Samira se había desorientado, pues se había distraído viendo unas pulseras de plata muy bonitas y la vendedora intentó convencerla de que se verían muy bien en ella, pero luego tratando de alejarse creyó ir en dirección a Zeth, pero la marea de gente la arrastró hasta una callejuela que no conocía y ahora no veía a Zeth en ningún lado, por lo que dobló por una esquina a un callejón que estaba más vacío, pero se dio cuenta tarde que no le convenía entrar allí.
- ¿Está perdida señorita? - un hombre que olía a alcohol, de aspecto extraño y con ropas pesadas la estudiaba de arriba abajo mientras se acercaba a ella.
-No-no, disculpe, debo volver a...- Samira intentó volver, pero el hombre le cerró el paso.
El callejón era angosto y las altas paredes de un lado y del otro le daban un aspecto oscuro y lúgubre. El aire allí se sentía pesado, hacía que la piel de Samira se erice por completo y el olor que emanaba de este señor no ayudaba en nada.
-Yo creo que sí, se perdió...- Le contestó otro que estaba sentado sobre un barril a un costado de la calle.
- ¿Por qué no nos dice como se llama y que es lo que busca, para que la ayudemos? - Volvió a decir el primero con una sonrisa poco fiable.
-Una belleza como usted no debería andar sola...- dijo el otro que se incorporó también.
Samira retrocedió, temerosa y asustada, esos hombres no parecían tener buenas intenciones y ella solo quería volver a la calle principal del mercado.
-Estoy apurada, si me deja pasar...- Samira intentó pasar por un costado, pero uno de ellos le volvió a cerrar el camino.
-¡Oh! ¡Quiere que la deje pasar! Jajajaja qué ojos más bonitos... seguro que eso le dicen mucho...- este intento tocar el jibab de ella, pero Samira retrocedió.
-Jajaja Lamentablemente, no podremos dejarla ir señorita... resulta que su belleza nos ha cautivado...- Dijo uno de los hombres.
Samira estaba aterrada, era claro que esos hombres querían hacerle algo, y no podía gritar del miedo, un nudo le cerraba la garganta impidiéndole omitir sonido y respirar, por lo que trató de esquivar a uno de los hombres para poder salir del callejón, pero este la tomó del brazo y la jaló hacia él mientras reía con burla.
-¡¡¡No me Toque!!!- pudo gritar ella cuando sintió el cuerpo del sujeto chocar con el de ella y cerrando los ojos lo empujó con todas sus fuerzas, casi de inmediato corrió en dirección a la multitud, pero se chocó con alguien quien la sujetó de los hombros.
-Te encontré- dijo él y Samira reconociendo la voz miró hacia arriba para encontrarse con los ojos grises de su héroe, Zeth.
-¡Oye! ¡Nosotros la vimos primero! - Gritó uno de los hombres que ayudaba al otro a ponerse de pie.
Zeth les clavó una de esas miradas que a Samira le daba miedo, sus ojos se volvían fríos y salvajes.
- ¿Te hicieron algo? - le preguntó con voz más grave de lo normal, examinándola rápidamente con la vista. Ella negó con la cabeza. El pareció no creerle y con una de sus manos puso a Samira detrás de él y con la otra tomaba del cuello de la camisa al hombre que estaba de pie, mientras el otro aun en el suelo, retrocedía asustado, pues Zeth parecía muy enojado.
- ¡Malditos borrachos! Debería degollarlos aquí mismo. - Murmuró Zeth con los dientes apretados.
-No, No...no le hicimos nada a la chica- dijo el que estaba en el suelo
-Pensábamos que estaba sola, no sabíamos que estaba acompañada...-decía nervioso el que Zeth tenía agarrado del cuello.
- ¡Zeth! ¿Te están molestando? - un guardia de la ciudad que reconoció a Zeth, se había acercado a ver qué ocurría junto con otro compañero.
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Los hijos del Desierto
RomanceEn medio de un nuevo éxodo, la gente busca volver al viejo continente donde las leyes y las costumbres son más fuertes que nunca en una búsqueda desesperada de repoblar el mundo. La poderosa sangre de los bendecidos por el dios Seth debe prevalecer...