Capitulo 42: 2022

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Si llegaste acá y no leíste el capitulo 41 ANDÁ AHORA mirá que hoy subí dos juntos

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-Godia.

Despertó porque tenía algo pegajoso en la nariz que la tocaba con insistencia. Medio abrió un ojo y al hacerlo el dolor de cabeza se disparó. Se quejó, escuchó una risita y recordó dónde carajo estaba.

Hacía un calor infernal y pateó las sábanas, oyendo la risita otra vez y los dedos pegajosos tocándola como si tuviera una bocina en lugar de nariz.

-Dale Godia levantate -hubo un tirón en el pelo y ella protestó, hundiendo más la cabeza en la almohada.

-¿Qué querés piojito? Andá a llamar a tu papá.

-Nooo -el gritito en su oreja casi la hace llorar-. ¡Papá ya está despierto, vení a ver mi tren!

Era obvio que Scaloni ya estaba levantado, si dormía siempre cuatro horas, y era obvio que ya estaba armando el tren que compró más para él que para su hijo.

-¡Tía! ¡Levantateee! ¡Ven a ver mi tren!

Corina se quejó igual que Gloria, pero directamente echó al nene que se fue riéndose. Hubo silencio otra vez, la típica mañana de 25 de diciembre donde todos estaban quietos después de tanta fiesta. Empezó a entredormirse, tranquila, acomodándose en la cama.

-¡Ehhh arriba dormilonas!

El grito, las risas de Noah y la persiana abriéndose de golpe y dando paso al sol más asesino la despertaron de golpe.

-¡¿Qué hacés pelotudo?!

Lionel se partía de risa y su hermana le revoleó la almohada por la cabeza, seguida por Gloria.

-¡Lionel, dejá dormir! ¡Estoy re cansada!

-¡Es la una de la tarde, manga de vagas! ¡Yo hace rato que me levanté!

-¡A quién le importa, dejá de joder! -ésta vez Corina fue más lejos, le tiró a su hermano con un libro que manoteó de la mesa de luz y que él esquivó agachándose, haciendo que el libro se estampara contra la pared.

-Uh pero qué alteradas, vamos Noah no te juntes con estas locas -le sacó la lengua a las dos y el nene lo imitó.

-¡Dios, lo odio a este tarado! -Corina se tapó hasta la cabeza pero enseguida tiró la sábana-. ¡Ahh hace calor! ¡Y este dejó la puerta abierta!

Gloria se sentó en la cama, la cabeza le seguía latiendo y ese sol que entraba empeoraba todo. También tenía calor y su almohada estaba del otro lado de la habitación y no tenía ganas de levantarse para agarrarla. Se dejó caer en el colchón otra vez, apretando los párpados con fuerza, odiando haber tomado cosas distintas la noche anterior. Escuchaba los bufidos de Corina, que seguía tratando de dormirse o de pararse, y no lograba ninguna de las dos cosas, y después hubo otro agradable silencio que se interrumpió con la aparición de Tuki, ladrando desaforado.

-A este lo manda aquel otro, seguro. Basta Tuki callate, dormí conmigo -la chica bostezó, el perrito gruñó, hizo un revoltijo con las sábanas-. Gloria, ¿estás durmiendo?

-No, es imposible -se tapó la cara con las manos, escuchó que Corina se reía apenas y al parecer se sentaba en la cama y le daba besos a su perro.

-Gloria -la llamó, por suerte la chica hablaba despacio, y ella abrió los ojos otra vez, se quejó del sol y se sentó también, tratando de despertarse-. ¿Tenés hambre?

-Un poco, sí -se tocó la panza, que hizo un gruñido como los de Tuki.

Miró para todos lados, buscando dónde estaría su bolso para cambiarse, y Corina se lo entregó ya que estaba al lado de su camita plegable. Se restregó la cara con los dedos, en un intento de volver a la vida. Corina hizo lo mismo, volvió a bostezar, se rascó la cabeza y se desperezó.

Amor y GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora