Algo más

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Había amontonado libros sobre la pequeña mesa de centro. Algunos eran aterradoramente grandes, demasiadas hojas para la mayoría de las personas. Aunque para ella, las letras allí escritas, eran lo único que la separaba del examen final de bioética.

Ese era el último ramo antes de comenzar con los internados y estaba convencida de que terminando eso, lo demás se iría rápido.

Estaba nerviosa y decidida a estudiar toda la noche, o al menos gran parte de ella. Pero también le preocupaba no llegar a despertarse.

Asuna era una joven hermosa, de bellos ojos castaños y largo cabello avellana. Su sonrisa era encantadora y su voz cautivante. No le era indiferente a ningún hombre en su facultad. Desde que entró a la universidad, no había socializado demasiado, nunca fue muy buena con la atención masculina, la inquietaba y no sabía cómo responder.

Cuando se trataba de amigas; solamente había dos: Rika, alegre, ruidosa y pecosa y Keiko, pequeña, tímida y amable.

Pero el último año, la había llevado a cruzarse con Kazuto. Había sido mera casualidad cruzarse una tarde. Ella llevaba libros muy pesados y él tenía sus manos vacías.

No podrían llamar a lo primero que sintieron al cruzar sus miradas atracción. Era más bien, una conexión que los llevó a sonreírse y en un torpe movimiento cederse el paso ambos en la misma dirección. Aquel "te ayudo" que soltó Kazuto con voz algo aterciopelada fue el comienzo.

Hablar en los pasillos, compartir uno que otro rato de ocio y pronto muchas risas y carcajadas que los hacían sentirse en extremo cómodos el uno con el otro. Fue después de eso que ella lo notó; era atractivo. Sus ojos eran oscuros, pero brillaban con alegría taciturna; tenía una sonrisa sincera y su voz aterciopelada sonaba dulce cuando la llamaba.

Esa tarde lo llamó. Necesitaba a su amigo con ella.

El pequeño departamento donde vivía desde que había comenzado a estudiar era acogedor y esa sería la segunda vez que Kazuto estaría allí, aunque era la primera vez que estarían solos.

Cuando él llamó a la puerta, Asuna lo recibió con una sonrisa dulce. Vestía muy cómoda, pantalones cortos y holgados; una blusa blanca con un estampado de gatos, pero el estampado por supuesto no era un problema. El problema estaba en el escote que llevaba.

Era sutil, algo inocente quizá. Pero Kazuto la veía desde un ángulo distinto, algo más arriba y la visión de la chica con su cabello a medio tomar, descalza y en ropa ligera, calentó sus mejillas, haciéndolo tragar el líquido que no había notado que se acumulaba en su boca.

Soltó un suspiro luego de unos cuántos segundos.

— ¡Gracias por venir, Kazuto!

—De nada, aunque no entiendo en qué te puedo ayudar.

Kazuto mencionó ingresando a la sala justo tras ella. La quedó mirando con una media sonrisa; era preciosa a sus ojos oscuros.

— ¡En mucho!

—Sabes que no entiendo mucho de bioética y esos, —Kazuto apuntó los enormes libros sobre la mesa con un gesto exagerado que hizo reír a Asuna— son ¡enormes!

—No seas tonto, no te haré estudiar. Solo necesito alguien que me mantenga despierta y que me ayude mañana a no quedarme dormida.

Cuando Asuna mencionó aquello entre risas, Kazuto sintió que el aire escapaba de su pecho. ¿Acaso ella quería que se quedara toda la noche?

—Asuna, ¿quieres que duerma aquí?

—No quiero, ¡necesito tú ayuda!

Ella había hecho una pantomima algo graciosa que en cualquier otro momento lo hubiera hecho estallar en carcajadas. Aunque ese no era precisamente uno de esos momentos. Asuna estaba confiando demasiado en él; ¿ella no notaba que él era un hombre después de todo?

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