Victoria

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En medio de una cálida fiesta, donde el capitán Morgan Quirk había sido cordialmente invitado por Charles Beckett, un noble que era dueño de varios barcos mercantiles; se veía algo aburrido de tanto hablar con los socios del señor Beckett, el rubio estaba cansado de que siempre sucediera lo mismo en cada fiesta.

Luego de que el capitán Quirk regresara de su expedición secreta y obtuvo grandes riquezas, decidió dejar atrás su pasado como corsario y soldado de la marina. Y justo cuando creyó que no volvería a subir a un barco, llegó el señor Beckett, necesitaba de Morgan para que dirija sus embarcaciones hacia el Caribe y a Norteamérica, pues estaba cansado de perder a sus preciados barcos cada vez que salían del puerto.

Morgan extrañaba navegar por el mar, así que aceptó trabajar con Charles. Después de varios meses de demostrar que era un excelente capitán, se ganó la confianza del viejo Beckett, por lo que cuando podía invitaba al capitán Quirk a las fiestas elegantes que hacía en su mansión. El rubio no podía negarse a ir, pues no quería verse descortés y grosero; además, cualquier cosa era mejor que pasar el tiempo solo bebiendo vino en la penumbra de una morada tan espaciosa y vacía.

Morgan no negaba que necesitaba de la compañía de alguien a quien amar, pero su corazón ya le pertenecía a alguien. Lo malo era que llevaba años sin verla, pues ella tuvo que irse a Londres y le prometió que volverían a verse para estar juntos.

El momento nostálgico del capitán se vio interrumpido cuando vio a una bella dama de vestido rojo y detalles dorados ingresar al gran salón.

Sus miradas se entrelazaron, y el mundo pareció detenerse cuando Morgan logró reconocer esos hermosos ojos verdes. Su corazón palpitaba acelerado a medida que veía que la mujer de cabellos rojizos se acercaba hacia él, pero ella no parecía estar tan feliz de verlo, pues se veía preocupada.

- Victoria, que gusto verte otra vez. - dijo bastante feliz.

- También es un gusto volver a verte Morgan, pero... ¿Qué haces aquí?

- Porque me invitaron, obviamente.

- ¿Qué?

Antes de que continuaran hablando, Charles los interrumpió repentinamente.

- Oh, Victoria, hija mía, me alegra volver a verte. - dijo el señor Beckett al ver a su hija luego de varios años, él no dudó en darle un abrazo. - Victoria, permíteme presentarte al capitán Morgan Quirk, el hombre que hizo posible el aumento de mis ingresos y mejoró mis tratados comerciales. - alardeó el viejo Beckett. - Me atrevería a decir que ha sido el mejor capitán que he podido tener hasta ahora.

- Es un placer señorita Beckett. - le sonrió a Victoria para luego besar su mano por cortesía.

- El placer es mío Capitán Quirk. - respondió delicada la joven.

Antes de que Charles continuara hablando, uno de sus socios lo llamó, pues iban a tener una corta reunión. El señor Beckett se disculpó con su hija y el capitán por la interrupción y se fue dejándolos solos.

- ¿El señor Beckett era tu padre? - preguntó desconcertado.

- Sí, lo es. - respondió nerviosa. - ¿Cuánto tiempo llevas trabajando con mi padre?

- Solo un año y medio, ¿por qué lo preguntas?

- No es nada, es solo que no esperaba que llegaras a trabajar con mi padre y que te llevaras tan bien con él.

- Bueno, supongo que sería un excelente yerno para él. - bromeó el rubio.

- Shh, te van a oír. - rió con él de forma indiscreta.

Sin avisar, la orquesta había empezado a tocar un vals para que los invitados bailaran en el gran salón junto a sus parejas. Morgan decidió invitar al baile a Victoria, sabía lo mucho que le gustaba aquella pieza musical.

- ¿Me concede esta pieza, señorita Beckett?

- Claro que sí mi capitán, me encantaría.

La música flotaba en el aire, suave y melódica. Los pasos de baile guiaban a la pareja hacia el centro de la sala, mientras sus cuerpos se movían en armonía. Él la sostenía con firmeza, pero con una delicadeza que solo el amor podía inspirar. Ella se dejaba llevar, confiando en su acompañante como si fueran los únicos dos seres en todo el universo.

Las luces amarillas ténues creaban un halo mágico alrededor de la pareja. Cada giro, cada movimiento, era un suspiro compartido. Sus corazones latían al ritmo de la música, y sus almas se entrelazaban como las notas de un piano. En ese instante, no existían diferencias de clase social ni barreras impuestas por la sociedad. Solo había ellos dos, perdidos en el éxtasis del baile.

El rubio la miraba profundamente a los ojos, y ella le sonreía tímidamente

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El rubio la miraba profundamente a los ojos, y ella le sonreía tímidamente. En ese gesto, se dijeron más de lo que las palabras podrían expresar. El mundo exterior se desvaneció, y solo quedaron ellos, girando en un vals eterno.

El vestido de ella se movía con gracia, y el traje de él se ajustaba perfectamente a su figura. Sus manos se aferraban con ternura, como si temieran soltarse y perderse en la vastedad del universo. Las luces amarillas parecían danzar con ellos, creando un aura mágica que envolvía su amor puro.

De forma indiscreta, la pareja salió del gran salón de baile para estar solos en el balcón de la mansión. Victoria quería darle un beso a su amado desde que lo vio al ingresar por la puerta, lo había extrañado mucho.

La cálida escena se vio interrumpida cuando Victoria le dijo a Morgan que tenía algo que decirle.

- Morgan, dentro de unas semanas mi padre me comprometerá con alguien, una vez más... - dijo afligida. - Odio tener que ser obligada a casarme con alguien que no amo.

- Lo sé Victoria, pero no hay nada que podamos hacer, tu padre seguro está en busca de un conde y no de un simple capitán de la marina.

- Pero yo no quiero alejarme de ti, mi corazón te pertenece, al único hombre que amo.

- Yo también te amo Victoria, no habido ni un solo día en el que no haya dejado de pensar en ti y detesto la idea de que te vuelvan a separar de mí.

- Huyamos entonces, llévame en tu barco hacia donde sólo tú sabes que seremos felices juntos... más allá del vasto océano.

- Querida esa es una mala idea, no podemos simplemente irnos una noche a escondidas y tener la vida fácil luego.

- Tienes razón, es una idea muy loca...

- Pero podría tratar de pedir tu mano, para así no crear problemas innecesarios con tu padre.

- ¿Y si no te permite desposarme?

- Haré hasta lo imposible para estar contigo, y de no ser así, huiremos al mar en mi barco.

Victoria besó por última vez al rubio, pues tenían que volver antes de que empiecen a preguntarse a dónde se fueron.

El acuerdo entre el capitán y la noble dama quedaría entre ellos, Morgan sabía que debía tratar de convencer al señor Beckett para que lo deje casarse con su hija, no estaba seguro si sería fácil, pues había varios pretendientes mejores que él en el sentido de poseer varias propiedades y tierras, porque en su mayoría eran hombres bastante viejos y a Victoria no le agradaba ninguno.

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⏰ Última actualización: Mar 19 ⏰

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La Maldición del Capitán MorganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora