Tres:

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No era raro pensar en las cosas que perdió a lo largo de la guerra, perdió a sus padres, perdió la oportunidad de una vida normal, perdió su alegría, perdió a Sirius, perdió a tantas vidas de las que sentía culpable pero gano, gano el peso del mundo en sus hombros, gano las sonrisas de muchas personas, gano fama, gano fortuna y gano respeto, aunque ya nada de eso le importaba ¿Qué mas da si se sigue sintiendo así de vacío? Así de solo, así de muerto.

Solía sentirse solo un cuerpo inerte son necesidades pero sin pensamientos, como un títere, complaciendo al resto pero hundiéndose el mismo, estaba en su cama y cerró los ojos buscando esconder de aquel mundo aterrador cuando un recuerdo paso por su mente.

Una persona, de espaldas, tenia el cabello rubio platinado, de piel pálida y se veía que usaba el uniforme de Slytherin, Malfoy. Harry abrió los ojos y se enderezo de golpe en la cama.

¿¡Por que demonios pensó en Malfoy!? Decidió pararse de la cama de una vez y se miró al espejo, realmente estaba muy mal arreglado, no se había duchado hace un par de días y te tenía el cabello más alborotado de lo normal, agregando la barba que le empezaba a salir y detestaba, se desvistio y entro a la ducha, cuando salió se afeito, se sentia más cómodo viendo otra vez su reflejo mejor cuando una lechuza picoteo su ventana, se acerca y la dejo entrar, tomó la corta que traia en el picó.

"Joven Harry Potter se le informa que a sido aceptado en la academia de aurores, esperamos muy felices de su presencia ahí y confiamos plenamente en que usted lograra ser un gran auror.

Se le espera el próximo mes, envíe su lechuza de respuesta por favor."


Entrar a la academia de aurores se había vuelto su sueño cuando se entero de aquella profesión unos meses después de entrar Hogwarts en su primer año, se había enterado por Ron que le había hablado sobre ello y que el también quería ser auror.

Pero ahora ¿Por que no sentía nada? Pensó que se sentiría emocionado, a veces sentía que el mundo mágico le facilitaba todo y eso se le hacía injusto, que otros lucharán por estas cosa se que al se le diera tan fácil, cosa que lo hacía sentir miserable sentía que no lo merecía en lo más mínimo.

Dejo la carta en su escritorio y le dio algo de pan a la ave que después de comer salió volando por la ventana.

Ahora se preguntaba si Ron también había entrado a la academia.

Draco Malfoy.

Estaba ahí, enfrente de esas enormes puertas que lo llevaban al gran jardín de la mansión, se escuchaba a las aves en el patio, que Blaise y Pansy se habían estado encargando de cuidar todo este tiempo, ¿Por qué no simplemente entraba y ya? Tenía miedo, miedo de ver el jardín sin aquella mujer de cabello rubio que adoraba pasar tiempo ahí tomando el té.

Abrió las puertas y vio el hermoso centro que había, circular y unas escaleras, tenía una sombra y una mesa redonda con tres sillas, recordó a su madre siempre sentada a la izquierda, su padre a la derecha y él mismo en el medio, recordó cuando su madre lo regañaba por "Maltratar" a sus preciados pavos reales albinos que caminaban en el jardín, recordó cuando aquellas aves lo persiguieron por todo el jardín por haberse subido a un árbol sin fijarse que por ahí estaban sus nidos al momento de perder el equilibro y caer fue perseguido por una gran cantidad de ellos ¿Resultado? Algunas flores muertas, narcisos muertos, que tuvo que resembrar y cuidar por tres meses como castigo. 

Se adentro en ese precioso jardín tan peligroso y tan doloroso, vio los narcisos que cuido y planto, vio el gran árbol al que se había trepado, vio ese columpio en el que solía jugar de niño cuando vivía en la inocencia de la felicidad y plenitud.

En un momento sus piernas se hicieron débiles cayendo de rodillas y empezando a llorar, recordar era lo que más solía hacer y eso era doloroso terriblemente doloroso, a tal punto que sentía que le quitaban todo sin dejar nada cuando caía en cuenta de su nueva realidad, la realidad en la que si lloraba su madre no iría a abrazarlo hasta que se durmiera, donde no estaría su padre para aconsejarle y repetirle que era un Malfoy y por eso debía ser fuerte, ninguno de sus padres estaba ahí para mentirle haciéndole creer que era fuerte, ya no vería a su amada madre entrar a su cuarto sin tocar, con su gran sonrisa y una bandeja de comida, ya no se sentaría a su lado en la cama acompañándolo para ver que se comiera absolutamente todo, su padre ya no estaba para decirle que lo estaba haciendo bien, que siguiera así, su padre ya no le contaría historias antiguas sobre los dragones, ni su madre le ayudaría a persuadir a su padre de que le compre un dragón

Él sabía, sabía que sus padres no jugaron del mando correcto, lo sabía muy bien, que si voldemort hubiera ganado todo sería caos y destrucción, ni el mundo mágico ni el muggle estarían seguros, Harry, él estaría muerto, al igual que muchas, muchas personas inocentes que luchaban por la luz, pero ¿Realmente había un mando bueno? el mando de la "luz" tenia una vida normal, la misma corrupción y torturaban a personas, esas personas fueron mortifagos, lo fueron, estuvieron en el mando de Voldemort pero no sabían la realidad, pensaban que los ideales de Voldemort eran los correctos y muchos estaban de acuerdo pero muy pocos estaban dispuestos a realmente matar, torturar, engañar y mentir, pero una vez marcados no había manera de huir, él fue de esos idiotas e ingenuas personas, que pensó que la marca era un gran honor, que la marca en su brazo lo hacía superior cuando en realidad lo hundió, noto como aquellas aves comenzaban a caminar a su alrededor en círculos, observándolo, analizándolo. 

Un Sincero Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora