—dije, medio en broma y medio nostálgico.
—Así es—Rydel rió, un poco nerviosa a mi parecer.
—¿Por qué estaba Laura aquí? ¿Por qué nadie me dijo que había vuelto? No quise preguntarle nada a nadie porque este es el gran día de Maia y Rocky, pero la duda me está matando. ¿Por qué ustedes mantienen contacto con ella?
—Bueno, ella volvió un año después de que tu te fuiste y... no sé, son cosas que debes hablar con ella, no conmigo.
—Eres mi hermana Rydel. ¿No puedes decírmelo tu? —enarqué una ceja.
—No, no es mi vida. ¿Y qué paso con lo de DamelDesign? ¿Aceptarás? —preguntó ella emocionada.
—No lo sé. Aún no lo he decidido.
—Oh vamos Ross, ya has estado lejos mucho tiempo. Te extrañamos en casa; necesitas volver a Nueva York.
—¿Para qué? ¿Para encontrarme con que mis hermanos son mejores amigos de la mujer que me rompió el corazón y me dejó sin importarle nada? —solté.
—Hay muchas cosas que no entiendes Ross...
—¡Pues que alguien me las expliqué!
—¡Baja la voz! —dijo Rydel autoritaria—es la boda de tu hermano, y la estás arruinando.
—Bien. Si la estoy arruinando, lo mejor es que me vaya.
Me puse de pie y camine directo a la salida, pero antes de cruzar el umbral, Rydel me alcanzó y me retuvo por el brazo.
—Sólo piensa lo de Nueva York, ¿sí? Te necesitamos aquí.
Sus ojos lucían suplicantes, y yo no estaba pensando con claridad. Asentí levemente, ella soltó mi brazo y yo me dirigí a la salida, con una maraña de pensamientos en mi mente. Mañana a medio día tomaría un avión de regreso a San Francisco, así que debía descansar lo más posible..."
Me senté en mi escritorio de nuevo, y hablé por el interfón a Lucy, mi secretaria.
—¿Se le ofrece algo, arquitecto? —contestó Lucy.
—Sí. Comunícame con el señor Damiano en Nueva York, por favor —ordené.
—Enseguida.
Minutos después, el teléfono sonó.
—¡Muchacho! —saludó Damiano—qué gusto escucharte. ¿Tienes ya tu decisión?
—Sí—contesté firme—. Acepto su oferta, señor.
ESTÁS LEYENDO
Cicloide (fanfic Raura)
FanficEl tiempo lo cura todo... ¿o no? [SEGUNDA PARTE de "Espiral"]